Sparkles in my soul

Le das luz a mi existencia...

El viaje hacia el planeta natal de Ben, había sido largo porque se dirigían a los mundos del núcleo en cuyo sector se encontraba, el sistema Chandrila ubicado en el sector Bormea. Ben había decidido llevar una nave diplomática con diseño de Chandrila para pasar desapercibidos. Junto a Rey, acordaron encargarle El brillo de espejo a Zeth, con quien que ya habían conversado para que él se hiciera cargo de restaurarla. La tarea de transportar la antigua nave insignia de Leia, se la habían dejado a Lando para que fuera por ella a Atterra Alpha.

Durante el viaje hacia Chandrila, Ben se había mostrado relajado y dicharachero, no obstante cuando ya faltaba poco para salir del hiperespacio, Rey lo había sentido algo tenso, aunque de alguna manera, el joven tratara de ocultárselo sin mucho éxito.

—Está ropa es, demasiado... Mmm —ella se quedó examinado el traje durante unos segundos.

—Tienes razón —él respondió de manera distraída mientras fingía sacudirse una pelusa de su elegante túnica—. Parecen los atuendos de un canciller o un senador. Sin embargo... tú luces preciosa con ese traje.

Ella le sonrió en respuesta. Quería distraerlo un poco y aparentemente lo estaba logrando.

—Es demasiado formal y pesado —ella se volvió a mirar—. Y este peinado con esta cosa en la cabeza —señaló la tiara que le cubría gran parte del peinado— no se parecen en nada a las modas de Naboo ni Coruscant.

No es que a Rey le importaran las modas en absoluto, pero realmente necesitaba distraer un poco a Ben.

—Es porque los chandrilanos, como ya te mencioné anteriormente, a diferencia de los naboo y la moda cosmopolita de Coruscant, incluso la de Corellia, son demasiado refinados, y algo... mmm —se quedó pensando— algo engreídos.

Ella soltó una leve risilla.

—No me mires así, lindura, ya se lo que me vas a volver a decir con respecto a mis trajes en el pasado.

Ella hizo un gesto de negación y fingió sellar sus labios.

—No mencionaré de nuevo el asunto, Ben, en serio lo prometo.

La miró con sospecha, pero al ver la dulce sonrisa que ella le dedicó le creyó.

—De acuerdo, te creo.

De pronto la nave dio la señal, que habían salido del hiperespacio y se estremeció por el efecto. Así como la nave se estremeció, Rey sintió a Ben nervioso en sobremanera.

—Ben... Si quieres podemos regresar si esto no...

—No... Tengo que hacerlo, solamente te pido que tomes mi mano —él le extendió la mano y ella le regaló una linda sonrisa, acto seguido se levantó de su asiento entrelazó su mano con la de Ben, al mismo tiempo que depositaba un casto beso en los labios del joven.

—Siempre, Ben... jamás soltaré tu mano.

—Gracias —le besó el dorso de la mano— no sé qué hubiera sido de mí, si no te hubiera encontrado...

—Eres fuerte, Ben, siempre lo has sido, solamente usabas una máscara para esconder tu dolor y ahora puedes ser tu mismo, sin máscaras.

Ben tragó saliva y le sonrió.

—Tú me haces fuerte, Rey, eres lo que le faltaba a mi aciaga vida. Le das luz a mi existencia.

—Y tú también me haces fuerte, Ben, me complementas cómo nadie jamás podría hacerlo... Siempre, desde que te conocí, me di cuenta que algo había cambiado en mi vida y aunque me negaba y quería huir de lo que sentía... Muy adentro de mí sabía que eras mi alma gemela, complemento, mi fuerza.