Reencuentro

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Pasaron un par de días y mi padre me ordenó ayudar a Greta a preparar su equipaje para Ars Mysticum. Además de ser su tutora privada por estos días con la finalidad de explicarle como funciona su magia y que ella tenga con mejor control de sus poderes.

El tiempo pasó rápido y cuando menos lo espere se llegó el día de volver a la Academia, desde muy temprano ya teniamos nuestro equipaje listo. Nisa enseguida ocupo su lugar como esposa de mi padre y salió a despedirnos.

Antes de subir al carruaje que nos llevaría directo a la Academia, Nisa nos dio un fuerte a abrazo a cada una y un beso en la frente, a estas alturas mi padre ya se encontraba de regreso en el palacio para continuar con su trabajo.

En todo el camino Greta hablo sin parar, emocionada por su nueva aventura en Ars Mysticum mientras que yo le explique que la Academia está protegida por un capa de magia invisible para evitar que gente externa ingrese al instituto.

Al fin llegamos a la escuela, esta se encuentra en medio de un bosque, a simple vista todo parace normal, pero la barrera esconde las instalaciones del lugar, es una forma de proteger a la escuela y a sus estudiantes.

El carruaje se detuvo, Greta y yo descendimos de él, nuestro chofer enseguida bajo todo el equipaje, solo los seres mágicos podemos entrar al lugar, hay una puerta la cual se abre mediante un hechizo, dicha puerta solo es visible para nosotros los Magos.

Pronunce las palabras correctas
Introibo in mundum mysticum — enseguida la gran puerta de madera llena de diferentes simbolos magicos los cuales se iluminaron al escuchar mis palabras se abrió ante nosotras, tomamos nuestra maleta y cruzamos la entrada.

Todo se veía exactamente a como lo recordaba, me dieron ganas de llorar, pero seria raro para Greta verme en ese estado, por lo tanto respire profundamente y continúe mi camino para llegar a la escuela.

Greta se veia extasiada — ¡Astrid este lugar es increíble!

Delante de nosotros un inmenso castillo blanco con enormes jardines llenos de rosas rojas adornan todo el lugar y una fuente enorme con agua cristalina nos da la bienvenida.

— Es hora de entrar Greta, sigueme.

Caminamos hasta llegar a la entrada del castillo, cruzamos un pequeño puente el cual nos dirige al salón de bienvenida del castillo, por desgracia a la primera persona que vi fue a Milos acompañado por su fiel amigo Caleb.

Sentí que el tiempo se detuvo, se ve tan joven, con un aire de superioridad que resalta en todo el lugar, al ser más alto que Caleb es imposible no verlo, su cabello oscuro cae de forma natural en su frente y su hermosa piel color vainilla me hace querer tocarlo aunque sea una vez más.

Sus hermosos ojos violetas se posaron en mi, hice una pequeña reverencia y decidí seguir avanzando hacia los dormitorios, de ahora en adelante enterrare toda clase de sentimientos que me genere Milos, no volveré a enamorarme.
     

                           *********

Por ordenes de mi hermano hace tres semanas que me encuentro en la Academia, apesar de estar entrenando arduamente es aburrido estar aquí solo, bueno casi solo, mi única compañía el profesor Kaan y mi buen amigo Caleb.

La buena noticia es que porfin mañana inicia el curso escolar y no será tan tedioso estar aquí, podré practicar mi magia con otros compañeros.

Caminando por los pasillos de la Academia unos hermosos ojos verdes hicieron contacto conmigo, no esperaba ver a Astrid tan temprano, creí que llegaría por la tarde como es su costumbre. Respire profundamente y espere a que ella se acercará corriendo hacia a mi como es su costumbre, aunque eso nunca pasó, ella solo se fue.

— Vaya eso fue interesante.

Las palabras de mi amigo llamaron mi a atención — ¿A qué te refieres Caleb? —No pude evitar sentirme un poco molesto por la indiferencia de Astrid.

— Por lo general la señorita Astrid siempre está a su lado, me pareció un poco rara su actitud.

— Tienes algo de razón Caleb, aunque ahora que lo pienso su mirada parecía triste.

— Supongo que es normal, hace poco perdió a su madre.

— ¡Qué! ¡Imposible! él padre de Astrid no mencionó nada.

— Alteza parece que le falta estar al corriente de la novedades del palacio, Thomas Thynne enviudó dos días después de la muerte de su Alteza Real él Rey Jacob, al día siguiente se casó con una mujer de dudosa procedencia, se dice que esa mujer era su amante.

— Vaya por lo visto no pierdes el tiempo Caleb, me pregunto que tanto sabes de los sirvientes del Palacio.

— Solo me gusta estar informado.

— Yo más bien diría que eres un chismoso.

— Me ofende Alteza — Caleb comenzó a reírse y camino hacia la dirección escolar, no se fue sin antes decirme       — Creo que debería hablar con la señorita Astrid, supongo que unas palabras de ánimo le ayudarían bastante, después de todo ustedes son amigos desde pequeños.

Me quede reflexionando las palabras de Caleb y tal vez tenga razón, es difícil perder a un ser querido, conozco ese sentimiento y peor aún si el padre de Astrid no tuvo ninguna consideración con su hija.

Casi siempre es ella la que está a mi lado, al principio era tedioso tenerla tan cerca pero después me fui acostumbrado a su presencia, incluso se podría decir que la extrañe durante las vacaciones de verano.

Los hombres no podemos entrar a los dormitorios de las mujeres, son reglas que se deben cumplir estrictamente, así que decidí ir a la cafetería a esperar a que ella apareciera, después de todo la Astrid que conozco jamás se salta sus comidas.

Para mi sorpresa ella ya se encontraba ahí, pero justo cuando estaba a pocos metros de distancia de ella su primo Darrell Relish apareció.

Decidí acercarme un poco más y escuche como ese idiota insultaba a Astrid 
— Eres la vergüenza de la familia primita y para colmo tu querido padre se une en matrimonio con una prostituta, que familia más encantadora.

Las risas de todos los presentes no se hicieron esperar, la chica pelirroja que se encontraba detrás de Astrid lloraba sin parar.

Astrid se veía bastante molesta, entonces decidí intervenir  — ¡Basta Darrell! En lugar de perder el tiempo en la cafetería deberías practicar más tu magia, tus habilidades son deficientes y mediocres apesar de ser descendiente de un gran linaje de Magos.

Darrell se puso rojo de coraje, sus ojos azules se oscurecieron, tenía los puños  apretados, tal parece que deseaba darme un buen golpe.

Cuando todos los presentes me vieron tan serio nadie se atrevió a decir ni una sola palabra, era obvio que ninguna persona en su sano juicio se arriesgaría a desafiar a la realeza.

Todos se fueron del lugar, incluso Darrell, solo quedamos Astrid, la chica pelirroja y yo.

Me acerque a Astrid — ¿Están bien?.

Ella me hizo una reverencia  — Todo bien Alteza, gracias por ayudarnos, aunque la próxima vez puedo manejar yo sola a mi primo.

— Se que eres una chica fuerte Astrid me lo has demostrado muchas veces pero no es malo dejar que los demás te ayuden.

De repente note que la chica pelirroja me miraba fijamente.

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