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Otro día más en el que Minho se quedaba a trabajar en casa, en su habitación sobre la cama mirando un montón de papeles y escribiendo en su computadora, con sus grandes lentes sobre su nariz y una expresión de concentración adornando su rostro.

La mirada del castaño se apartó unos momentos de lo que hacía, sonriendo cuando notó que Han no dejaba de mirarlo, con su cabeza ladeada y sus lindos y grandes ojos brillantes. Minho soltó una risa al ver que se sonrojó por ser descubierto.

-¿Quieres dejar de mirarme con tus lindos ojos de gatito?- preguntó Minho- Me distraes.

-Tu me distraes, hace media hora iba a levantarme para ir a desayunar- dijo aun con la mirada perdida en el mayor.

-Pero yo no estoy haciendo nada- dijo Minho- Puedo irme, si así lo quieres.

No- dijo rápidamente y luego se maldijo por eso- Quiero decir...puta madre, no quería sonar tan desesperado.

Minho soltó una risa ante esto, dejó todas sus cosas a un lado para voltear hacía Han, tomó su mano y la llevó su propio rostro, acurrucado su mejilla ahí sin dejar de mirarlo. El corazón de Han estaba tan alterado que por un momento pensó que le daría un ataque, parecía desesperado por querer salir y así entregarse por completo ante aquel hombre de cabello castaño y mirada encantadora.

Los dedos del pelinegro se movieron levemente, acariciando la mejilla del otro, haciéndolo cerrar los ojos como si de esta forma disfrutara más como la punta de sus dedos tocaba su piel.

Han sonrió levemente Minho...

-Mhm- respondió abriendo de nuevo los ojos.

-¿Cómo haces eso?- preguntó, realmente deseando una respuesta.

-¿Qué cosa?.

-Hacerme sentir como un estúpido con solo ver tu rostro- dijo con seriedad- Y hacerme pensar que no quiero perderme ni una de las veces que sonrías.

-¿Cómo es que no te das cuenta lo que provocas en mi cada vez que dices esas cosas?- Minho sonrió divertido, alzando una ceja.

Han rodó los ojos y se acercó más a Minho sobre la cama, colocando sus manos detrás de su cuello, se miraron a los ojos por varios segundos hasta que, como si hubieran leído la mente del otro, al mismo tiempo cortaron el espacio entre ellos uniendo sus labios.

Realmente Han no lo sabía, no tenía ni idea de como era que Minho se sentía, solo esperaba que fuera igual a lo que sentía él cuando se besaban, o como cuando le tomaba la mano entrelazando sus dedos, o tal vez cuando le hacía cumplidos de la nada, aunque la mayoría de las cosas que Minho hacía provocaban un revuelo en su pecho.

-En definitiva me haces sentir como un estúpido, me haces decir muchas pendejadas- dijo Han haciendo un puchero.

-Bueno, tus "pendejadas" son muy tiernas para mi- admitió Minho, suspirando- Y también me hacen querer besar toda tu bonita cara.

Han hizo una mueca de confusión- ¿Y qué esperas para hacerlo?.

Luego de eso, se pasaron gran parte de la mañana en la habitación, así como lo dijo, el mayor dejando besos por todo el rostro del pelinegro, sacándole risas tiernas y también logrando que mordiera sus labios cuando los besos llegaban hasta su cuello. Y aunque les hubiera gustado estar más tiempo de esa forma, tenían cosas que hacer más tarde.

-Tengo una idea muy genial para el árbol del patio, ¿que dices?- propuso Han metiendo dos rebanadas de pan al tostador.

-Ni siquiera me has dicho tu idea- dijo Minho, dándole un sorbo a su taza de té.

Vulgar {minsung}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora