–[¿Náuseas, todas mis diosas?]
El tono era más de burla que de preocupación. Rozemyne hizo lo posible por contener el enfado e ignorar las náuseas, poniendo su mejor sonrisa noble cuando bajaron del círculo de transporte en Dunkelferger.
–[Sigo preguntándome porque soy la única a la que le afecta esto]
Apenas alzar la mirada y bajar auxiliada por Liesseleta y Ferdinand, Rozemyne se encontró con varios pares de ojos rojos y brillantes. La familia archiducal de Dunkelferger estaba ahí, todos listos para recibirlos según parecía, ahora que todos sus asistentes, eruditos y escoltas habían llegado.
—Aub Alexandria, Lord Ferdinand —dijo Lestilaut dando un solo paso al frente para llamar la atención de los recién llegados—, nos complace ver que nuestros hilos se han juntado de nuevo, esta vez bajo el auspicio de los rayos de Leidenshaft.
Rozemyne, Ferdinand y los dos séquitos alexandrinos se apresuraron a arrodillarse y cruzar los brazos, siendo Rozemyne quien respondiera los saludos al ser quien tenía mayor rango.
Una vez puestos en pie, luego de intercambiar algunas bendiciones, Werdecraft, el antiguo Aub se puso al lado de su hijo luciendo una enorme sonrisa sincera.
—En verdad es un placer tenerlos aquí al fin. Dultzentzen sabe cuanto hemos orado algunos para recibir la visita del Rey Demonio de Ehrenfest y la Santa de Alexandría.
Rozemyne soltó una risa nerviosa, sintiendo que se sonrojaba sin poder evitarlo para nada. Al parecer, Lestilaut había notado la incomodidad que el saludo en exceso familiar de su padre había provocado, pues no tardó nada en intervenir.
—La tercera campanada sonará dentro de poco. Creo que podemos seguir esta convivencia bajo el auspicio de Coucoucaloura.
—Nos sentiremos muy honrados de compartir las bendiciones de la diosa en Dunkelferger —repuso Rozemyne tomando el brazo de Ferdinand para ser escoltada.
El calor y la humedad le habían parecido similares a los de Alexandría a esa hora, de modo que había estado tranquila y a gusto durante la mañana.
El desayuno con el antiguo y el actual Aub había transcurrido en calma. Rozemyne estaba feliz probando algunas de las recetas que ella misma había traído a Yurgensmitch al estilo de Dunkelferger, ofreciéndole nuevos sabores y un par de texturas extra.
Lo que no había disfrutado fue ver a su vieja amiga Hannelore de pie junto a la puerta mirándola bastante enfundada en su armadura. Habría querido abrazarla para mostrar su emoción por verse de nuevo y tomar el desayuno junto con ella, pero de sobra conocía las reglas... que a veces se las saltaran en Alexandria era parte de ser mimada en exceso por su esposo y su séquito.
Con el final del desayuno, el joven matrimonio había recibido un tour por el palacio de Dunkelferger.
Rozemyne había tenido algunos problemas en esconder su sorpresa al notar la cantidad de zonas de entrenamiento que albergaba el lugar... o lo incómodo que se había puesto el clima de un momento a otro. Hacía mucho más calor que en Alexandría, el aire era incluso más pesado y asfixiante también. A diferencia de su ducado, el aire en Dunkelferger no era salado y algo húmedo, sino muy cargado de un aroma a tierra húmeda, a plantas y especias además de una humedad más sofocante conforme el día y el calor avanzaban.
Por un momento, la joven de cabello azul oscuro se encontró a sí misma preguntándose si podría sobrevivir en ese entorno, recibiendo un washen por parte de Liesseleta apenas terminar el recorrido.
Algo más tarde, Rozemyne se había cambiado de ropa. Era una suerte que Lady Sieglinde le hubiera proporcionado telas y patrones durante el primer día de la Conferencia Archiducal, eso le había dado un margen suficiente a la compañía Gilberta de prepararle algunos atuendos para la visita, de modo que tuvo que cambiarse para sentirse más cómoda.
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Los Dioses del Amor
FanfictionFanfic Erótico. Proceda con precaución. RozemyneYurgensmith es una tierra de fantasía en una época un tanto medieval. Rozemyne acaba de completar su unión de las estrellas con Ferdinand y no está muy complacida por la falta de conocimientos de su co...