Capítulo 11: apunta alto

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6 meses atrás
Panem - Capitolio

Descansó la barbilla sobre los dorsos de sus manos mientras miraba por la ventana. En el último vagón devuelta a casa había una vista que era capaz de robarte el aliento; especialmente si venías de lugares tan carentes de vida como la veta. Cristales tan grandes en los muros del vagón que te hacían sentir a centímetros de los árboles que dejaban atrás con cada metro que avanzaban. A donde quiera que miraras las hojas verdes resaltaban entre el color gris que el cielo había adquirido en el transcurso del día.
A pesar de la vista, Katniss no podía evitar sentir que desencajaba con toda la vida que tenía frente a ella. Se sentía hundida en un agujero que parecía oscurecerse segundo a segundo, causando que se perdiera.

—Quieren detenerse para reposar, sería bueno que saliéramos a tomar aire— la voz de Peeta hizo que despertara de su ensimismamiento y se incorporó mientras asentía lentamente antes de ver al rubio tenderle la mano —. Ven, has estado mucho tiempo aquí.

Katniss la tomó permitiendo que él entrelazara sus dedos, sintiéndose repentinamente perdida. De pronto el tacto de su mano no se sentía tan familiar como en la arena. Seguía siendo cálido, seguro, fuerte; pero toda la familiaridad que la había abrumado en la cueva parecía desvanecerse con cada centímetro que se acercaban a su hogar. De pronto, mientras cruzaban el andén tomados de la mano, empezó a cuestionarse si todo eso había valido la pena. Estar viva pero a costa de cuánto; a costa de quiénes.
Peeta se detuvo para tomar un manojo de flores silvestres que le entregó a Katniss con una sonrisa que ella se esforzó por corresponder con el mismo entusiasmo, pero la incomodidad en el estómago pareció reflejársele en el rostro.

—¿Qué sucede?— le preguntó el rubio.

¿Cómo le diría que esas no eran flores sino la parte superior de las cebollas silvestres que se dedicaba a recolectar con Morgan en los bosques antes de que fuera sorteada? Y, que además, le habían recordado que ella no estaba en el tren de regreso a casa con ellos.

—Nada.

Continuaron caminando hasta alejarse lo suficiente para pensar que las cámaras, las decenas de pares de ojos, los micrófonos y entrometidos estarían lejos de escucharlos. Haymitch los alcanzó, deteniéndolos mientras colocaba una mano en la espalda de la castaña.

—Gran trabajo, sigan así en el distrito hasta que se marchen las cámaras— incluso ahí, lejos de todo, bajó la voz a mitad de un asentimiento y después se marchó.

—¿De qué habla?— preguntó Peeta mientras Katniss intentaba evadirle la mirada.

—Del Capitolio. No les gustó nuestro truco de las bayas— soltó ella.

—¿Qué?

—Les pareció demasiado rebelde, así que Haymitch ha estado ayudándome para que no lo empeorara.

—¿Ayudándote?— repitió Peeta, parecía desconcertado —. A mí nadie me ha ayudado.

—Eso es porque eres lo suficientemente listo para hacerlo bien— Katniss bajó la mirada a las "flores" que había tomado para ella apenas unos minutos atrás.

—Ni siquiera sabía que había que hacer algo bien— repeló él con repentina molestia en la voz —. ¿Estás diciéndome que todo este tiempo fue una estrategia de ambos?

—No, es decir, en la arena ni siquiera tenía comunicación con él— Katniss comenzó a balbucear.

—Aún así sabías lo que quería que hicieras— dedujo él, recibiendo el silencio como una respuesta a la que asintió —. Fue todo una actuación.

Cenizas | Katniss EverdeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora