Capítulo 15

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15.- Desaparece.


Era uno de esos característicos días primaverales en los que, aunque pareciera mentira, llegaba a hacer más calor que en verano. Hube pasado toda la mañana buscando la sombra, acudiendo a ella como una polilla hacia la luz. ¿Quién me mandaba salir a la calle con tres mangas? Parecía una cebolla. Aunque, de las tres mangas, ya sólo quedaba una. Una sencilla camiseta de color grisáceo que se ajustaba a mi esbelto cuerpo. Siempre he querido hacer algo más de ejercicio y ponerme en forma, dejar de ser un flojo. Pero nunca he sacado ni las ganas ni el tiempo necesario para hacer tal cosa.

Paramos bajo el toldo harapiento de un puesto de videncia en mitad de la avenida convertida en un mercadillo callejero. Por mucho que pasara el tiempo, había costumbres que no cambiaban. Y, por suerte, los mercadillos callejeros seguían existiendo. Aquel, conocido como uno de los barrios marginales de la nueva París, sólo contaba con una fuente de ingresos segura. Y esa fuente de ingresos era el mercadillo. Cada cual exhibía sus mejores artículos y ofertaba a gritos los mejores precios de toda la ciudad. Aquel ambiente animado y despreocupado podía llegar a hacer olvidar por un momento que vivías en una de las partes más pobres y desgraciadas del mundo moderno.

Miré a los ojos de la aparente bruja vidente. La sonrisa ladina que dibujó en su rostro no me dio buena espina. Así que, con toda la educación que pude, me di media vuelta y miré a Blake de reojo.

- ¿Podemos ir a otro sitio? Tiene pinta de ir a ponerse a leernos la mano a traición en cualquier momento - susurré.

Él simplemente río. Dos golpes de voz apagados.

- Tenemos que esperar a Sheryl aquí. Dijimos que ella se iba a ocupar de las compras de esta semana.

Y tenía razón. La primera semana me encargué yo. Que, aunque no conocía la ciudad, tuve que apañármelas por mi cuenta. Tuve mucha suerte al dar con aquel mercadillo mientras caminaba perdido entre las calles de la ciudad. Gracias a Sapphire no teníamos que preocuparnos de los Custodios, lo que era todo un alivio.

La segunda semana le tocó a Blake. Y esta semana, la tercera, le tocaba a Sheryl. La acompañamos por el simple hecho de que teníamos ganas de salir de casa.

Habían sido tres semanas agotadoras. Tras aceptar la propuesta de Sapphire, ni corta ni perezosa, se dedicó a distribuirnos inmediátamente nuestras nuevas ocupaciones. Nuestro trabajo consistía, básicamente, en ser su mano derecha. Blake, habiendo sido el Capitán de la División Técnica del Gobierno, se hubo pasado la primera de las dos semanas poniendo a punto el ordenador que teníamos en el apartamento. Aunque él lo hacía parecer totalmente sencillo, estaba seguro de que era muy complejo hacer lo que él hacía. En definitiva, su trabajo iba a ser organizar la red de los rebeldes; el lenguaje técnico que usaba al hablar con el resto de la Red me era completamente incomprensible.

Sheryl simplemente se había convertido en una mano ejecutora. Algo así como una mano oscura y silenciosa que se libraría de todo aquello que no fuera conveniente en el ámbito de Sapphire. Y Jane era la secretaría de Sapphire; y yo el de Blake, por decirlo de alguna forma. Nos tenían totalmente prohibido tener contacto directo con cualquier otro miembro de la Red. Sapphire nos explicó que, para garantizar la supervivencia y la privacidad de los infiltrados y, por qué no decirlo, de todos en general, era extremadamente importante mantener el anonimato. Aunque hay grupos de rebeldes que se conocen entre ellos, los cuales suelen ser grupos de élite, no es lo más común que se de esa relación. Sólo durante trabajos bien organizados se reunían una gran cantidad de estos.

Me pasaba los días imprimiendo informes, preparando café y mirando la pantalla del ordenador sin enterarme de nada. Aunque le pregunté en varias ocasiones a Blake, él siempre me respondía cosas que yo no podía entender. Lo único que había entendido es que había llegado a ponerse en contacto con otros de los principales técnicos para tratar de comprender mejor el funcionamiento la red de información y seguridad. Por lo que parecía, todo empezaba a tomar forma. Por su parte, Sheryl no había comentado nada del trabajo. No sabía si lo había tenido o había dejado de tener. Quizás Sheryl siempre haya sido así de reservada. O quizás Sapphire le prohibía hablar con nadie más que con ella sobre sus sucios trabajos.

El Ángel de Lucifer [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora