CAPÍTULO 36.

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Cumplí tres meses de embarazo, mi vientre ya está hinchado y notable, estoy terminando de preparar la comida, Elliot no tarda en llegar de la empresa, estaba tan concentrada preparando la comida que no escuché cuando entró al apartamento.

—Tengo a la esposa más bella y sexy del mundo.

—Elliot — me acerqué a él y lo besé suavemente, él puso sus manos en mi cintura y correspondió a mi beso.

—¿Cómo estás?

—Bien gracias — se hincó para quedar a la altura de mi barriga.

—¿Cómo está este pequeño retoño?

—Feliz ahora que su papi está aquí — levantó mi camisa y besó mi vientre. — Ya está la comida, siéntate ya te sirvo.

—Yo te ayudo.

—Descansa cariño.

—Quien debe descansar eres tú, tú eres la embarazada.

—No hago nada.

—Así debe de ser, solo debes cuidarte y cuidar de nuestro bebé.

—Ya ve a sentarte.

—Mejor te ayudo y así nos vamos a sentar juntos.

—Está bien.

Serví la comida y Elliot me ayudó a llevarla a la mesa nos sentamos y comenzamos a comer los dos juntos, era viernes, mañana no trabaja Elliot.

—¿Cómo te fue en la empresa?

—Muy bien gracias, todo va muy bien.

—Me alegro cariño.

—¿Cómo te sentiste hoy?

—Bien, solo me dio un poco de sueño y me quedé dormida.

—Que bueno pequeña.

—¿Quieres hacer algo hoy?

—¿Qué quieres hacer tú?

—Podemos ir a la feria.

—Pero no te puedes subir a los juegos nena.

—Solo quiero ir a ver, además podemos comer algodón de azúcar y hamburguesas.

—¿Se te antojaron?

—Sí.

—Entonces iremos a la feria.

—¡Genial! — exclamé.

Continuamos comiendo, después Elliot se ofreció a lavar los trastes, cuando terminó comenzamos a prepararnos para la feria, cuando estuvimos listos, nos fuimos, era media hora de camino, pero valía la pena cuando mi compañía es mi esposo.

—El cinturón comienza a ajustarme — le dije.

—Compraremos algo para que puedas llevarlo y no te ajuste.

—¿Cómo va la casa?

—Ya están por terminar los últimos detalles, dentro de una semana podemos mudarnos si queremos.

—Extrañaré nuestro apartamento.

—Yo también, fue donde comenzó nuestra historia.

—¿Eres feliz Elliot?

—Muy feliz mi amor, demasiado feliz ¿y tú?

—Soy la mujer más dichosa del mundo, con mi esposo y nuestro bebé.

—Falta poco para conocer el sexo del bebé.

—Lo sé, me emociona mucho.

—No te había dicho pero el abuelo quiere ir con nosotros ese día, pero dice que no quiere decirte porque sabe que le dirás que sí y no quiere arruinar un momento que nos pertenece.

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