SS Angélica & Eckhart: La bendición de Entrinduge

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Su respiración era pesada. Su cuerpo parecía consumirse en llamas a causa del calor generado por el ejercicio y su rostro no podía volver a su seriedad usual debido a la enorme sonrisa que portaba.
Eckhart saltó a tiempo para esquivar un par de flechas, girando en un mortal hacia atrás con la espada en mano cuando Angélica se le fue encima, cubriéndose de la carga mortal con que Leonore intentaba dejarlo fuera de combate. Un par de mejoras físicas en su tren inferior y la caballero salió volando por los aires antes de que él tuviera que cubrirse para protegerse de otra lluvia de flechas.
—¡Matthias, Laurenz, ¿qué demonios están haciendo?! —rugió al darse cuenta de que solo lo estaban atacando a él.
—¡Laurenz está fuera de combate! —respondió Matthias con dificultad desde el otro extremo, utilizando el manos libres que debían probar esa mañana—. Winnifrieda hizo trampa.
Leonore volvió a la carga. Esta vez una lanza alcanzó a hacerle un corte en la mejilla antes de desaparecer. En ese preciso momento tanto su cuñada como su esposa comenzaron a atacarlo en una obvia formación de pinza. Debían estar aprovechando que no era muy bueno usando espadas dobles.
—¡¿Y dónde carajos... está Cornelius?!
—¡Kyaaaaaaaaaaa!
El grito de Judithe pareció ser la respuesta porque apenas la chica gritara, las dos caballeros femeninos que lo enfrentaran perdieron la concentración apenas una fracción de segundo, suficiente para que él pateara a Leonore y se defendiera de nuevo de Angélica.
Más flechas comenzaron a caer, esta vez atrapando a Leonore en una red de mana.
Angélica sonreía tanto como él sin dejar de atacarlo con todo. No solo golpes de espada. La joven giraba como si estuviera haciendo el baile de la espada, tirándole patadas entre una estocada y dos más. Su agresividad era tal, que en algún momento Eckhart golpeó su espalda con un muro, dándose cuenta en ese momento que había estado retrocediendo.
—¡Parece que vamos a ganar! —festejó Angélica.
—¡Maestra, concéntrese en rematar a su oponente! —la amonestó la empuñadura de su extraña espada de mana.
—¿Usaron a Stenluke? —le preguntó Eckhart, dejando que la conversación se colara por su "manos libres" a sus compañeros todavía "en línea"—. ¿Qué no... prohibimos... que la usaras?
Usando sus dos espadas como si fueran tijeras, Eckhart golpeó la espada de maná con todas sus fuerzas para luego dar una fuerte y certera patada a Angélica en el abdomen, alejándola apenas lo suficiente para cambiar sus espadas dobles por un enorme mandoble cuya hoja era casi de su tamaño.

—¡Hoy no se acordó! —respondió su esposa saltándole encima, atacándolo con todas sus fuerzas y usando sus mejoras para aprovechar su velocidad.

—¡Maestra, no le responda! ¡Enfóquese en el plan!

La sonrisa en la cara de Eckhart desapareció por un momento. Esa espada era un fastidio cuando le tocaba entrenamiento contra su esposa. Que tuviera la voz de su maestro solo hacía las cosas más difíciles. Por suerte, la espada parecía seguir un cierto código de ética o seguro habría aprovechado su voz para inmovilizarlo.

—Si así es como van a jugar, yo también me sé algunos trucos.

Eckhart puso todo su empeño en bloquear. Se concentró solo en eso hasta que el patrón de movimientos de Angélica se volvió demasiado obvio para él, desapareciendo su mandoble y atrapando el filo de Stenluke con las manos. Aplicando algo de fuerza, Eckhart obligó a Angélica a levantar la manablade para luego golpear la parte de atrás de la rodilla de angélica con uno de sus talones.

Angélica perdió el equilibrio.

Stenluke salió volando.

Eckhart terminó de derribar a Angélica contra el suelo, tirándole el casco y quitándose el suyo antes sostenerle las muñecas juntas sobre la cabeza y besarla en el cuello, riendo al escucharla soltar un pequeño gemido.

—¡Ríndete!

—¡Me niego!

Eckhart miró a su alrededor. Laurenz seguía inconsciente en el suelo y con la nariz sangrando. Winnifrieda tenía un pequeño duelo contra Matthias, demasiado reñido como para poder saber quien ganaría ese asalto. Cornelius había saltado y estaba peleando contra Leonore, quien parecía que ganaría de un momento al otro, lo cual sería malo. Judithe colgaba de una de las salientes del terreno de entrenamiento con una cuerda de mana de Cornelius. Si su idiota hermano menor perdía contra su esposa, Leonore podría rescatar a Judithe y eso no lo iba a permitir.

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