Capítulo 26 - Estratégas

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Panem - Dentro de la arena

Luego de pocos minutos Johanna volvió para ofrecerles una caracola repleta de agua, la cual Katniss tomó antes de agradecer y comenzar a beber.

Peeta había comenzado a escribir sobre la hoja del mapa nuevo, agregando charlajos a la sección de las cuatro a las cinco. Al menos algo bueno había salido de eso, habían conseguido volver a ubicarse y tener una cierta ventaja.

Finnick se dedicó a tejer otra cesta de agua junto a una red, luego en compañía de Morgan, se sumergieron en el agua para comenzar a pescar la cena. Katniss nadó un poco, lavándose la suciedad y frotándose arena contra las costras para tumbar las escamas y dejar su piel lisa de nuevo, luego se sentó a la orilla del agua para comenzar a limpiar los peces que ellos lanzaban.

La brillante luna había comenzado a salir sumergiendo la arena en un extraño crepúsculo. Estaban a punto de prepararse su cena de pescado crudo cuando comenzó el himno y posteriormente aparecieron los rostros en el cielo.

Cashmere, Gloss, Wiress, Mags, la mujer del distrito cinco, la adicta que dió la vida por Morgan, Blight y el sujeto del diez.
Ocho muertos más, sumados a los ocho de la primera noche eran dieciséis. Dos tercios de los suyos muertos en día y medio, debía ser un récord.

—Nos están destrozando— comentó Morgan mirando hacia arriba.

—¿Quién queda, además de nosotros cinco y los del distrito dos?— preguntó Finnick sentado a su lado.

—Chaff— respondió Peeta al instante y Katniss no pudo evitar pensar en que seguro habría estado pendiente de él por Haymitch.

En ese instante un paracaídas cayó con una pila de panecitos cuadrados individuales. Morgan levantó un largo brazo para tomar al parachute y Finnick se acercó a tomar un pan entre sus dedos, observándolo.

—Son de tu distrito, ¿no, Beetee?— preguntó Peeta.

—Sí, son del tres, ¿cuántos hay?— respondió él.

—Veinticuatro— anunció Finnick al contarlos.

—Podemos comer tres cada uno, y los que queden vivos para el desayuno podrán decidir qué hacer con el resto— dijo Johanna y, pese a que su broma era una insinuación directa sobre su pronta muerte, Katniss rió en voz baja recibiendo una mirada satisfecha de ella.

Esperaron hasta que la ola gigante inundó la sección de las diez a las once, dejando que el agua retrocediera antes ir a acampar a esa zona de la playa. En teoría tendrían doce horas de calma antes de que la ola apareciera de nuevo y tuvieran que moverse. En la sección de a lado podían escucharse chasquidos desagradables que seguramente eran emitidos por alguna horripilante clase de insecto, así que se mantuvieron apartados, en caso de que estuviera al acecho de un pie descuidado para atacar.

Peeta y Katniss se ofrecieron voluntarios para la primera guardia tras terminar de cenar, quedándose solos mientras el resto se tumbaba en la zona alta de la arena para dormirse al instante, aunque Finnick soltaba murmullos con el nombre de Annie de vez en cuando.

Ambos se sentaron lado a lado, contemplando el agua moverse de manera tranquila de un sitio a otro.

—Katniss— dijo el rubio en voz baja —, no tiene sentido seguir fingiendo que no sabemos lo que pretende el otro— ésta lo miró, su cabello rubio se asemejaba a un puñado de hilos de oro que destellaban con la luz pálida de la luna —. No sé qué trato habrás hecho con Haymitch, pero deberías saber que a mí también me hizo promesas.

Era evidente. Lo que resultaba más preocupante de toda esa oración, era caer en cuenta de que su mentor había hecho un trato doble; dos promesas de las cuales solamente podía cumplir una. ¿Cuál habría sido la verdadera?

Cenizas | Katniss EverdeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora