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Son las 6 de la mañana.

Soy incapaz de dormir. No puedo parar de darle vueltas a la cabeza, cada vez que cierro los ojos lo veo, puedo sentir aún sus labios encima de los míos, sus manos fuertes y venosas en mi cadera, mis brazos en su cuello mientras nuestros labios se besan entre ellos dejando una que otra mordida, siento unos golpes en mi puerta que me hacen sobresaltarme, me encuentro a chris en la puerta, agitado a más no poder, con el bonito detalle de que ha venido sin camisa dejando ver todos sus tatuajes, a eso súmale las ojeras que se le estaban formando y el pelo alborotado. Me caigo muerta de lo sexy que está.

–¿Que haces aquí?

No obtuve respuesta, el tomó mis mejillas y me besó con ganas, sentí su lengua recorrer mi boca, así que hice lo mismo creando una batalla que obviamente ganaría el, ya que la llevó hacia mi cuello, humedeciendo toda esa zona. Solté un gemido al sentir el tacto. Pero más gemí con cada prenda de ropa que me quitaba. Me dejó desnuda cuando quise darme cuenta estaba encima de mi, acaricié su espalda tatuada de los dioses griegos mientras el besaba con ansias mi cuello. Empecé a sentirme rara, como si de un momento a otro no sintiera absolutamente nada de nada, segundos después escuché la alarma del despertador, abrí mis ojos, suspiré frustrada. Lo apagué de un golpe y arregañadientes me levanté.

Fui no muy segura a desayunar, le pedí al universo mil veces que no me lo encontrará, pero ahí estaba con Erick desayunando para irse a trabajar.

– Buenos días – Erick se levantó y besó mi mejilla – ¿Como está hoy la mujer más bella del mundo?

– ¿Como quieres los huevos en tortilla o revueltos? – le dije cansada. Ya sabia hacia donde iba el peloteo.

– En tortilla gracias y dos tiritas de bacon y aguacate.

– ¿Tu quieres algo? – me giré hacia Chris, el cual estaba intentando disimular mirando hacia otro lado.

– ¿Yo?

– no, mi abuela – Erick lo collejeó – Espabila pendejo.

– Yo no gracias, yo me preparo mis tostadas – Quiso levantarse pero volví a sentarle, se quedó mirándome como un auténtico imbécil. Supongo que por eso no me miraba nunca. Porque cuando lo hacía parecía el más payaso del circo.

– Yo las hago, para eso me pagas.

– te pago para que limpies no para que seas mi criada, además es fin de semana – volvió a levantarse, coloqué la mano en su hombro para que se volviera a sentar.

– No me importa hacerlo, tu siéntate.

– A mi tampoco me importa hacerlo.

– ¿Que pasa aquí? – mimi se adentró en la cocina, miró a Erick, el cual se encogió de hombros.

– Es chris, está más raro que un perro verde montando en patinete – Ambos amigos se miraron entre risas – Aquí ha pasado algo y por eso están las cosas incómodas.

– ¿Algo de qué? – resoplé nerviosa buscando el pan de molde y los huevos – Que tontería por dios.

– A mi no me pasa nada de nada, no dormí bien anoche y punto.

– Estamos bien – añadí – igual que siempre. A que si, Chris.

– Si – asintió nerviosamente – iros al carajo, adiós me voy a trabajar.

– ¿Y las tostadas?

– No me da tiempo adiós Angie – salió corriendo de allí.

– Se ha ido corriendo – Erick vió a su amigo atónito.

Algo Más || Christopher Vélez [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora