Tell me the true...

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La despedida fue algo extensa, realmente no quería irse pero tenía que enfrentar las cosas, él no era un cobarde. Sus abuelos lo abrazaron una última vez a las cinco de la mañana no sin antes recordarle que podía venir cuando quisiera, su Tito le dijo que contaba con todo su apoyo en la decisión profesional que tomará, Gia le ofreció un cálido abrazo no sin antes recordarle que si Louis no se daba cuenta del gran chico que él es, en definitiva no lo merece, por último Keith casi le exigió que trajera a su esposo en la próxima visita, el rizado fingió una sonrisa y asintió.

Las cinco horas -a propósito- que hizo de regreso le sentaron bien, esta vez si conectó su Apple Music a la consola del Porsche, cantando sus canciones favoritas a todo pulmón. Exactamente a las diez y media de la mañana estaba llegando a su casa, de acuerdo con el mensaje de Louis de ayer por la noche la entrevista sería en media hora en su oficina, en el camino a su habitación se encontró con Esther saliendo de una de las habitaciones.

—Oh, señor—expresó con sorpresa y ¿alivio?—Que alegría que por fin llegó.

—Solo me fui cinco días—respondió con una sonrisa.

—Pues fueron eternos, su esposo no hacía más que gruñir y estar de mal humor— hizo un ademán con sus manos haciendo reír a Harry, ella era de las más jóvenes, probablemente tendrá unos veintinueve años— pero no le diga que yo le dije.

El rizado quiso evitar sentir la calidez en su pecho ya que de seguro no era por él, tal vez Louis había teñido problemas con Danielle, tranquilizó a la empleada asegurando que no diría nada y se dirigió a la habitación principal para tomar una ducha y arreglarse, eligió uno de sus pocos trajes en color azul marino con camisa blanca desabrochada muy a su estilo, se calzó sus infalibles botas de piel negras. Iba de salida pero se regresó al vestidor al recordar que era algo formal así que husmeó en el cajón de corbatas de Louis.

Mientras las veía no pudo evitar que un pensamiento viniera a su mente «¿Ella le regaló alguna de estas?», lo ahuyentó con un movimiento de cabeza y tomó entre sus manos una color azul de satén lisa, rezando porque no fuera un regalo.

Vio su celular y claramente tenía el tiempo exacto para llegar a la empresa, se subió al Porsche y pisó el acelerador sorteando el tráfico de Londres no sin antes detenerse por un café que le tomó más de lo planeado así que llegó con diez minutos de retraso al estacionamiento subterráneo, bajó del auto y Anthony estaba ahí, al parecer esperándolo.

—Buen día Anthony.

—Buenos días joven Harry— saludó el hombre cortésmente mientras presionaba el botón correcto del elevador— Me alegra verlo de nuevo aunque he de decir que me mortificó un poco cuando desapareció.

—Oh lo lamento, Anthony— le dijo el menor golpeándose la frente— pero que inconsciente soy, debí avisarte que estaba bien.

—Descuide— el hombre le restó importancia pero agregó con su mirada puesta en el menor, transmitiendo calidez:— pero a la próxima que decida irse agradecería que me avise si se lleva el Porsche o cualquiera de los vehículos de la colección del señor Tomlinson, su esposo se molestó por eso.

—Uh... En una escala del uno al diez, ¿Que tanto se enojó?

—Un veinte— la cara del jefe de seguridad le causó mucha gracia así que soltó una carcajada.

Se lo merecía por mentiroso.

Las puertas se abrieron y se encaminaron directo a la oficina donde ya estaba un equipo de fotografía, una mujer y el castaño estaban muy sonrientes en uno de los sofás, demasiado cerca, eso solo lo hizo rodar los ojos, no saludó para ir directamente al escritorio a dejar su café para anudarse la corbata. Estaba siendo jodidamente difícil sin un espejo dado a que no tenía tanta práctica pues él no las utilizaba.

The proposal that changed my life (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora