Capítulo 26

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26.- Voy a contarte una historia.


La puerta cedió lentamente. La ventana estaba abierta y en la habitación se respiraba un ambiente refrescante y apacible. No había visto a Steer. Seguramente tardaría en volver. Eso era mejor para mí. Lo último que necesitaba era a un demonio pelirrojo con ganas de tocar lo que no tiene que tocar.

Me senté en el borde de la cama. Estaba hecha, arreglada, adornada con un par de cómodos cojines y sábanas limpias. Me fui quitando la ropa lentamente. Seguía algo aturdido y su nombre no desaparecía de mi cabeza. Necesitaba urgentemente un sueño reparador. Lo único que pedía era no volver a soñar con ella esa noche. Y, por fortuna, así fue. Realmente no recuerdo qué soñé. Lo único que recuerdo fue perderme entre las sábanas, cerrar los ojos y caer en un profundo sueño que duró más de lo que tenía pensado que durara.

Desperté sudando, tenso. Me removí entre las sábanas sin abrir los ojos. No me apetecía salir de la cama. ¿Para qué? No quería trabajar y tampoco tenía nada mejor que hacer. Como mucho, vengarme de mi hermano, pero no tenía el cuerpo para eso. Por lo tanto, decidí que lo mejor sería quedarme en la cama dormitando hasta que me muriera de hambre o la llamada de la naturaleza entrase en escena. Y, aunque ese era mi objetivo, había alguien que estaba dispuesto a que no llevara a cabo mi sedentario plan.

- Sé que estás despierto.

Su voz sonó desde el amplio ventanal que quedaba a la izquierda de la cama. Saqué la cabeza de debajo de las sábanas y miré a Steer con cara de perro. Me estaban dando ganas de arrancarle la cabeza. Sin embargo, él apoyaba los codos en la repisa de la ventana y sonreía ampliamente. Le brillaba el pelo y se le marcaban los pómulos. Estaba demasiado contento.

- ¿Qué estás haciendo aquí? -Gruñí, enrollando las sábanas al rededor de mi cuerpo y sentándome en el borde de la cama. No quería que me viera desnudo. Eso suponía varios riesgos que no quería correr.

- Como estamos de vacaciones, había pensando en que las podíamos aprovechar, ¿no?

- Perdona, pero no estamos de vacaciones -contesté, haciendo hincapié en la palabra "no"-. Tú te lo puedes tomar como quieras, pero no son unas vacaciones.

- Ayer dijiste que sólo teníamos que esperar. Yo prefiero esperar pasándomelo bien.

- Allá tú.

- ¿Qué te pasa, Aris? Normalmente eres un cabrón y un cerdo, pero hoy lo que estás es... Triste -soltó de repente.

Al verle avanzar hacia mí lancé una rápida y fría mirada hacia sus liláceos ojos. Si se atrevía a acercarse más de la cuenta lo destrozaría y ya me buscaría otro Joker.

- ¡No pienso soportar que entres a mí casa cuando te de la gana, y mucho menos que me vengas con gilipolleces como esa nada más despertarme! -Grité-. ¡Fuera!

- Pero...

- ¡Fuera! -Le interrumpí-. Quiero estar solo.

Le escuché suspirar. Rodeó la cama y se encaminó hacia la salida de la habitación. Cubrí mi rostro con ambas manos, respirando con pesadez. Si siembras mal, recogerás mal. He llegado a pensar que todos mis problemas y males surgen por culpa de los males y problemas que yo causo. Pero, a su vez, estos males y problemas que yo causo surgen por obra y gracia de otros males y problemas. A veces he deseado tener una vida más fácil, poder llevarlo todo con normalidad. Y es luego, cuando me miro al espejo, cuando me doy cuenta de que yo no puedo ser como el resto del mundo. Ya no hay marcha atrás. No hay que arrepentirse de nada, aunque muchas veces lo haga. Soy lo que soy y hago lo que quiero hacer. No hay marcha atrás, y tampoco debería querer darla. Sólo debería preocuparme del Ángel de Lucifer, de mi verdadero objetivo. Pero, después de volver a escuchar el nombre de Sylvia, me iba a costar recuperarme. Ese nombre era una palabra vetada, un tabú irrompible que Crawl no debió haber roto. Ella fue la única persona que pudo hacerme daño de verdad. Y vaya si me hizo daño. Es posible que gracias a ella sea lo que soy hoy. O puede que no sea así. Es algo que no recuerdo bien, seguramente porque no lo quiero recordar. Ese nombre debió quedarse encerrado en una habitación cerrada con la llave de mi memoria. Pero, por desgracia, no fue así.

El Ángel de Lucifer [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora