Jelousy...

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Soltó la mano de Louis antes de llegar a la puerta que conducía al gran taller de Lilouan, el mayor lo volteó a ver con un gesto confundido.

—No quiero dar la imagen de ser el esposo del jefe.

—Pero eres el esposo del jefe, técnicamente— refutó con obviedad el castaño y ese argumento hizo sentir una calidez en el pecho de Harry.

—Sabes a lo que me refiero.

—Bien— acordó alisandose el traje azul marino que le quedaba perfectamente ajustado a su cuerpo— ¿También querrás usar tu apellido de soltero?

Lo había pensado en todo el camino, por una parte le gustaría llevar en alto su apellido en esta nueva etapa, pero también estaba el hecho de que lo había cambiado legalmente -al menos lo que dure su matrimonio- y ya se había acostumbrado -tiene que admitir-  a que le llamen por el apellido del hombre del que ahora está enamorado, no tenía problema con ello, además había pensado en la madre del ojiazul, la bella Lily siempre utilizó su apellido de casada en toda su trayectoria aunque pudo utilizar el "Roosevelt", no lo hizo, así que Harry lo tenía decidido.

—No, creo que usar tu apellido que era el mismo de Lily me hace sentirla cerca y que me acompaña en esto.

El castaño asintió y señaló con su mano el camino:—Vamos, mima-... señor Tomlinson, su equipo lo espera.

Un nudo se instaló en su estómago sin embargo asintió con fingida convicción y avanzó al mismo paso que el empresario, su rostro cambió al que utilizaba en los negocios, de alguna forma debía de dar una buena imagen desde el momento en que cruzó la puerta de la entrada, el lugar estaba exactamente como Harry lo recordaba, las paredes blancas, los sofás de espera en color lila -el favorito de la difunta diseñadora-,  Los grandes ventanales que tenían vista a un jardín, las letras en dorado resaltando el nombre de 'Lilouan'. El mayor lo dirigió hacia la chica rubia que atendía la recepción, les dio una sonrisa y los buenos días mientras le otorgaba su credencial junto a su llave electrónica.

—Con esta llave usted tiene acceso a todos y cada uno de los rincones de este edificio a cualquier hora del día, solo necesitará deslizar la tarjeta por el sensor de cada puerta y listo— explicó la rubia, su nombre era Emily— los demás tienen acceso limitado salvo usted y el señor Tomlinson, ¿Alguna duda?

—No, muchas gracias Emily— se despidieron de la joven y se adentraron en el elevador, el menor se movía de un lado a otro, cosa que Tomlinson notó así que presionó el botón para que detuviera la subida de la caja metálica.— ¿Qué haces?

—Estás demasiado nervioso, Harold— ambos se giraron para verse y el más joven tenía su labio inferior entre sus dientes. El ojiazul podía admitir sin problemas que se veía muy bien con esa camisa de vestir negra y sus skinny del mismo color, daba esa vibra de ser el nuevo director creativo de una marca de moda de lujo.

—Es que... no puedo evitarlo— admitió el ojiverde pasando su mano por sus rizos, se había mentalizado de este momento pero en cuanto entró al edificio todo se le vino encima— ¿Puedes darme un abrazo?—la pregunta hizo que el castaño rodara los ojos para después sonreír y extender sus brazos.

—Ven aquí, mimado— el joven inmediatamente se refugió en aquel cálido abrazo que le era otorgado por su primer enamoramiento real, necesitaba esto, sabía que Louis había confiado en él para este trabajo y no lo iba a decepcionar, se quedaron unos breves instantes así unidos, con el rizado escondiendo su cabeza en el hueco del cuello del mayor, acoplándose a la diferencia de estatura.

The proposal that changed my life (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora