Si alguien le preguntara a Justus que opinaba sobre la joven Aub del recién nombrado ducado de Alexandría, respondería que su señora era una mujer espléndida e interesante. Si alguien le preguntara a Justus a quien prefería servir, entre Aub Alexandria y su señor... no sabría que contestar, porque por lo general, obedecer a cualquiera de ambos lo llevaba a cumplir con sus propios deseos. Serle de utilidad a Lord Ferdinand, el otro Aub de Alexandría.
La primera vez que Justus conociera a Aub Alexandria, se trataba nada menos que de una pequeña niña plebeya de Erenfhest con el devorador. Lo interesante de ella no era ni su estado ni su fragilidad, sino las cosas extrañas y novedosas que podía crear solo con su intelecto. En aquel entonces, aunque a sus ojos era una niña interesante, no le parecía importante de modo alguno. Una sola palabra de su amo y la habría eliminado sin chistar, era una suerte que Lord Ferdinand jamás diera una orden en contra de aquella pequeña.
A partir de ahí, Myne, que era el nombre de la niña, pasó por todo tipo de cambios y vivencias. Su estatus fue modificado una vez tras otra, su nombre tuvo que ser adaptado a Rozemyne para seguir fungiendo cada uno de los roles que iba adquiriendo con el pasar del tiempo, sus atuendos, su cuerpo, sus capacidades... aunque lo que más había impactado a Justus de todos estos cambios era la manera en que afectaban a su señor.
Lord Ferdinand, quien siempre se pusiera en último lugar ante el ducado, ante su hermano y ante el templo, encontró una persona que lo atesoraba tanto como Justus mismo, tal vez más, alguien dispuesto a ponerlo como una prioridad.
Si bien la chica se había ganado el apoyo y la confianza de Justus cuando comenzó a vigilar los hábitos de alimentación y sueño de su señor, mentiría si no aceptara que la joven se había ganado su lealtad absoluta cuando se lanzó por su cuenta a conquistar un ducado para salvar la vida de Lord Ferdinand.
Por supuesto, Lord Ferdinand había comenzado a mejorar su estado de salud e incluso su ánimo de manera visible una vez que ella fue establecida como Aub Alexandria, Justus podría haber jurado que su maestro al fin había alcanzado la felicidad cuando comenzó a pasar tiempo en los suntuosos laboratorios que su entonces prometida había construido para él... cuan equivocado había estado Justus. Lord Ferdinand no solo se mostraba más satisfecho con su existencia, sino que la estaba disfrutando con creces desde su unión de las estrellas.
Desde ese momento, Justus había sido testigo de pequeños cambios en su señor.
Tras la unión de las estrellas de los dos Aubs de Alexandría, un brillo especial había aparecido en los ojos de Lord Ferdinand que no derivaba precisamente de la petición de su señora de compartir una habitación el resto de su vida... su señor al fin había obtenido las bendiciones de Bluanfah, Beischmachart y Brenwärme.
Justus no podía parar de sorprenderse por los cambios que vendrían después.
No mucho después, Lord Ferdinand comenzó a hacer pequeños despliegues de afecto nada comunes entre los nobles a puertas abiertas. Besos antes de salir del dormitorio, miradas cargadas de mensajes ocultos para su esposa, la impaciencia de terminar lo mejor y antes posible cada vez que debía salir de la ciudad para tratar con algún Gieve o solventar alguna problemática del ducado, por no hablar de qué por primera vez en su vida, Justus podía presenciar el lado más lúdico de su amo, sin restricción alguna.
La primera vez había sido por un pedido extraño de Lady Rozenmyne. Luego de rediseñar por completo el cuarto de aseo de la recámara principal del palacio, había ordenado que le prepararan todo lo necesario para que ambos tomaran un baño y luego los despidió, no quería ayudantes mientras ella compartía un baño con Lord Ferdinand.
Al principio les había parecido una petición extraña, sin embargo, él y su compañera de trabajo habían decidido quedarse a esperar en la habitación principal, preparando la ropa de dormir y cualquier cosa que sus amos pudieran necesitar... entonces comenzaron a escuchar una conversación de lo más extraña al interior del baño, salpicadas de gemidos y jadeos que habían coloreado a Liesseleta por completo del divino color de Gedulh. Él se había sentido incómodo apenas un segundo o dos, luego su curiosidad lo había hecho desear abrir la puerta y observar lo que estaban haciendo con detalle.
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Los Dioses del Amor
FanfictionFanfic Erótico. Proceda con precaución. RozemyneYurgensmith es una tierra de fantasía en una época un tanto medieval. Rozemyne acaba de completar su unión de las estrellas con Ferdinand y no está muy complacida por la falta de conocimientos de su co...