Capítulo 21

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21.- Ya sabes cual es mi afición.


Las finas manos del pelirrojo se deslizaron por el cristal, pálidas, blancas como la nieve. Encontraron la pequeña puerta improvisada en la cristalera. Abrió, lentamente. Le encantaba hacerse el interesante. Siempre había sido así: aparecía cuando nadie le llamaba siempre que le apetecía. A veces no era más que una molestia, una pequeña mosca que se dedicaba a revolotear a mi alrededor sin más afán que hacerse con los restos y sobras de mis acciones y logros. Otras veces era bastante útil. Era bastante posible que pudiera encontrarle una utilidad en el lapso de tiempo que iba a permanecer en Prism.

- Cómo te cuidas, ¿no? ¿Sabes que esta es la habitación más cara de todo el hotel?

- Siempre me ha gustado que todo vaya acorde a mí -contesté, indiferente.

- No sé ni para qué digo nada, sigues en tu línea.

- No eres el más indicado para decirme eso.

Se detuvo a apenas un par de pasos de mí. Sus liláceos ojos se clavaron en los míos. Aguanté su mirada. Parecía divertirse.

- Te encanta que venga a visitarte por sorpresa -presumió.

- Te equivocas; la mayoría de veces me molestas. Y mucho.

- ¡Me adoras! -Exclamó, soberbio, alzando las manos como si yo estuviera loco por negar lo que para él parecía ser evidente.

Se tiró de mala manera sobre el sofá; el sofá que yo había pagado.

Cerré los ojos y froté mi sien con suavidad, tratando de no perder los nervios. Aunque eso era algo casi imposible.

- Sobra decir que te equivocas -contesté-. Y, por cierto...

Hice un movimiento rápido y apoyé el filo del bisturí sobre su cuello; le sonreí con amabilidad.

- ¿De dónde has sacado eso? -Preguntó, nervioso.

- De sobra sabes que siempre llevo unos cuantos cuchillos encima -contesté, aumentando la presión que el filo ejercía sobre su cuello.

- Te lo has sacado de la manga...

- Literalmente -le interrumpí.

No es que me gustara llevar armas encima, era simplemente una medida de seguridad. Es algo que llevo haciendo desde hace mucho tiempo. Esconder esos afilados objetos al final se había convertido en algo de lo más normal.

- Ahora, si haces el favor de levantarte de mi sofá... -Avisé.

- ¿Qué harás si no me levanto? -Preguntó tratando de hacerme perder los nervios.

- Te mataré.

- Qué aburrido eres...

- No sé qué otra respuesta esperabas.

Y, como un perro desobediente, Steer se puso en pie y se alejó poco a poco. Guardé el cuchillo y me senté en su lugar.

- ¿Contento? -Preguntó.

- No del todo, la verdad. ¿Qué haces aquí?.

- He venido por si a caso necesitas algo. Imagina cómo me he sentido. ¡Llego después de tanto tiempo y me dicen que te vas dos semanas de vacaciones a Prism! Que desconsiderado.

Enarqué una ceja. ¿Estaba de broma, verdad? No necesitaba ayuda. Es más, su presencia allí desequilibraba mis planes. Aunque... Más que echarle, podría hacer que estuviera ocupado hasta que mi reunión hubiera finalizado.

El Ángel de Lucifer [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora