Capítulo 44

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44.- Volveremos a vernos, Ángel de Lucifer.


Dejé que Sapphire se apoyara contra la pared y me puse en pie avanzando un par de pasos. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía reaccionar? ¿Debía atacarlo o era mejor esperar? Comprendí que, de los seis que habíamos asaltado el Edificio Alfa, sólo yo estaba en condiciones de presentar batalla. Pero teniendo en cuenta al enemigo no podía afirmar que conmigo a solas fuera suficiente para detenerlo. Empecé a ponerme nervioso y un ligero temblor se apoderó de mis extremidades. Aris se dio cuenta de ese pequeño detalle.

- ¿Es que estás asustado, Henry?

No contesté.

Su expresión, aunque parecía tranquila y calmada, encerraba algo que no sabía identificar. ¿Estaba relajado de verdad? No, había asegurado que le habíamos enfadado. Entonces, ¿por qué estaba tan tranquilo? No lo entendía.

- Ya puedes irte -dijo, de repente, agarrando a Ran por la muñeca-. Vamos; no me sirves para nada.

Tras zarandearla la empujó hacia delante. Ran corrió hacia mi y, cuando se abrazó a mi cintura con los ojos llorosos sólo pude apoyar las manos sobre sus hombros y devolverle una falsa sonrisa.

-Cuida a Sapphire, Ran. Me alegro mucho de que te encuentres bien. Porque no estás herida, ¿no?

Negó.

- ¿Te han forzado a algo, te han tratado mal? -Pregunté.

- No -contestó Aris cruzándose de brazos-. ¿Crees que nosotros tratamos a nuestros prisioneros de cualquier manera? Ha tenido habitación propia y ha comido lo que ha querido. No la hemos forzado a que nos contara nada. Su presencia era suficiente para daros otro motivo que os impulsara a venir.

Gruñí soltando a Ran. Esta tiró de mi camiseta.

- Ten cuidado. Por favor.

La miré y asentí.

- Aléjate con Sapphire y Crawl, por favor.

Dejé de prestarle atención a mi compañera; confiaba en que podría hacerse cargo de aquello ella sola. Cuando todo aquello terminara todos tendríamos tiempo para celebrar el rescate de Ran.

Me planté delante de Aris, a menos de cinco pasos de él. Aguantamos nuestras miradas por unos segundos.

- No sé qué pensar -dijo él de pronto. Le dejé explicarse-: después de tanto tiempo buscándote no puedo creer que mi trabajo haya dado sus frutos. Ahora sólo tengo que recoger la cosecha.

- Dicen que se recoge lo que se siembra, Aris. Tú has sembrado destrucción, y recogerás destrucción. Empezando por este asqueroso y retorcido Gobierno -amenacé.

- No uses palabras que te quedan tan grandes. No dudaré que habéis llegado a un punto que cuesta creer posible. Pero, ¿aún así, en el caso de que este Gobierno ficticio fuera destruido, crees que eso acabaría con nuestro pequeño juego del escondite?

- Pues no -dije sorprendiéndome a mi mismo.

Unos segundos de silencio. Luego río con tranquilidad.

- Este lugar es solo un tablero, un campo de batalla. ¿Puedes imaginar lo que me costaría crear otro para ambientar tu captura? Esto no terminará hasta que uno de los dos haya muerto. ¿Llegas a comprender eso?

- Sin duda.

- Y es una lástima que uno tenga que acabar con aquello que persigue y anhela con todas sus fuerzas... ¿Crees que Lucifer se enfadaría mucho si no te devuelvo a su lado?

El Ángel de Lucifer [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora