36.- No todo es tan sencillo.
A mediados de primavera empezaba a hacer calor; un calor seco y penetrante que comenzaba a asfixiar anunciaba que el verano estaba a la vuelta de la esquina. La calle, prácticamente desierta, era larga y amplia. Parecía una avenida. Observé a las pocas personas que se encontraban en la calle: la mayoría eran personas jóvenes que se atrevían a salir a pesar del calor de aquella tarde de mayo. Nosotros no habíamos salido por gusto, si no por obligación. Sapphire, aunque estaba muy centrada, al igual que todos nosotros, en llegar a un nivel de poder superior, no dejaba de lado sus obligaciones como alcaldesa y líder rebelde. Y, por lo tanto, siempre tenía algún tipo de trabajo extra que hacer.
Justo aquel día la habían avisado de que nuevo equipo de entrenamiento iba a llegar en cuestión de horas a las afueras de la ciudad. Alguien tendría que ir a recogerlo. Y, por descontado, no iba a ser ella quien se tomara las molestias.
Ran y yo habíamos sido escogidos para llevar acabo aquella importante misión. Aburrida, pero importante misión. Si poseíamos equipo de entrenamiento nuevo supondría una posible evolución más rápida de nuestras habilidades. Y eso no nos vendría nada mal.
Mientras caminábamos hacia las afueras de la ciudad Ran se detuvo frente a una heladería. Observaba los helados con atención. Si mi intuición no me fallaba, se moría por probar alguno de ellos.
- ¿Quieres uno? -Pregunté.
Sus brillantes ojos azules se clavaron en los míos. Dibujó una expresión lastimera tratando de darme pena.
- Esas cosas no funcionan conmigo.
- ¿Y si te lo pido por favor?
Parpadeó varias veces, acercándose cada vez más. No se podía negar que seguía siendo una niña; no debía olvidar que apenas tendría 15 años.
- Vale, vale, me rindo.
Entre saltos, agradecimientos y una risa alegre pedí un helado a gusto de Ran, pagado, cómo no, con mi propio dinero. Salimos de la heladería y nos sentamos en un banco de la larga avenida. Comenzó a comer inmediatamente, disfrutando cada cucharada.
- ¿Te gusta?
Asintió.
Pensando fríamente, era una crueldad tener que obligar a una niña como ella a exponerse a cosas tan peligrosas. No había hablado mucho con ella ni de ese tema ni de cualquier otro. Nuestros encuentros habían sido esporádicos y algo ajetreados. Con todos los demás había tenido mucha relación: Klaine, Sheryl, Blake, Sapphire, Benjamin... Con todos tenía una buena relación y había comenzado a sentir confianza con ellos. Sin embargo, Ran era otra historia. Así que consideré aquel momento como una oportunidad de oro para hablar con ella.
- Ran... -Comencé. Cuando su mirada traviesa se cruzó con la mía me sentí un poco cohibido. Sin embargo, comprendí que no tenía que darme miedo hablar con una chica de quince años-. ¿Cómo acabaste aquí? -Pregunté directamente.
- Vine desde una de las ramas principales del Ejército Rebelde. Nos encargábamos de eliminar a peces gordos sin levantar demasiado alboroto.
- Eso lo entiendo... -Carraspeé-. Me refiero a cómo acabaste en esta situación, cómo te convertiste en una asesina.
Dejó de tomar helado. Lentamente dejó la cuchara sobre la tarrina, y la tarrina sobre el banco. Arrugó su falda a cuadros rojos y negros con las manos.
- Hace unos años me seleccionaron como candidata a trabajar para el Gobierno. Les dio igual mi edad; ellos sólo quieren poder, no les importa destrozar la vida de quien haga falta -explicó con un tono distante-. Cuando desperté en aquel frío laboratorio dejé de ser la persona que era antes. Mi cabello había desteñido de negro a rubio y mis ojos ya no eran marrones.
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El Ángel de Lucifer [Completada]
AçãoTras una guerra que acabó con la mayor parte de los humanos, los seres que siempre se habían ocultado entre las sombras, aquellos siempre temidos, surgieron de la oscuridad y el mundo cambió para siempre; la historia del Ángel de Lucifer es la pieza...