Los días pasaron y estaban más enamorados que nunca, parecía como si recién se conocieran y estuvieran en plena luna de miel. Joker estaba pegado a Bruce a cada instante, parecía que en cualquier momento se pondría a ronronear cual pequeño gatito. Cada que pillaba a Batman sentado, se le ponía sobre las piernas y trataba de besarle cual piel descubierta pudiese.
— Mi amoooor... dame atención —exigía el payaso a su novio, poniendo pucheros y colgándose de su cuello.
Bruce sonrió, dejó de lado el computador con el trabajo y centró toda la atención en su amor, quién muy sonriente, se percató de que ahora era lo principal en la mente de Batman.
— Eres un consentido, no sé quién te habrá hecho así.
Joker pareció estar pensativo — Tú, tú me consientes demasiado así que es tu culpa.
— ¿Y cómo no voy a consentirte? Si tienes esa carita tan hermosa —le apretó las mejillas para hacerle notar a lo que se refería de buena forma.
Lo tomó por las piernas y la espalda, elevándolo para llevárselo al cuarto, quería tan solo mimarlo y pasar tiempo con él. Llevaba tiempo pensando en algo que había sucedido hacía un tiempo y que ninguno le había dado la importancia que debía.
"— Cásate conmigo —susurró Bruce después de que la risa había cesado. Joker miró al murciélago sin quitar la sonrisa de su cara.
— Claro que sí "
Él le había dicho que sí, pero no sabía si lo había dicho por complacer. Bruce restregó su mejilla contra el payaso, llenándole la cara de besos sin quitar su sonrisa. Al mirar al payaso, fascinado por los mimos, las palabras salieron sin control por sus labios.
— Mi amor, ¿recuerdas una vez que... te pedí que te casaras conmigo? —preguntó el murciélago de forma cautelosa, esperando de todo corazón que sí lo tuviera en su cabeza.
— Sí... creo recordar que me lo pediste más de una vez —sus mejillas se volvieron rojas. A Bruce le hizo muy feliz que le gustaran aquellos recuerdos—. Aunque, junto con el anillo, creo que no quedamos en nada más. ¿Eran en serio aquellas propuestas?
— No del todo —respondió pensativo. Él le miraba con cuidado, buscando lo que deseaba, quizá sí quería convertirse en su esposo.
«Mi esposo. Que título tan grande» pensó el murciélago. Sonrió por inercia al mirar el anillo de piedra negra en la mano del payaso.
Antes de que pudiese decir algo más, el payaso se lanzó hacia el mayor para besarlo con gusto, le gustaba mucho que este pensara en una vida juntos. Por ello, cuando recordó las múltiples propuestas de casarse, algo nació desde su interior con la fuerza suficiente para lanzarse a sus brazos y comenzar a tocarlo por todos lados. Las ganas de hacer el amor con el nacieron de sus entrañas.
— Darling... ven, te necesito —pronunció entre murmullos mientras comenzaba a darle besos en el cuello y hombros al murciélago, poniéndose sobre sus piernas, justo sobre su miembro y comenzando a moverse con emoción—. Te haré el amor.
Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo al murciélago al ver lo desesperado que se hallaba su pequeño. Acercándolo a él para besarlo más profundo. Olía exquisito. Su aroma le atraía como nunca antes, quería morderlo y hacerlo suyo una y otra vez.
Le quitó la camiseta para tocarlo con más libertad que antes y dejarle las muchas marcas que amaba dejarle. Le tomó por la nuca y siguió besándole, bajando luego sus manso por su espalda, agarrando su cintura y moviéndolo a su gusto sobre su propio paquete. Sus manos se movieron sin poder controlarlas hacia el culo del menor, quien gustoso se dejó tocar por su amor.
Joker no se quedó atrás quitándole la camisa al mayor para poder admirar su grandioso físico. Le gustaba en demasía, le atraía de una forma que no podía explicar. Quería mirarlo todo el tiempo. Lo miraba desde mucho antes de sentir cosas por él, desde que peleaban juntos y el traje le quedaba ajustado, haciendo que al moverse cada músculo se le marcara, incluido el miembro que ahora tanto disfrutaba.
Que ironía.
— Cásate conmigo, Darling —soltó sin poder evitar al mirar al murciélago y sus mejillas rojas. Este se quedó en shock, deteniendo todo sus movimientos anteriormente extasiados—. Hazme tu esposo y prometeré amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.
El calor llenó el pecho del mayor. La emoción se rebalsaba y se mostraba por cualquier parte que pudiese. Sus ojos brillaban con una luz que no se había visto antes, el amor no podía esconderse. Quería comerse a ese hombre, besarlo y no soltarlo jamás.
— Dame el tiempo suficiente —atrajo al payaso por el torso, abrazándolo y comenzando a besarle el cuello de una manera tan deliciosa, que el menor podía sentir como se derretía en los brazos de su amado— y te haré mi esposo —le miró la cara para poder decírselo y ver su expresión—, para protegerte y disfrutar de tu amor todo el tiempo que nos de la vida.
Los besos, toques y mordidas continuaron, llenos de pasión y amor, buscando que el otro notase lo más que pudiese lo loco que estaban de amor.
Bruce comenzó a bajar sus besos por el pecho del menor, erizándole la piel. Pasó su lengua por al rededor de sus pezones, haciendo que Joker soltara gemidos y jadeos, pero entre más atención el murciélago le daba a esta parte, el dolor más crecía.
— Detente, me duele... —sus quejidos hicieron que el mayor se asustara. No quería hacerle daño y provocar que recuerdos dolorosos salieran a la luz otra vez. El payaso se puso las manos sobre el pecho e hizo un gesto de molestia—. Ay mi amor, perdón.
— No te disculpes, ¿hice algo mal? ¿fui muy brusco? —el murciélago se asustó mucho.
— No... no, creo que estoy muy sensible. Las hormonas hacen que esté así a veces y es incómodo —sus mejillas se sonrojaron al comentar ese tipo de cosas con su novio— inclusive a veces aumentan de tamaño. Es rarísimo.
— ¿Aumentan de tamaño? —preguntó Bruce genuinamente interesado, bajando su mirada al pecho del menor— Yo no me quejo.
Aún con el golpe que sintió en la cabeza y el quejido del payaso, Bruce no evitó reírse por la vergüenza de este último. A pesar de eso, el toqueteo y las ganas de hacer el amor continuaron como si nada.
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La broma que salió mal |Omegaverse| Batjokes
FanfictionLa idea, como siempre, fue hacer el crimen perfecto y que la ciudad sucumbiera con esos cambios de mentalidad que liberaba el gas tóxico a los pies del Guasón, el príncipe payaso del crimen. Jugar con químicos es malo, sobretodo si no es lo tuyo. L...