Cenizas | Katniss Everdeen

Capítulo 37 - Grietas

Panem - Distrito 13

¿Qué me quebrará?

Esa fue la pregunta que la consumió durante los tres días que estuvieron enterrados en el búnker, esperando a ser liberados de su prisión.

¿Qué era lo que la quebraría en millones de piezas de modo que estuviera más allá de poder ser reparada, más allá de la utilidad? No se lo había mencionado a nadie, pero la devoraba en sus horas despiertas y entretejía a través de sus pesadillas.

Las bombas se habían dispersado a lo largo de las horas de modo que, justo cuando comenzaban a pensar que el ataque había acabado, otra explosión enviaba ondas de conmoción a sus entrañas. Para ese punto, se sentía más como si los ataques fueran diseñados para mantenerlos encerrados, pero no para destruir el distrito. Coin tenía razón en ese punto. No destruyes lo que quieres adquirir en el futuro. Entonces quizá lo que ellos querían en verdad, a corto plazo, era detener los asaltos a la cadena abierta y mantener a Katniss fuera de las televisiones de la nación.

La electricidad iba y venía a ratos, y era durante las noches que iniciaba una función a la que la gente había nombrado gato loco. Katniss agitaba la luz de una pequeña linterna en el suelo, y Buttercup intentaba atraparla. Fue en la tercera noche, durante su juego, que respondió a la pregunta que tanto la había estado carcomiendo.

Ella era Buttercup. Morgan era la luz, la cosa que más quería obtener con todas sus fuerzas. Siempre que Buttercup sentía que tenía la oportunidad de atrapar la esquiva luz bajo sus patas, él estaba erizado de forma agresiva. Esa era la manera en que ella había estado desde que dejó la arena con Morgan viva. Cuando la luz se iba completamente, Buttercup estaba temporalmente inquieto y confundido, recuperándose posteriormente para enfocarse en otras cosas. Eso sería lo que sucedería si Morgan moría. Pero la única cosa que ponía a Buttercup en una caída en picada era cuando la castaña dejaba la luz encendida, pero colocándola de manera desesperanzadora fuera de su alcance, en lo alto de la pared, más allá incluso de sus habilidades de salto. Él se paseaba bajo la pared, lamentándose, y no podía ser reconfortado o distraído. Él era inservible hasta que Katniss apagaba la luz.

Pensar que Morgan estaba en su posesión y siendo torturada para revelar información era malo, pero pensar en que estaba siendo específicamente torturada para incapacitarla era insoportable. Y fue bajo el peso de esa revelación que Katniss en verdad comenzó a romperse.

Después de la función del gato loco de esa noche, todos fueron a dormir. Prim, quien había decidido que quizá las paredes no colapsarían, había ocupado la cama inferior de la litera, mientras que su madre ocupaba la superior. Katniss, sin intenciones de dejarlas solas, se había acomodado en una cama en el suelo. Sin embargo, no podía dormir.

No podía siquiera moverse, como si sus músculos estuvieran rígidos con la tensión de mantenerse entera. El dolor sobre su corazón había vuelto, y desde ese dolor podía imaginar pequeñas fisuras esparciéndose por su cuerpo. A través de su torso, bajando por sus brazos y piernas, sobre su rostro, dejándolo entrecruzado con grietas. Una buena sacudida de un misil y fácilmente podría destrozarse en extraños fragmentos afilados como dagas.

Durante la mañana, después de una larga noche de insomnio, Coin anunció que finalmente podían dejar el búnker; aunque no para ir a sus antiguos cuarteles puesto que habían sido destruidos con el bombardeo. Todos debían seguir instrucciones exactas para llegar a sus nuevos compartimentos. Limpiaron sus lugares, como se les había indicado, e hicieron fila obedientemente hacia la puerta.

Antes de que estuviera siquiera a mitad de camino, Boggs apareció para sacar a la castaña de la fila, haciéndoles señal tanto Finnick como a Gale para que se les unieran. La gente se movía a los lados para permitirles pasar y Katniss no pudo evitar notar que algunos incluso le sonreían. Al parecer la función del gato loco la había vuelto más adorable. Al salir por la puerta subieron las escaleras, caminaron por el pasillo a uno de los ascensores y finalmente llegaron a defensa especial. Nada en todo su camino había sido dañado, pero aún continuaban a mucha profundidad.