—¿No tienes frío?
—No pequeña, me gusta la brisa del mar.
—A mí también, pero me da frío.
—Pobre pequeña — me abrazó.
Caminamos un poco más, pero me detuve, estaba cansada, faltaba un poco más para llegar a la cabaña, a pesar de que mi cuerpo tiene buena forma, no soy muy buena con el ejercicio.
—¿Qué pasa? — preguntó Elliot.
—Ya me cansé.
—¿Te cansaste?
—Sí — Se inclinó frente a mí, dándome su espalda — ¿Qué haces?
—Cargarte ¿o quieres seguir caminando?
—No.
Me subí a su espalda, Elliot se levantó como si nada, este hombre si que tiene fuerza, comenzó a caminar de regreso, recargué mi cabeza en su hombro y sonreímos, cuando llegamos a la cabaña, tomamos todo y lo subimos al auto, ya estaba todo, nos subimos y Elliot comenzó a conducir a casa, mi estómago gruñó en el camino.
—Elliot.
—Dime pequeña.
—Tengo hambre.
—Ahorita llegaremos a una tienda y compro algo para comer.
—Gracias.
—No hay problema.
Recargué mi sillón y lentamente me fui quedando dormida, me desperté porque me estaban moviendo suavemente, abrí los ojos, Elliot estaba en el asiento del conductor con una bolsa.
—Traje sándwiches.
—Genial — me entregó uno con un jugo — Gracias.
—No hay de que.
Continuamos con nuestro camino después de comer, ya había oscurecido.
—¿Ya vamos a llegar? — pregunté.
—No, todavía no, aún falta un rato.
—El camino es lo único que no me gusta de los viajes — se rió.
—Señora Harrison, para ir a Grecia subiremos a un avión.
—No puede ser.
—No te preocupes, será privado.
—Sigue siendo un avión.
—Un avión con tu esposo, privacidad, una cama... — tragué grueso y sentí mis bragas humedecerse.
—Basta ya, Elliot Harrison.
—Podría apostar que ya estás completamente mojada para mí — su mano apretó mi pierna y fue subiendo hasta llegar a mi entrepierna, comenzó a acariciarla por arriba del short hasta que pudo desatar el broche de este, introdujo su mano dentro de él y tocó mi entrepierna húmeda.
—Como lo supuse, mojada y caliente solo para mí.
—Elliot...— gemí su nombre.
Introdujo sus manos dentro de mis bragas y comenzó a tocar mi entrepierna, introdujo sus dedos robándome un gemido, sus dedos se movían dentro de mí, comencé a mover mis caderas circularmente, Elliot aceleró sus movimientos, mordí mis labios para evitar gemir ante las sensaciones que me provocaba, Elliot sacó el auto de la carretera, a un lugar más oscuro y solo, apagó el auto, desabrochó su cinturón, y se bajó los pantalones y la ropa interior, acomodó su asiento.
—Nos...ahhh...pueden...ahhh...ver...ahhh...aquí — le dije con la respiración pesada.
—No nos ven, además soy yo el que te está haciendo gemir.
ESTÁS LEYENDO
NUESTRO ERROR
RomanceIsabella Woods, una chica dulce e inteligente llega a hacer una pasantia a James' Industries sin imaginarse que trabajará al lado del apuesto Elliot Harrison, un sueño para todas, pero realidad para Isabella. Necesitan hacer un viaje de negocio jun...