25.- Sin mi no serías nada.
La sala era espaciosa y fría, justo como la recordaba. Hacía ya algún tiempo que no nos habíamos reunido todos, los siete. Y esa noche sólo íbamos a ser seis. La desaparición de Hoax no había tenido el impacto que creí que iba a tener. En el fondo, todos sabíamos que era desechable. Nunca se relacionaba con nadie y prefería actuar en solitario, siempre bajo mi supervisión. Ser el cerebro detrás de la máscara del Gobernador no era tarea fácil. Por suerte Crawl se ceñía al papel y nadie parecía sospechar nada de nada. Vivía bien en las sombras. Era un riesgo demasiado grande que todo el mundo conociera mi nombre, salir en la prensa y los periódicos... No, eso no iba conmigo. Prefería mover las fichas antes que ser una de ellas.
Reposaba en el opulento trono que presidía la sala. Frente a mi una alargada mesa rectangular y varias sillas de un diseño más modesto que el trono. El rey tenía que poseer lo mejor, eso estaba claro. Y, aunque había llegado un cuarto de hora antes de la hora prevista, no me molestaba tener que esperar. Prefería tener unos minutos de paz y reflexión antes que tener que ir con prisas, corriendo. Flanqueando la sala se encontraban unas estatuas, cuatro a cada lado. Cada una representaba a un soldado uniformado con una imponente armadura; cada uno sostenía una espada, los mangos tomaban forma de tréboles, diamantes, picas y corazones. Unas frente a otras miraban imperturbables a sus homónimos.
El hilo de mis pensamientos se vio interrumpido cuando la puerta de la sala de reuniones se abrió de par en par y mi querido hermano entró con paso firme. Llevaba un traje oscuro y fresco. Demasiado formal. Aunque no tendría que quejarme: yo llevaba una gabardina que me llegaba por los tobillos, camiseta negra y pantalones oscuros llenos de cadenas. No era lo más formal del mundo, la verdad. Pero nadie había dicho que tuviéramos que vestir nuestras mejores galas. En realidad, era casi como una reunión de amigos. Casi.
Se sentó en una de las sillas que quedaban a la derecha. Nos miramos atentamente. Tardó poco en romper el hielo.
- Demasiado puntual, como siempre -comentó.
- Tú también has llegado antes de la hora prevista -contraataqué sin muchas ganas.
Se encogió de hombros. Parecía contento, lo que era un poco extraño. Era retorcido y tenía una forma de ser demasiado desagradable. Pasar cinco minutos con mi hermano podría desesperar a cualquiera. Creo que lo aguantaba porque ya eran muchos años a su lado y porque, en realidad, aún me hacía falta.
- Las cosas se están complicando, ¿verdad? Ya no es sólo que no hayamos acabado con los fugitivos. Además, tenemos al Ángel en nuestro punto de mira. ¿Me equivoco? -Retomó la conversación.
- Más o menos. Hemos perdido algo, pero hemos ganado otras cosas. ¿No puedes esperar a que estemos todos? -Pregunté, irritado.
- Sabes que soy un poco impaciente, disculpa -la sorna de sus palabras me enfadó aún más. Aquella reunión me iba a regalar más de un dolor de cabeza.
Steer entró en la sala seguido de los tres Ases restantes. Esperaba que sólo se hubieran encontrado por el camino y que Steer no se hubiera tomado la libertad de hacerles una visita por su cuenta. Desde que lo dejé con la camarera rubia, no lo había vuelto a ver. En principio había sido un alivio, pero ahora empezaba a temer que ese cabeza hueca hubiera hecho cualquier estupidez.
Poco a poco fueron tomando asiento. Guardamos unos segundos de silencio. La mujer de intensa melena rubia río con levedad y se recostó sobre la mesa.
- ¿Tenemos que hacer lo de siempre, verdad? -Preguntó, melosa, jugueteando con uno de sus mechones rubios.
Asentí como única respuesta. Ella misma comenzó el ritual que habíamos llevado haciendo desde hacía años. Se incorporó y sacó una carta de uno de los bolsillos de sus llamativos pantalones rosas y la depositó sobre la mesa.
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El Ángel de Lucifer [Completada]
ActionTras una guerra que acabó con la mayor parte de los humanos, los seres que siempre se habían ocultado entre las sombras, aquellos siempre temidos, surgieron de la oscuridad y el mundo cambió para siempre; la historia del Ángel de Lucifer es la pieza...