CAPÍTULO 9

6.2K 348 11
                                    

—En eso coincido contigo, aunque tú también eres casi un desconocido.

—Casi pero no lo soy, además conoces varias cosas sobre mí y en caso de que te abandone, sabes con quien buscarme.

—No, mejor me voy de viaje.

—¿Dejarías a tu esposo?

—Tú me ibas a dejar primero, yo solo acomodé planes.

—Cuanto amor.

—Cuanto amor el tuyo que piensas abandonar a tu inofensiva esposa.

—Bueno ya, ninguno de los dos dejará a nadie.

—Me parece perfecto.

Seguimos hablando, cuando nos trajeron la comida, comimos, no me había dado cuenta que no había desayunado hasta que tenía hambre, cuando terminamos de comer continuamos con nuestro trabajo y volvimos al hotel cuando ya había oscurecido, nos despedimos en la puerta y entramos a nuestras habitaciones, me puse mi pijama, me preparé para dormir y me acosté, me dispuse a dormir pero no podía, me movía a todos lados, comencé a pensar en mamá y papá, los destrocé y están decepcionados de mí, no quieren verme, extraño tanto a Sophie, a todos, ahora para ver a mi hermana tenía que ser cuidadosa, me alegro de que Caden esté a su lado, y yo me alegro de tener a Elliot a mi lado, mi esposo, sonreí, es raro decir eso, ahora fingiríamos unos meses y después nos separaríamos como si nada hubiera pasado, hay un problema, creo que está empezando a gustarme mi esposo y mientras estemos casados, me gustará más y más hasta ya no haber límite, lentamente me fui quedando dormida.

—Mamá no, por favor no, yo no lo hice.

—Sí lo hiciste, lárgate de esta casa y no quiero volver a verte, ya no eres mi hija y no quiero que te acerques ni a mí, ni a tu padre y mucho menos a tu hermana, no quiero que le pongas un mal ejemplo.

—No, no, no. — me desperté llorando, se abrió la puerta de la habitación de Elliot, entró y se acercó a la cama, se sentó y me abrazó.

—Está bien Isabella, todo estará bien — lloré durante unos minutos hasta que pude tranquilizarme. —¿Quieres que me quede?

—Por favor — me moví dándole espacio en la cama y se acostó, me pegué a él y me rodeó con sus brazos, acosté mi cabeza en su pecho y lentamente nos fuimos quedando dormidos, estar con Elliot me daba tranquilidad, me sentía bien. Sentí claridad en el rostro y abrí los ojos lentamente, Elliot estaba dormido aún, me seguía abrazando como toda la noche, me quedé en la misma posición sin moverme y me quedé mirándolo.

—¿Te gusta lo que ves?

—¿No se suponía que estabas dormido?

—No contestasté mi pregunta.

—¿Preguntaste algo? — me hice la desentendida y nos reímos.

—¿Y mi beso de buenos días?

—No eres un niño pequeño.

—Pero tengo alma de niño — me reí y besé su mejilla.

—Buenos días, esposo.

—Buenos días, pequeña esposa.

—No soy pequeña.

—Para mí si lo eres, estás un poco enana.

—No estoy enana — me hice la ofendida — tú eres un gigante.

—Como tú digas.

—Bueno, me gusta esto, ya tendré alguien que estará de acuerdo conmigo en lo que diga.

NUESTRO ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora