Capítulo 02: acuerdos y manteles agüjerados

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Panem - Distrito 12
Hace tres años

Morgan tomó la navaja, lanzándola con fuerza hasta que ésta atravesó y partió la manzana roja por la mitad, aún prensada a la rama del árbol.

—¿Viste eso?— alardeó ella, consiguiendo que Katniss rodara los ojos.

—La partiste, eso no nos sirve en nada. El punto es comerla, por si lo habías olvidado— respondió la castaña mientras continuaban su camino después de que la otra recuperara la navaja.

—Ese no era mi punto— alegó Morgan siguiéndola entre los árboles —. ¿Has visto lo bien que se me dan los cuchillos?

—Lo he visto— asintió Katniss.

—Ya, pues eso. Dicen que viene de familia, o algo así. Solíamos ser buenos para la forjadura.

Katniss frunció el ceño, tratando de recordar algo que viniera de su familia.

—Creo que nosotros no tenemos nada parecido— confesó con cierta aflicción que se tomó el cuidado de disimular.

Morgan recogió un par de bayas una vez se hubieron detenido, llevando una a la boca de Katniss; quien la comió sin protestar y saboreó el ácido líquido del fruto.

—¿Que no?— preguntó Morgan antes de comer un par de bayas ella misma —. Claro que lo tienen.

Reanudaron su camino con Morgan por delante ésta vez.
Hacía un día precioso. Había sol y viento calma que soplaba con suavidad de vez en cuando. A lo lejos podían oír la corriente de agua en el lago. Pero, por sobretodo, habían conseguido obtener un par de presas que llevarían a intercambiar por cosas que hacían falta en casa de los Everdeen.

—¿Y cuál es, según tú?— cuestionó Katniss no muy convencida.

—¿No es evidente?— devolvió Morgan sonriendo divertida, sabiendo que la castaña se impacientaría por sus rodeos.

—Si lo fuera no estaría preguntando— obvió ella.

Morgan soltó una risa, dando media vuelta para acercarse a la castaña. Debido al desnivel del suelo, Morgan había quedado ligeramente más abajo que Katniss, aún cuando era sutilmente más alta en realidad.

—Mamá solía decir que cuando iba al instituto con tu padre, toda la gente hablaba sobre su voz— comenzó a explicar Morgan, colocando una mano sobre su cintura. Katniss se estremeció. Quizá por el recuerdo de su padre, o quizá por el tacto —. Decían que cada vez que cantaba, el mundo callaba para escuchar.

—Era verdad— asintió la castaña con nostalgia —, pero eso no sucede conmigo.

—Lo hace— rebatió Morgan colocándole un mechón que se había conseguido escapar de la trenza detrás del oído —. Esa vez que tu madre me pidió que me quedara a cenar y cantaste para Prim antes de dormir; sucedió. Y lo noté. Comenzaste la canción y fue como si el mundo entero guardara silencio para prestarte atención.

Katniss rió, desviando la mirada mientras negaba.

—No fue eso lo que sucedió. Estabas demasiado cansada para entender algo.

—Cierto, pero te juro que es real. El mundo calla para oírte cantar.

Katniss sintió sus mejillas ganar calor y, sin saber qué decir, se acercó a depositar un suave beso sobre los labios de Morgan.

Panem - Distrito 12
Tiempo actual

—Ha sido un espectáculo— se lamentó su padre, frotándose la frente con desesperación —. Lo han televisado sin más.

Cenizas | Katniss EverdeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora