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El sobre que Kim le había entregado estaba en la guantera de su auto, no se sentía seguro de entregarle eso a Han, pero debía hacerlo, no solo porque le prometió a la chica que lo haría, sino porque Han merecía saberlo, no podría ocultarle algo así.

Esa mañana, le dijo a Han que darían un paseo por su día libre, este aceptó sin más con la condición de que fueran a donde él pidiera.

Y así fue como terminaron saliendo a la carretera, en las afueras donde todo lo que habían en los alrededores eran enormes campos verdes. Minho conducía tranquilamente mientras Han asomaba su cabeza por la ventana, haciendo reír al castaño.

-¿A dónde se supone que vamos?- preguntó Minho.

-Justo ahí- dijo apuntando a lo que parecía un camión de comida a lo lejos.

Han sonrió emocionado, no pensó que aún estaría ahí. Se estacionaron cerca de esta, y en cuanto el pelinegro tocó la pequeña campana que estaba sobre la barra, el anciano que estaba del otro lado se dio la vuelta, expresando sorpresa en su rostro cuando lo miró.

-Sunnie...¿en serio eres tú?- dijo el anciano soltando una risita.

-Lo soy, ¿acaso no reconoce mi belleza única?- dijo Han sonriendo grande.

-Claro que sí- rió suavemente- Te pareces tanto a tu madre, no podría olvidar sus rostros.

Han sonrió al escucharlo, volteó hacia Minho y le hizo una seña para que se acercara, y así lo hizo, tomando asiento a su lado, saludando de forma amable al anciano que parecía conocer muy bien a Han.

-¿Recuerdas lo de siempre?- preguntó el pelinegro apoyando su mejilla en la palma de su mano.

-Claro, la tarta de fresas que tanto te gusta- asintió- ¿Cómo podría olvidarlo?, venías cada fin de semana con tu madre cuando eras un pequeño niño.

-Hoy vengo acompañado de este tipo que ves aquí- Han señaló al castaño- Su nombre es Minho y está cagado en dinero, así que puedes aumentar el precio, tiene con que pagarlo.

-Gracias- dijo Minho mirandolo con el ceño fruncido.

-Tranquilo, no lo haré- respondió el hombre, dándose la vuelta- Y cuida tu lenguaje frente a mi, niño.

-Lo siento- dijo Han con una risita.

Minho sonrió mirando al pelinegro, le resultó gracioso y lindo ver como movía sus pies en el aire, mostrando una expresión de entusiasmo. Han sonrió grande cuando colocaron el pedazo de tarta frente a él, casi parecía que sus ojos brillaron, tomó un tenedor y llevó un pedazo de la tarta a su boca, mostrando una expresión denostalgia, sabía igual de bien a como lo recordaba.

-Pruébala, Minho- dijo Han señalando su plato, para luego tomar otro pedazo y extenderlo hacia su rostro- Abre la boca.

Lo obedeció sin más, el anciano miró aquella escena de como Han le daba de probar de la tarta, los vio reír y sonreír, mientras el castaño manchaba a propósito la cara de Minho con la mermelada de fresa.

-Debo admitir que es un buen chef, señor- lo elogió el mayor, limpiando su rostro con una servilleta pero en cuanto lo hacía, Han volvió a manchar su rostro.

-Es una receta de familia- dijo el anciano con una risa por el comportamiento infantil de Han- Recuerdo que Han me solía decir que este era su lugar especial, supongo que te considera alguien importante para que te haya traído aquí.

Han hizo una mueca, apartando la mirada de Minho quien lo observó con una sonrisa en los labios.

-Me gustaría pensar que sí.

Vulgar {minsung}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora