Capítulo 25 - Pérdida

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Panem - Dentro de la arena

Morgan no dudó en llevar las manos a las empuñaduras de sus espadas, viendo al resto hacer lo mismo con sus armas, y al volverse vislumbró brevemente a Gloss empapado dejando caer el cuerpo de Wiress a su lado, a la que le había abierto una brillante sonrisa roja en el cuello. La punta de la flecha de Katniss atravesó su sien derecha y, en el instante que tardó en volver a cargar, Morgan había clavado la longitud de una de sus espadas en el pecho de Cashmere.
Finnick desvió la lanza que Brutus había tirado a Peeta, sacándose después el cuchillo de Enobaria del muslo. De no ser por la cornucopia, sus rivales no tendrían tras qué esconderse y ambos tributos del distrito dos estarían muertos.
Morgan salió disparada tras Enobaria, saltando entre los rayos para perseguirla.

Bum, bum, bum.

El cañón había confirmado que no había nada que pudieran hacer por Wiress, y que no hacía falta rematar a Gloss o Cashmere.
Morgan, al igual que el resto de sus aliados, rodeaban el cuerno persiguiendo a Brutus y Enobaria, quienes corrían por una franja de arena hasta la jungla.

De pronto, el suelo tembló bajo los pies de Morgan, haciéndola caer de lado sobre la franja. El círculo de tierra en el que se encontraba la cornucopia comenzó a girar deprisa, muy deprisa, y vió la jungla pasar a su alrededor como una mancha. Notó la fuerza centrífuga que la empujaba hacia el agua, por lo que clavó ambas puntas de sus espadas en la inestable tierra, cerrando los ojos con fuerza entre el mareo y las partículas de arena. Lo único que podía hacer, literalmente, era sujetarse hasta que frenaron de golpe.

Entre toses y náuseas, se sentó y vió alrededor encontrando a todos en las mismas condiciones. Finnick, Johanna, Peeta y Katniss habían conseguido no salir volando, mientras que los cuerpos de los tributos muertos habían acabado en el agua.
Los cinco se arrastraron para sentarse en conjunto, jadeando y quitándose la arena de la boca.

—¿Dónde está voltios?— preguntó Johanna. En ese instante todos se pusieron de pie para recorrer el cuerno tambaleantes antes de confirmar que no estaba.

Finnick fue quien lo divisó a unos veinte metros de distancia, en el agua, flotando apenas, por lo que se lanzó nadando para rescatarlo. Y entonces Morgan recordó el cable. Escaneó el lugar con urgencia hasta vislumbrarlo en la mano de Wiress, a lo lejos en el agua.

—Cúbranme— pidió al resto. Soltó las armas y corrió por la franja de arena más cercana al cadáver. Sin frenar, se lanzó al agua y comenzó a nadar en su dirección.

De reojo notó el aerodeslizador aparecer sobre ellas, abriendo su pinza para comenzar a descender en busca del cuerpo, sin embargo no se detuvo. Al llegar an ella sacó la cabeza jadeante, evitando tragar el agua cubierta en la sangre que escurría de su herida entorno al cuerpo. Estaba flotando boca arriba gracias al cinturón y la muerte, mirando el sol implacable. Tuvo que arrancarle el rollo de los dedos puesto que lo tenía agarrado con fuerza antes de morir, pasándole luego la palma por los párpados para cerrarlos y después alejarse nadando de vuelta a la arena. Al salir chorreante del agua lanzó la bobina sobre el suelo, jadeante y con una mezcla de sabor a sangre y agua de mar en la boca.

Finnick había conseguido volver a salvo con Beetee, quien se lanzó a tomar la bobina entre sus manos a mitad de un suspiro de alivio.

—Gracias— dijo levantando la mirada a Morgan, quien asintió aún incapaz de hablar por su respiración irregular, y comenzó a desenrollar un trozo de alambre para frotarlo entre sus dedos.

Katniss, con el estómago aún revuelto, miró el cable con detenimiento. No era ninguno que reconociera, éste era de un dorado pálido, tan fino como un cabello. Seguramente tendría buena longitud, varios kilómetros para llenar una bobina tan grande, sin embargo no se lo preguntó porque supo que estaba pensando en Wiress.
Miró las caras serias del resto. Finnick, Johanna y Beetee ya habían perdido a sus compañeros de distrito por lo que, sin pensarlo dos veces, se acercó a Peeta para rodearlo en un abrazo.

Cenizas | Katniss EverdeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora