꧁𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 №21꧂

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Ryan Collins.

Mis dedos presionaban las teclas de piano con rapidez por la melodía que quería, mis oídos se llenan de esa melodía que tanto me gusta, queriendo cerrar mis párpados para disfrútala con más tranquilidad.

Y lo hacía, en pequeños momentos me dejaba relajar por las melodías que tocaba sin perder la concentración en este.

El salón de música clásica de mí secundaria, es mí favorito y en el que pasó hasta horas. Tengo una habitación propia con mi piano en mí hogar, pero ya ese lugar no lo consideraba hogar, no en el que más que pueda tocar seguía escuchando las peleas, los gritos, insultos... No es un hogar. Prefería pasar todo el tiempo posible en la secundaria, o realmente en este salón horas y horas tocando el piano o en cualquier otras clases extras en la que me inscriba para poder llegar lo más tarde a mí...

Unos pocos compañeros los he escuchado llamarle, casa a sus hogares pero una vez la nombre así ante mi madre y el regañó que gane por llamarle a nuestra gran mansión, Casa, no lo deseo de nuevo. Así que decido llamarle hogar aunque no lo considero uno.

Escucho que la puerta en el salón que me encontraba solo abrirse, pero no interrumpo mí melodía.

Sin perder la vista en las teclas del piano visualizo que una chica con el uniforme vine a mí. Tocó las últimas teclas trasmitiendo la melodía final.

Levantó la mirada encontrándome a la pelinegra, con cuerpo de modelo que me acosaba.

No la odió, no podría, apresar de sus encuentros en casi todos los lugares a los que voy y que aveces me haga sentir incómodo es una chica educada. Ella a respetado mis límites.

Aunque aún me persiga.

—Hermosa canción, Ryan. —sonríe mostrando sus ojuelos.

—Gracias —asiento—. ¿Que haces tan tarde aquí?

Ella se inclinó entrelazados sus manos creando una presión en su pecho, que me hace unir mis cejas en molestia. Ella no nota, pero su mirada me da entender que fue a propósito.

—Acabó de salir de una clase extra, ¿Y tú? —pregunta con voz seductora que me hace molestar más.

Odió ésto, ¿Acaso creé que tiene que hacer esto para que caiga a sus pies?, Me insulta.

—Tocando el piano —suelto con obviedad levantándome y alejándome de este.

Mí mano se acerca a mí morral pero una mano lo toma antes que yo acercándolo a su cuerpo.

—¿Tienes prisa?

—Si, Amanda, por favor.

Ella se acerca a mí, y notó que su falda es mucho más corta de lo que debería.

Me alejo.

—Por favor, Amanda, mi morral —hago notar mí molestia en mí tono.

Ella sigue dando pasos a mí.

—Ryan, no tengas miedo —sonríe con malicia.

Mis cejas se arrugan, «¿Que le pasa?», Y en ese momento en que eleva uno de sus dedos a sus labios jugando con ellos, soy consciente que jamás había estado a solas con ella, siempre en publico.

—Deja de comportarte así —regaño a lo que ella sonríe aún más.

—¿Te gusta mandar? —muerde la larga uña de su dedo índice en coqueteó—. Puedes obligarme, también me gusta.

La venganza como justicia [COMPLETO]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora