Capítulo 07: que la suerte esté siempre de su lado

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Panem - Capitolio

Morgan despertó con la respiración entrecortada a mitad de la madrugada, incorporándose de golpe sobre la cama; tenía la frente cubierta por una fina capa de sudor frío. Tuvo que mirar alrededor, enfocando la vista en los extravagantes muebles de la habitación de Katniss.

Katniss.

Sintió que pudo volver a respirar al recordar. Miró a su lado pero la cama estaba vacía; no había rastro de la castaña. Salió de las sábanas, sentándose al borde de la cama y cerró los ojos para intentar recobrar el control. Su respiración comenzaba a normalizarse de a poco luego de unos minutos, así que se puso en pie sintiendo el frío de las baldosas bajo sus pies descalzos. Caminó a través del pasillo de las habitaciones al oír susurros en la estancia y se detuvo de golpe al caer en cuenta que Katniss y Peeta eran los dueños de dichos susurros. Ambos estaban sentados al borde de una de las ventanas que ofrecían vista a la ciudad sin tener que utilizar el balcón.

—¿Tampoco podías dormir?— preguntó Peeta sin mirarla, parecía enfocado en lo que sea que estuviera pasando afuera.

—No puedo callar mi cabeza— admitió Katniss, abrazándose las piernas contra el pecho al mirar por la ventana.

—¿Piensas en tu familia?

—No— confesó ella —. Pienso en lo que pasará mañana— Katniss volteó a mirarlo, percatándose de sus manos vendadas —. Siento lo de tus manos, en verdad.

—No pasa nada, no tenía manera de ganar de todas formas— suspiró él, mirándose las palmas cubiertas por el vendaje que comenzaba a teñirse con pequeños motes rojos.

Morgan supo que ese era su momento; ella no tenía nada que pintar ahí así que dió media vuelta y volvió por donde salió. Era un momento íntimo entre ellos. Un momento que, aunque ella ya lo hubiese vivido, no le pertenecía porque solamente ellos se entendían.

Entró nuevamente en la habitación sintiéndose exhausta pero sin ganas de dormir, por lo que se recostó con la mirada puesta en el techo. Ella tampoco podía callar su cabeza.

Creyó que Katniss volvería a la habitación en el transcurso de la madrugada, pero no fue así. Comenzó a amanecer cuando Morgan salía de la regadera, se vistió con pantalones negros y una chaqueta del mismo color antes de salir a la estancia.

—¿Han visto a Katniss?— preguntó a Effie y Haymitch tan pronto los vió.

—Se fueron antes del amanecer— respondió él. Parecían notablemente más apagados.

De pronto Effie se acercó a ella, poniéndole las manos sobre los hombros. Debido a los tacones, Effie parecía casi de su estatura.

—Quiero decirte que hacían una pareja preciosa— le dijo ella con los ojos llorosos. Morgan estuvo a punto de corregirla, de decirle que no estaban juntas como tal, pero Effie prosiguió —. Ella era una gran chica, Morgan.

—Aún no está muerta— recordó Haymitch en cuanto Effie comenzó un emotivo abrazo.

Morgan agradeció el gesto con una sutil sonrisa a labios cerrados, no tenía idea de lo que era correcto responder en ese momento, por lo que se limitó a salir al balcón de nuevo; ésta vez sin su habitual cigarrillo entre manos.
Apoyó los codos en la delimitación de piedra, mirando el ambiente en calma que había sobre la ciudad. Quería correr, quería salir huyendo de ahí y sentir las hojas y ramas crujirle bajo los pies como los días en que se agobiaba y el bosque parecía su única escapatoria.

—No estás fumando— observó Haymitch al entrar despacio para colocarse a su lado, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.

—Y tú estás sobrio— devolvió ella sin molestarse en mirarlo, se sentía drenada —; supongo que éste año es milagroso.

Cenizas | Katniss EverdeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora