La venganza como justicia [COMPLETO]©

꧁𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 №１１꧂

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Maik Miller.

A sus 15 años de edad.

Podía ver a mí padre desde la pequeña ventana de puerta, estaba discutiendo, como siempre. Él no podía tener una conversación tranquila y sana con una persona, siempre tenía que descargar su ira con todas las personas que se le acerquen. Y para colmó, tenía una habilidad sobrenatural para poder sacarte de tus casillas. Práctica yoga, cuanta hasta un millón si quieres o lo que quieras hacer para que no te moleste lo que te pueda decirte pero el, es contagioso, como una enfermedad que aunque te cuides es muy probable que te contagies. Pero es tu decisión si quieres que te afecte a largo plazo, es entendible que te afecte al instante, nadie es perfecto, todos somos humanos y sensibles. Es normal.

Gire mi rostro y través de la pared de vidrio que simulaba ser una pared para cualquier persona que está en esa habitación.

Me sentía como en un cine cuando estaba en una de estas salas, las de interrogación. Puedes observar a la persona sin que se den cuenta.

Tal y como lo hacía con ella.

Esa cabellera rubia larga que me recordaba a los girasoles. No podía entender como podía mantenerse tan linda a pesar de no peinar constantemente.

Sabía que Liz, la doctora la visitaba cuántas veces podía y le llevaba ganchos con listones para peinar, pero ella se negaba incluso cuando Liz insistía, solo a veces dejaba que peinara su cabellera, nada de colas o listones. Siempre suelto a su andar.

Sus cortos brazos se mantenían en su regazo uniendo sus manos. Miraba el suelo como si fuera lo más aburrido de su vida pero tampoco examinaba nada más, era como si su cuerpo estuviera como una estatua en esa silla pero su mente estuviera en otro lugar.

De ella solo sabía poco, solo sabía que se llamaba Eva, que le gustaba usar palabras de científicos y... Que era linda a pesar de estar siempre ida o... Triste.

Me levanté de la silla decidido, iba a conversar con ella.

—Maikol. —La voz de mí padre retumbó en la sala.

¿Siempre tenía que hablar así?, ¿No podía simplemente hablar de manera tranquila? Pues no, tenía que gritar.

Suspiró, solo tenía que dar dos pasos más para abrir la puerta.

—¡Maikol!, Te estoy hablando.

Me giro.

—Solo iba a conversar con ella.

—Es inútil, tendrá que irse por donde vino.

La indignación de Liz se escuchó claro en una respiración.

—¡Es una niña! —arroja aún indignada.

—Una muy malcriada y estúpida.

—¡Miller! —exclamó para mí padre.

—Ya mujer, cállate.

—Déjame llevarla al parque.

Mi padre y Liz se detuvieron llevando su atención a mi.