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Para Ribbeca, el rechazo directo de Wonka le había afectado y sus sentimientos estaban mas expuestos que nunca.
Esa noche tuvieron que dormir expuestos al frío de una manera exagerada, sin embargo poco podían hacer ante ello.
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A la mañana siguiente, resulta que los reporteros y la gente de la prensa habían esperado hasta ahora para ir con la familia Bucket y preguntar cómo les había ido en la fábrica.
Y ya que fue una experiencia preciosa y a la vez muy triste para todos, decidieron no dar detalles, aunque todos estaban vueltos locos por saber que premio se había llevado Charlie.
Fueron corridos de una manera amable y ya que no podían hacer nada, ellos se fueron.
Esa mañana las cosas no fueron iguales, todos estaban muy callados, Ribbeca en especial, no decía una sola palabra.
Su familia, que no era tonta, se dio cuenta de la razón así que decidieron no preguntar.
Y en el absoluto silencio Ribbeca se despidió con un simple “Nos vemos”
En su camino su mente daba una y mil vueltas, aunque no quisiera y por más que lo evitaba sus sentimientos estaban expuestos de una manera en que nunca lo habían estado.
La noticia de que Charlie Bucket había ganado el premio ya estaba extendida en todo el mundo y más en la pequeña ciudad donde vivían.
Sus vecinos o la gente que los conocía, miraba a Ribbeca con ilusión, los que alguna vez los ayudaron aún más, esperando recibir algo a cambio.
Sin embargo la joven castaña no le dio importancia.
Al llegar a su trabajo su rubio novio la recibió con un fuerte abrazo y un beso.
—Buenos días, mi amada — sonreía.
—¿Como te fue ayer?
—Anthony, si no te molesta, no fue muy bien, no quisiera hablar ahora.
Anthony sonrió y entendió al instante.
—Esta bien, no te preocupes, lo entiendo.
—¡Ribbeca Bucket! — grito un hombre de mediana edad, buscando a la joven por toda la plaza— ¡Ribbeca Bucket!
—¡Aquí estoy! — dijo ella alzando una mano para que la viera.
—¡Oh, querida!— exclamó, cuando se acercó a ella la miró un poco desagradable.
Anthony y ella miraban a su gerente con curia.
—Necesitas ayuda pero ya— Dijo mirándola de arriba abajo— venga, sígueme, princesa— le indicó.
—Ya vuelvo — aviso a Anthony.
Este señor, llamado Adam, abiertamente homosexual, era el gerente de la fábrica dentífrica.
—Cariño, estás en los huesos, estás demacrada, ojerosa, tus ojitos verdes ya ni se notan, son opacados, necesitas urgentemente un ascenso— le comentaba entrando a su oficina.
—Han sido días muy difíciles, Adam, no sabes cuánto.
—Lo se, Ribbeca, lamento no poder ayudar pero ahora te tengo buenas noticias— sonrió y buscaba un papel entre todos los que estaban en su escritorio—¡Aquí! ¡Este! — tomo el papel y lo extendió a Ribbeca.
Lo miró, analizó y leyó con mucho detenimiento —¿Nuevo contrato? ¿Supervisión? — decía sorprendida.
—Así es, cariño. Has sido ascendida a supervisora del departamento donde estas actualmente, felicidades.
—Espera, Adam, yo no sé nada de supervisión, ¿Qué pasó con Antonella?
—Antonella ya parió a su hijo y se fue por voluntad propia especificando que nunca regresaría. Y respecto a lo de no saber, no te preocupes, Antonella tampoco sabía y presiento que tú eres mejor para eso.
—Adam, no me hagas esto, yo no puedo aceptarlo, no se nada.
—Mira, niña, también siento que fue por qué tu hermano ganó entre los otros niños por qué hablando de quién expresa mejor el puesto, lo tenía Samuel, pero, si ya es un ascenso para ti que el jefe no piensa retractar, pienso que puedes aprovecharlo, lo necesitas y yo te estaré ayudando— Adam se acercó a ella y le tomo las manos.
—Muchas gracias Adam— sonrió. La primera sonrisa sincera que había dado.
—Te lo digo enserio, aprovéchalo, y tengo otro aviso ¿Puedes decirle a tu padre que venga mañana? Arturo me dijo que sabía unas cosas de mecánica y la máquina se nos descompuso.
—Esta bien, yo le digo.
—Muy bien, princesita, ahora, ¿puedes firmar el contrato?
—Esta bien, pero tú estarás detrás ¿Va? — dijo sonriente.
Adam le devolvió la sonrisa.
Ribbeca se llevaba muy bien con el por qué gracias a el y a qué le cayó bien la chica, había insistido a su jefe principal el poder contratarla, desde entonces le ha ayudado bastante.
Adam le explicó lo que debía a Ribbeca, sobre su sueldo, sus obligaciones y demás.
Y firmó.
La nueva noticia, a pesar de que fue gracias a Willy Wonka, la tenía contenta, ahora su padre tenía trabajo y ella un mejor sueldo.
Tenía razón la abuela Josephine al decir que todo mejoraría, aunque no en su corazón herido.
♡
Su día oficial como supervisora empezaba mañana, así que ese día lo tenía que completar como trabajadora.
Anthony notaba su mejor humor, pero no podía descuidar sus labores por ir a platicar con ella.
Tuvo que esperar hasta su hora de salida para encontrarla.
—¿Ya estás mejor? — pregunto con temor— ¿quieres comer?
—Yo— decía Ribbeca pensativa y sin mirar a Anthony— no yo… ¿Por qué no platicamos? — sugirió
Desde luego el le dijo que estaba bien.
Ribbeca estaba nerviosa pero sabía que lo que iba a hacer era necesario por respeto a el y a ella misma.
Caminaron lentamente, con las pocas fuerzas que Ribbeca tenía, hasta un pequeño banco donde cabían ellos dos perfectamente con su debida distancia.
A Anthony también se le notaba nervioso, sabía que nada bueno podía salir de cuando Ribbeca pide hablar con una mirada tan seria, pero estaba preparado para todo.
Ribbeca igual de nerviosa decidió hablar— Ayer Charlie y yo la pasamos increíble dentro de la fábrica, fue algo que de verdad nunca nos imaginamos, cosas que tu oyes y simplemente no te cabe en la cabeza que sea posible — contaba sin mucha emoción— pero no todo fue bueno.
Ribbeca se díspuso a contarle todo lo que había pasado sin faltar algún detalle.
—Tu no mereces estar con alguien que piensa en otra persona
—Ya entiendo— dijo totalmente comprensible— a decir verdad, nunca pensé que el que fueras ahí significaría perderte, Willy Wonka, un señor mayor…
—Bueno, tampoco es que este yo muy joven— río— tu si lo eres.
—Entiendo que para el amor no hay una edad concreta, simplemente sucede, pero estoy sorprendido.
—Yo lo se.
Se quedaron en silencio unos 2 pesados minutos
—Esta bien, Ribbeca— rompió el silencio el chico llamando por su nombre completo a la castaña— yo lo entiendo y agradezco que me lo dijeras a pesar de que piensas que nada más sucederá con él.
Ella sonrió— Gracias.
Entonces fue ahí donde Ribbeca había dado fin a su relación comprometedora, teniendo como respuesta una positiva comprensión que agradeció mucho.
Seguidamente la felicitó por su nuevo cargo.
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Al llegar a su casa Ribbeca anunció a su familia las dos nuevas noticias, desde luego todos se alegraron y felicitaron pensando que ese nuevo cargo le permitiera a Ribbeca olvidar los acontecimientos pasados.
Charlie que ahora se había tornado mas cariñoso con su hermana, opto por pedirle dinero para comprar una bolera y salir en las tardes a bolear zapatos, eso dejaría un poco mas de dinero para la familia y así fue.
Pasados una semana, con su primer sueldo de supervisora logró comprarle a Charlie lo que pidió, su padre tenia ese trabajo de mientras, aunque no era permanente pero aun así logró llevar algo diferente para la cena en la semana mientras que Ribbeca destinó su sueldo para lo que Charlie pidió.
—Corazón ¿me vas a decir que te enamoraste del chocolatero? — decía Adam con sorna sentado en la silla que se encontraba frente al pequeño escritorio de Ribbeca.
—No estoy segura de sí fue enamorarse— contestó ella.
Había decidido contarle a Adam, -con quien se llevaba mucho mejor desde su ascenso- sobre lo que paso en la fábrica.
—Pues mira, perdida no estas, que engancharse con uno de los hombres mas millonarios de todo el mundo no es nada tonto— rio— pobre del rubio bonito, le has roto el corazón.
—De todas maneras, solamente quiso a Charlie para mudarse, las cosas terminaron ahí sin si quiera empezar— sorbio su taza de café— y Anthony no lo tomo muy mal, somos amigos así que estamos bien.
—Amigos que se dan— susurró para él.
—¡Adam! — gritó Ribbe
—Bueno, bueno ¿Cómo va tu hermano con su pequeño negocio? — cambió el tema.
La castaña solo rodo los ojos — le va bien, parece que hay bastantes personas buscando boleros y como es un niño, mas le dan la oportunidad.
—Qué bueno, guapa, me alegra que les este yendo mejor— comentó sinceramente.
—Así como que digas “mejor” no estoy segura, pero por lo menos estamos estables.
—Bueno, me voy a mi puesto, linda, cualquier cosa me hablas, por cierto, cuando ese hombre millonario regrese, no te olvides de mi— dijo asegurando el hecho.
Ribbeca quedó desconcertada, ella sabía que eso no pasaría, Wonka tenía una idea diferente de lo que era “familia” y hacerlo redimirse sería complicado y más desde ese día no lo ha visto, si tardo más de 15 años en verlo, no le sorprendería no verlo hasta su funeral.
Y hablando de funerales, le entristecía el hecho de que su orgullo no lo dejara llevar acabo su objetivo final, los que sufrirían serían sus Oompa Loompas ya que ellos no son buenos con los sabores.
Willy Wonka estaba más solo que nada.
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—¿Cómo te sientes ahora Ribbe? — preguntó su hermano sin despegar la atención de su trabajo.
Ribbeca en sus días libres a veces iba con su hermano para hacerle compañía mientras boleaba.
—Bien, el trabajo sabes que me gusta, ahora nos está yendo mejor gracias a eso y a que papá consigue trabajos reparando cosas.
—Sabes a lo que me refiero— la volteo a ver con obviedad.
Dio por terminada la boleada de ese cliente, este le pagó y se retiró, pero enseguida llegó otro.
Muchas veces o más bien, todos los que iban mientras sus zapatos les eran limpiados preferían leer el periódico ya que mantener una conversación con un niño no les parecía interesante.
Este cliente no fue la excepción, extendió su gran periódico y leyó y leyó.
—¿Te refieres a…? — pregunto Ribb sin querer decir el nombre como tal.
—Yo no soy mucho de preguntarte, pero sinceramente no deja de preocuparme desde esa vez que se fue.
Ribbeca pudo notar como el agarre del periódico del cliente se forzó, lo miró un tanto extrañada, pero siguió con su hermano.
—Estoy bien— aceptó — te soy sincera me siento herida pero no es nada que me impida seguir con mi vida, mi trabajo me distrae bastante— sonrió.
—Me alegra, pensaba yo que te morirás de depresión — río — es broma, pero si me preocupas.
—Lo se, pero no hace falta, dentro de poco me olvidaré de el.
Miro de reojo a la persona que parecía estar mirándola a ella detrás de ese periódico.
Unas gigantes gafas muy similares.
—¿Ant no te reclamó?
—No, es un chico bastante lindo y comprensivo, claro que no fue su mejor momento, pero ahora que somos amigos creo que lo entiende mejor, a parte, de que deje el puesto recientemente entro una linda chica llamada: Teresa si no mal recuerdo. Ellos parecen llevarse muy bien— Ribbeca volteada de vez en vez al tipo, pero este ya no la miraba, puso su periódico de por medio.
—Qué bueno, esperemos que les resulte bien.
—Lo mismo pienso, aunque espero que Anthony tenga a una mujer especial.
Charlie estaba creciendo poco a poco y a pesar de que no dejaba de ser un niño, apoyaba demasiado a su hermana en el aspecto de que la oía.
El niño ya no le había contestado a su hermana ya que se dio cuenta de que en ese zapato tenia una peculiar W, y no cualquiera tiene eso.