Capítulo 35

238 13 2
                                    

35.- Espero que seamos amigos.


Me dejé caer sobre la modesta silla de plástico con pesadez. Tras apoyar los codos sobre la mesa alcancé una lata de refresco. La abrí y me deleité con su dulce sabor. Tras una larga mañana de entrenamiento no venía nada mal un pequeño descanso.

Estaba solo en la cafetería y, sin nadie más por allí, la encontraba extrañamente grande y silenciosa. Por fin, después de varios días, tenía la oportunidad de relajarme a solas, de pensar con claridad y de ordenar mis ideas.

Tras la llegada de Benjamin y Ran todo se complicó un poco más; desde hacía cinco días estaban conviviendo con nosotros y, aunque las cosas habían ido un poco despacio, ya comenzaban a moverse en la dirección adecuada.

Ellos dos eran personas muy capaces, Empleados entrenados y con sangre fría. Aunque, por fuera, no eran más que un chico sumamente reservado y una niña con una gran energía. Niña porque realmente lo era. Ran a penas tendría quince años y ya estaba aprendiendo a matar a personas; era triste pensar en cómo se habría truncado su infancia.

Despertaron nuestra curiosidad enseguida y, aunque un poco reticentes, los intentamos tratar como iguales desde el principio. Con el paso del tiempo pudimos decir que ya eran amigos nuestros de verdad aunque en nuestra situación era difícil confiar en alguien. Pero ellos dos se ganaron nuestra confianza más rápido de lo que todos habíamos imaginado.

Tras aquellos instantes de paz e intimidad la puerta de la cafetería se abrió lentamente, dando paso a la delgada figura de Benjamin. Con su paso tímido y pausado se acercó lentamente, sentándose a un par de sillas de distancia. Con la cabeza agachada comía un modesto bocadillo que seguramente había preparado él mismo. Benjamin era una persona reservada y a veces un poco fría pero yo sabía que bajo aquella capa de escarcha habría algo de calor en su interior. Me acerqué a él.

- Buenos días -saludé con entusiasmo.

- Buenos días.

- ¿Qué comes? -Pregunté, tratando de entablar algún tema de conversación.

- Es un bocadillo. De lomo -aclaró.

- Tiene buena pinta.

- Sí, está muy rico...

Y se hizo el silencio, un silencio pesado e incómodo. Nunca pensé que sería tan complicado entablar una conversación con aquel chico. Lo miré fijamente unos instantes: tez pálida, una característica muy común; ojos de color miel, pequeños y ocultos tras unas gafas de montura fina; cabello oscuro, ni largo, ni corto, algo normal; constitución fina y ropas de lo más sencillas. Me sorprendió descubrir que Benjamin no destacaba en nada ni tenía nada fuera de lo normal.

- Henry... -Susurró.

- Sí... Dime, dime -contesté tratando de sonar lo más natural posible.

- Ellos mataron a una de vuestras antiguas compañeras, ¿no es así?

El tono gélido de sus palabras me heló la sangre. Hasta hablando de aquel tema parecía no expresar ninguna emoción.

- Sí -ligeramente molesto, desvié la mirada-. ¿Por qué lo preguntas?

- ¿Realmente son tan poderosos?

- Lo son. Han estado persiguiéndome durante mucho tiempo y he podido comprobar de lo que son capaces.

- Yo... -Titubeó-. Yo... Estoy inseguro -confesó de pronto.

- Y... ¿Por qué? -Pregunté con un tono conciliador.

El Ángel de Lucifer [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora