24

692 88 4
                                    

Esa noche estaba lloviendo, podía escuchar el agua caer suavemente en su balcón, estaba sentando justo en medio de su cama mirando desde ahí la oscuridad de la noche.

Han se estremeció cuando un rayo iluminó el cielo, para luego temblar cuando un trueno hizo retumbar las ventanas. Resopló con fuerza mientras abrazaba sus piernas, escondiendo su rostro entre sus rodillas. Pero un nuevo y estruendoso trueno lo hizo dar un brinco sobre su sitio, maldijo en voz baja y bajó de la cama, hacía un poco de frío así que se cubrió con una sábana y salió de la habitación.

Comenzó a caminar por los pasillos, hasta dar con la pequeña biblioteca que había en la casa, esa donde Minho pasaba la mayor parte del tiempo cuando estaba en casa, Han pensó que se encontraría sola ya que era pasada la media noche, pero cuando abrió la puerta pudo verlo en un sofá, al parecer se había quedado dormido mientras leía algo ya que tenía un libro sobre las piernas y sus gafas puestas de mala forma.

Entró a pasos lentos hasta estar junto a él, podía escuchar su tranquila respiración, y de alguna forma eso le hizo sentir más relajado. Estiró su mano para retirar sus lentes pero se detuvo a mitad de camino.

-¿Qué estoy haciendo?- pensó, alejándose lentamente su mano.

Han tragó saliva cuando su mirada esta vez observó los labios entreabiertos del castaño, sus dedos acariciaron su propia boca, sintiendo como su corazón se acelera un poco al recordar lo de aquella tarde, como su cuerpo actuó por si solo, ignorando por un momento la razón que lo unía a Minho, el dinero, un simple trato. Dejándolo hacer algo que al final le dejó un sabor realmente amargo.

Un sabor tan agrio viniendo de unos labios tan dulces...creía que valía la pena probarlos de nuevo.

Cuando despertó lo primero que sintió fue dolor, se había quedado dormido en un sillón pequeño y no apto para una siesta. Minho hizo una mueca al ponerse de pie, estirando sus brazos para poder relajar sus músculos.

Se levantó intentando acomodar su cabello mientras veía la hora en el reloj sobre la pared, eran casi las cuatro de la madrugada, suspiró largamente, antes de ir a su habitación iba a dirigirse a la cocina a tomar algo de agua pero al pasar por el salón pudo ver a alguien dormido sobre uno de los sofás.

Minho camino hacia allí y cruzó los brazos al ver a Han, ni siquiera se iba a tomar la molestia de preguntarse el por qué e iba a seguir su camino, pero se detuvo al escucharlo quejarse, el pelinegro se movió sobre el sofá, dando una vuelta, estaba por caer cuando Minho rápidamente lo evitó atrapadolo en sus brazos antes de que se golpeara contra el suelo.

Minho se tensó de golpe ante eso, creyó que despertaría pero Han simplemente se acurrucó más sobre él, apoyando la mejilla contra su pecho. Cerró los ojos un momento, repitiéndose una y otra vez que no podía estar haciendo eso, recordando la voz disgustada y furiosa de Han cuando le pidió no acercarse a él, lo había estado haciendo así, tal y como quería, y ahora solo por algo como eso él...

El mayor abrió los ojos de nuevo, mirando el rostro de Han, dormido parecía como alguien sereno y normal, cosa que no era para nada.

Han era alguien grosero y burlón, con una sonrisa que podía hacer suspirar a cualquiera, era obstinado, alguien que se emocionaba con cosas nuevas, por más pequeñas que fueran, una persona segura de sí misma y bastante fuerte, que no gustaba demostrar su debilidad. Pero a veces, aunque fuera por pequeños lapsos, la dejaba ver entre líneas, en su voz, en su mirada o expresiones, aquel día pudo verla, cuando le dio el dinero al regresar a casa.

En ese momento, Minho se mantuvo firme, no se doblegó ni tampoco fue piadoso, porque sabía que Han merecía aquello, y seguiría de esa forma, por lo menos hasta que lo permitiera...o hasta que se quebrara, admitía que deseaba ver la segunda opción.

Vulgar {minsung}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora