Extravaganza

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-¡No tú también, Dino!

Tuuri se cubrió el rostro sonrojado un par de segundos, tomando aire y luego soltando un largo suspiro conforme sus manos se paseaban por su rostro y su cabello hasta que su frente quedó frente a la mesa y sus manos en su nuca, momento en que se volvió a enderezar, sonriendo como si nada con apenas un diminuto y ligero rubor en sus pómulos.

Ferdinand nunca terminaba de asombrarse de lo rápido que aprendían las personas seleccionadas por su esposa cualquier habilidad necesaria, en especial la hermana y el mejor amigo plebeyos. También se felicitó a sí mismo por la previsión de colocar una herramienta antiescucha y pedirle a Tuuri que se sentara con él mientras sus asociadas discutían con algunos asistentes sobre diversos pedidos al otro lado de la pequeña sala de té para plebeyos.

-Lo lamento mucho, querida hermana, pero, con exactitud, ¿cuántos diseños desvergonzados has hecho para mí esposa?

-Por favor, no me hagas recordarlo. Ni siquiera pudimos coserlos en el taller, ¿sabes que se abrió un taller nuevo para ropa interior a causa de eso?

Eso... eso no lo sabía. ¿Un taller entero solo para cumplir los caprichos de todas sus diosas?

-¿No exageraron un poco para crearle ropa?

-Hermano Dino, esa es la parte más vergonzosa de todo esto... el rumor de que se estaba creando ropa especial para el dormitorio se corrió de pronto y... bueno, el taller tiene su propia tienda que vende a personas casadas. Nadie sabe quién creo los primeros patrones, pero hay varios nobles y comerciantes que compran ahí con regularidad. Actualmente yo solo tomo nota de los diseños de mi hermana y ellos se encargan de hacerlos sin saber para quién son.

Era mucho, mucho peor de lo que había pensado. A pesar de su discreción, Tuuri había ayudado a su diosa a torturarlo en más de una ocasión. Era su turno de voltear la moneda.

-Entonces no debería ser difícil que me hagas algo tan desvergonzado como lo que ella ha hecho.

-¡Pero, Dino...!

-Tuuri, ella me ha estado torturando y TÚ la ayudaste. Creo que es justo exigir al menos una pequeña retribución.

Tuuri suspiró derrotada, extrayendo su díptico y preparándose para tomar nota. Ferdinand no tardó en comenzar a soltar todas las ideas de lo que le parecía ropa vergonzosa, esperanzado a qué de ese modo, su esposa tuviera un castigo adecuado luego de ese extraño traje de shumil para el agua escondido debajo del uniforme de shumil asistente con que lo recibió en la alcoba dos noches atrás.

-Eso no va a funcionar, hermano. Sabes tan bien como yo que Myne tiene... una habilidad bastante especial para este tipo de cosas. No la veo sonrojándose por un atuendo como ese.

-¿Y qué sugieres entonces?

El rostro de Tuuri cambió del todo, se veía igual que Effa cuando estaba molesta y a punto de aleccionar a cualquiera de sus hijos o yernos e incluso a su marido, dejando un poco preocupado a Ferdinand, quién se sacó de encima la preocupación al darse cuenta de algo... Tuuri estaba tan molesta como él por el descaro de su esposa y por tanto, más que dispuesta a cooperar.

-Recuerdo que insistió mucho en esos... puños y el cuello de tela. Dijo que eran necesarios para dar un mejor efecto al conjunto, así que los añadiré, si estás de acuerdo.

Ferdinand asintió, escuchando con atención las sugerencias de Tuuri y observando desde el otro lado de la mesa como ella iba dibujando poco a poco un conjunto de lo más descarado, carente de vergüenza e incluso de decoro, haciéndolo dudar por un momento.

-¿Estás segura de que deberíamos agregar esa tela traslúcida?

-Más que segura. Podemos ajustar también algunos cortes aquí y aquí para simular las varillas de un corsé con las puntadas. Incluso podría colocar algún bordado encima para oscurecer más y dar el efecto de modelado que necesitamos... ¿No estarás demasiado incómodo con toda... toda esa falta de tela, hermano?

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