CAPÍTULO 40.

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—¿Qué?

—Estar casada con el hombre al que amo y estar en espera de nuestro primer pequeño o pequeña.

—Yo no tenía pensado casarme tan pronto, hasta que entró una hermosa chica a mi oficina y cuando te conocí dije, me voy a casar con ella.

—No tardaste mucho en comprometerte.

—No quería perder tiempo, te quería cerca de mí.

—Sin el alcohol por tus venas no te hubieras atrevido a decirme nada.

—Te equivocas nena.

—No me equivoco.

—Sí lo haces, porque yo ya tenía planeado decirte que me gustabas y también invitarte a salir.

—¿En serio?

—Me interesaste desde el momento en que cruzaste la puerta de mi oficina, cuando te vi supe lo que quería, eres la mujer más hermosa del mundo, la mejor esposa, mejor amiga, mejor amante, mejor madre del mundo, tú lo eres todo para mí — mis ojos comenzaron a picar.

—Me vas a hacer llorar — Miré hacia arriba para evitar soltar las lágrimas, Elliot sonrió.

—No llores, no me gusta verte llorar.

—Es que es de alegría por lo que me dijiste.

Sonrió, tomó mi rostro y me besó suavemente, era un beso lento, suave, pero con mucho amor, ese tipo de besó que expresaba todo lo que sienten el uno por el otro.

—Jamás me arrepentiré de nuestro error — dijo y sonrió.

—El error más bello del mundo, el error que me dio la felicidad.

Me abracé a él y me rodeó con sus brazos, sus dedos comenzaron a dibujar pequeñas figuritas sobre mi vientre.

—Cada vez se acerca más el día de conocer el sexo de nuestro bebé.

—Lo sé — le dije.

—Debemos avisar a los que irán a la ecografía la fecha y la hora.

—Casi puedo apostar que cuando lleguemos al hospital ellos ya van a estar ahí — me reí.

—No lo dudo.

—Nuestros hijos tendrán mucho amor por parte de nuestra familia — le dije.

—Demasiado, tanto que cuando queramos darle un hermanito se lo dejamos a cualquiera de la familia y lo cuidarán contentos — golpeé suavemente su hombro y se rió.

—Amor, aún no nace el bebé y ya quieres más.

—Estamos planteándolo — sonreí y bostecé.

—Alguien ya tiene sueño.

—Siempre tengo sueño.

—El embarazo te cansa mucho ¿Quieres que vayamos con la obstetra para que te revise?

—No mi amor, es normal, a la mayoría de embarazadas les pasa.

—¿Segura?

—Sí amor.

—Ya es hora de dormir señorita — tocó la punta de mi nariz.

—Lo sé.

—Buenas noches pequeña.

—Buenas noches gigante.

—Te amo.

—Yo te amo más.

Cerré los ojos y así lentamente nos fuimos quedando dormidos. Sentí claridad en el rostro, abrí los ojos y miré a Elliot que estaba observándome, sonrió y le sonreí.

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