–Copy et petan
El aire abandonó su cuerpo ante aquella sensación de placer ubicada entre sus piernas, tomándola por sorpresa y obligándola a mirar a su esposo con asombro.
Cualquiera que no conociera bien a Ferdinand pensaría que el hombre se encontraba ignorante de lo que había hecho. Ella, por otro lado, notaba a la perfección el inicio de una sonrisa socarrona mientras su esposo paseaba un dedo por su tablet, generándole escalofríos como si su dedo estuviera paseando por su espalda.
–Aquí hay otro espacio en blanco –dijo con tranquilidad antes de mirarla de un modo significativo–. Copy et petan.
Si esa mirada ya la había hecho sentirse como un shumil acorralado, la nueva manipulación de información de un Grutisheit al otro la había echo desenfocar un poco, salivar de más y sentirse sonrojar apenas notar la ligera humedad tomando el control de su ropa interior.
–Círculos incompletos –declaró su esposo con ojo clínico luego de haber deslizado en la pantalla de su tablet, haciéndola sentir como si estuviera pintando caminos de mana sobre sus senos, ahora en extremo sensibles–. Habrá que completarlos.
–Ferd...
–Copy et petan.
Tuvo que apretar sus piernas y cubrir su boca con el dorso de una mano para no gemir o comenzar a tocarse ahí mismo. Su respiración era errática para este momento, su cuerpo temblaba ante cada roce y deslizamiento del peliazul sobre su tablet de mana.
Recordó cuando aún era menor de edad, casi había terminado de pegar la información que le faltaba a él y no había entendido, sino hasta ahora, que en cierto modo había abusado de él... y esta debía ser la tan temida venganza del Rey Demonio.
–¿Ya te cansaste, todas mis diosas? –preguntó Ferdinand con una sonrisa brillante, dedicándole una mirada perversa por el rabillo del ojo–. Pero si apenas hemos comenzado a rellenar cada hueco de tu libro.
Que Ferdinand se volteara para murmurar lo último con ese tono cavernoso y seductor en una cadencia lenta y sensual le estaba haciendo muy difícil no saltarle encima.
¿Por qué? ¿Por qué había sido tan estúpida de pedirle ayuda para terminar de rellenar ese libro a dos semanas de terminar de guardar la cuarentena?
–Copy et petan... Copy et petan... Copy et petan.
El mana de Ferdinand pareció adueñarse de sus senos por un momento, podía sentir gotas de leche salir y escurrirse antes de ser absorbidas por su ropa, sin olvidar esa vibración placentera y desesperante en su clítoris. ¡Maldito Rey Demonio!
–Se supone que recibiste mucha más sabiduría que yo. ¿Cómo puedes tener entonces tantos agujeros en tantas frases?
Sonaba sorprendido y... entusiasmado.
Rozemyne tembló en ese momento. No sabía si de miedo, anticipación o nerviosismo. ¿Serían las tres cosas? Lo cierto es que Ferdinand estaba disfrutando demasiado de torturarla dentro de la habitación oculta que ambos compartían en su recámara. En definitiva, esto era una venganza.
–Copy et petan... Copy et petan... Copy et petan.
El hechizo se repetía una y otra vez. Los dedos de su esposo bailando sobre esa endemoniada tablet como si fuera su cuerpo mismo. Suprimir los gemidos estaba volviéndose imposible y Rozemyne no pudo evitar preguntarse como había hecho él para aguantar varios años atrás que ella manipulara su mana de la misma forma... bueno, eso explicaba que le cerrara su libro a la fuerza antes de sacarla de su cuarto oculto de aquel entonces... o su incapacidad para caminar de manera normal. Tremenda erección debió haberle causado al pobre hombre en ese momento.
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Los Dioses del Amor
FanficFanfic Erótico. Proceda con precaución. RozemyneYurgensmith es una tierra de fantasía en una época un tanto medieval. Rozemyne acaba de completar su unión de las estrellas con Ferdinand y no está muy complacida por la falta de conocimientos de su co...