Capítulo 09: ningún final es feliz

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Panem - Capitolio

Para cuando Morgan volvió al cuarto de control su mente parecía estar en blanco. Quizá ni siquiera era un blanco, probablemente podría tomarse más como un gris que asemejaba a una inmensa nube de humo; acaparando todo el espacio, consumiendo su juicio y robándole todo el oxígeno de su sistema hasta dejarle una sensación de adormecimiento en el cuerpo.

Apenas fue consiente de cuando se despidió de Cal, pasando desapercibida la mirada de pena que tenía éste en el rostro cuando Morgan entró solamente para ver un primer plano de Katniss durmiendo junto a un muy herido Peeta.
Había tanta paz en las facciones de la castaña, casi podía volver a sentirla recostada sobre su propio pecho durante las noches en el vagón. Morgan tomó asiento nuevamente una vez estuvo sola. La luz del enorme monitor le reflejaba en el rostro en medio de la oscuridad de la habitación.

Durante unos segundos el humo en su mente se dispersó, brindando espacio para que la vencedora se preguntara si algún día las cosas volverían a ser lo que eran. Entonces ahí, mientras no era capaz de apartar la mirada de la pantalla, comenzó a recordar los días en los que parecía sencillo que ambas se sonrieran sin motivo. Esas veces en las que su cariño parecía bastar para cualquier cosa; incluso para silenciar el tormento de sus vidas. Morgan se preguntaba si algún día Katniss volvería a amarla de esa manera, mirarla de esa forma. Quizá no.

Entonces ahí, una vez más con la mente repleta de humo y la mirada puesta en ellos, permitió que una sola lágrima le bajara por la piel de su mejilla. Una sola lágrima por su pasado, por lo que tuvo y nunca volvería. Una sola lágrima por lo que ella misma fue y nunca volvería a ser. Una sola lágrima por todas las cosas buenas que únicamente suceden una vez en la vida.

Un par de repiqueteos la hicieron despertar. Morgan apenas pudo abrir los ojos para cuando Effie entraba en la habitación seguida por Haymitch.
Había amanecido y ambos se veían notablemente mejor que la noche anterior. Ella, por otro lado, parecía estar al borde de un colapso por agotamiento.  Incluso el cuello le dolía por la mala postura.

—Oh, luces...— la frase murió en los labios teñidos de tinta púrpura de Effie. Al menos trataba de tener tacto —. Morgan, linda, deberías ir a descansar.

—Estoy bien— alegó ella intentando incorporarse sobre la silla con un ronco quejido por el dolor de espalda que le había dejado su pequeña siesta.

—Necesitas dormir— repitió Haymitch manteniendo la puerta abierta mientras se apoyaba en la misma —. De qué les servirá una mentora agotada en un estadio lleno de asesinos.

Morgan no discutió más, la verdad estaba deseando tomar un buen baño y dormir unas cuantas horas para volver a sentirse lo suficientemente estable. Había pasado el humo pero ahora venía el vacío que la hacía sentir una especie de bloqueo.

Salió del cuarto de control dirigiéndose al ascensor al fondo del corredor para subir hasta el último piso en el edificio; el dormitorio de los mentores del doceavo distrito. En cuanto las puertas se abrieron recorrió el espacio hasta su propia habitación. Los colores chillones de los muebles y la excesiva iluminación dentro del piso hacía que le dolieran las cuencas de los ojos. Entró al espacio sintiendo su cabeza dejar de palpitar.

La ventaja de ser uno de los vencedores más cotizados de Panem era tener cosas tan superficiales y estúpidas como un cambio de mobiliario en la habitación o las paredes pintadas de colores menos agresivos a la vista.

Cenizas | Katniss EverdeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora