Capítulo 41

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Hacía tiempo que no vivía una situación del estilo, mucho menos desde el punto de vista de quién arresta. Joker estaba cargado de adrenalina otra vez, la situación había despertado en él nuevamente esas ganas con las que antes se levantaba para cometer un crimen. Pero ser quien no iba en el blindado vehículo de la policía le hacía sentir mucho mejor. 

Veía la mirada de odio de dos caras y su compañero a través de la ventana del auto. Joker le sonreía con suficiencia. Haciendo caso a todos sus impulsos, le sacó la lengua e hizo gestos con sus manos poniéndolas en su cien y moviéndolas. Bruce le vio de reojo mientras hablaba con Gordon. 

— ¿Cómo has hecho eso? —preguntó entonces— ¿Cómo es posible que ahora haya peleado junto a ti para detener a Harvey y el pingüino? 

Bruce sonrió. 

— A veces las cosas cambian.

— Las personas no cambian así como así —respondió Gordón siendo mucho más realistas. 

— No, eso lo sé... pero a veces hay que tener un poco de confianza en que se puede ser mejor. 

La conversación acabó ante la presencia de oficiales que le pedían a Gordon ya irse con los detenidos. Gordon hizo caso y se los llevó, mientras, habían paramédicos y ambulancias llevándose a quienes les había afectado el gas. Cuando finalmente dejaron de sonar las sirenas y todo el mundo se fue dispersando, Bruce se sintió abochornado. 

El dolor de cabeza se asentó y parecía no querer irse ante nada. Su corazón comenzó a acelerarse y estaba muy cansado. Eran los efectos de la hormona de adrenalina que se había inyectado. Joker, al verlo, se acercó enseguida. 

— ¿Cielo? ¿estás bien? —preguntó mientras le agarraba del brazo y le ayudaba a tomar asiento— Vamos a casa, necesitas descansar. 

Bruce se dejó ayudar como nunca lo hacía, pero estaba débil. John lo guio hacia su auto y le ayudó a sentarse en el asiento del copiloto. Bruce nunca había visto su auto desde esa perspectiva. John se sentó a conducir.   

Pasaron unos minutos antes de llegar a la mansión. John llamó a Alfred y le contó lo que había ocurrido. Estaba orgulloso de como había defendido al mismísimo Batman y quería contárselo a alguien. Alfred le agradeció.  Juntos llevaron a Bruce a su cuarto, mientras que Joker se quedó para ayudarlo a cambiarse, Alfred fue por el botiquín y comida. 

— Mantente quieto, por dios —se quejaba John. Bruce no se dejaba ayudar a cambiar y repetía varias veces que estaba bien— Bruce, no estás bien, debes acostarte. 

— Acuéstate conmigo. 

Aquella petición, con la voz tan dulce y cansada de su murciélago le derritió el corazón al payaso. Le miró con cariño. 

— Sí, pero tienes que curarte los moratones y tomarte algunos remedios, entonces podremos ver una película. 



Al día siguiente, ni Alfred ni John dejaron que Bruce fuera a trabajar. Aunque este estaba con deseos de levantarse y hacer cosas, la idea de dejarse querer por John y que este lo cuidara le ganó. Este le trajo cada comida del día a la cama, le preguntaba a cada minuto como se sentía, se preocupaba de que se tomara las medicinas a la hora y le daba muchos cariños. 

— ¿Sabes? —dijo John en medio de uno de los silencios— Creo que yo sería un gran compañero de Batman —Bruce le miró con curiosidad y una media sonrisa, esperaba que Joker se explicara, quería el porqué de esa afirmación— ¿lo dudas? Mira, tengo mi currículum —John se aclaró la garganta— ayudé a arrestar a dos caras, soy un gran peleador, tengo mucha experiencia en peleas, aunque soy más de planes elaborador y... llamativos —soltó una risilla al ver el rostro incrédulo de Bruce— y mis atuendos son mucho mejores que una tonta armadura negra. 

— Me ofendes, payaso —rio Bruce— mmmm... está bien, es un gran currículum, y tu desempeño en la pelea contra dos caras fue bastante sorprendente. Creo que Batman podría pensárselo, nosotros te llamamos. 

— ¿Nosotros te llamamos? ¿tú sabes quién soy yo? —Joker se puso de pie sobre la cama— ¡Yo soy el príncipe del crimen! ¡y tú...! —Antes de que Joker pudiera decir una palabra más, Bruce la agarró de la pierna y le hizo caer, revotando sobre la cama. Se largó a reír al ver la expresión ofendida del payaso— ¡Te las verás conmigo, Batman! —carcajeó antes de lanzarse sobre Bruce a hacerle cosquillas. 

La broma que salió mal |Omegaverse| BatjokesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora