Capítulo 14

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JiMin se miraba feliz, su sonrisa hacia sonreír al faraón.

YoonGi lo miraba contemplar su anillo, ese último que se habían entregado mientras la ceremonia terminaba.

Comúnmente, en Egipto no se hacían grandes celebraciones, por acuerdos mutuos una mujer comenzaba a vivir con un hombre o viceversa. Sin embargo, YoonGi quiso que fuera memorable para JiMin, por tanto realizó una ceremonia especial para él. Su JiMin, había dicho que quería una fiesta, para agradecer a Ra por permitirles unirse, su sol era brillante.

JiMin no había dejado de emocionarse desde el alba, YoonGi lo dejaba ser, aunque su conducta no era reprochada, la mayoría pensaba que el faraón se había casado con un niño, si bien en el Antiguo Egipto, JiMin tenía dieciocho años, todo por su actitud risueña y juguetona, pero era culpa de YoonGi, él lo había alejado de sus padres y cuidó de él, consintiendolo y dandole protección, JiMin no recibía negativas en respuesta, todo la servidumbre debía cumplir con lo que pidiera. Su príncipe jamás tendría un no.

Los padres de JiMin lo habían maltratado por ser un niño diferente al resto, más delicado y con una belleza singular, YoonGi lo observó por primera vez en medio de un trigal, solo tenía quince años, JiMin tenía once, al principio temió de él, por verlo con ropas reales y muchos soldados. Sin embargo su curiosidad fue tanta que se acercó. Cada obsequio que YoonGi le enviaba lo recibía entre tartamudeos y sonrisas tiernas.

YoonGi jamás hubiera sospechado del maltrato, hasta que su madre le permitió ir y recorrer el pueblo, llegó a la zona más sencilla, donde observó a su sol caminar con un canasto lleno de espigas y otras legumbres. Lo siguió hasta que entró a una casa y nunca pensó que lo escucharía gritar de dolor, corrió hasta la entrada, al ver lo que sucedía dentro su ira se encendió. JiMin yacía en el suelo, encogido, tratando de protegerse de los golpes, suplicandole a su agresor que se detuviera. El cesto parecía roto y lo que llevaba dentro parecía arrojado por todo el suelo.

El hombre al verlo se detuvo y levantó a JiMin, tomandolo del brazo con brusquedad haciendolo inclinarse. YoonGi mordió su lengua. La mujer que venía saliendo de uno de los cuartos solo palideceó en cuanto lo vio, se inclinó y disculpó por el desorden. YoonGi apretó sus dientes, los soldados que estaban con él solo acataron su orden, tomaron a JiMin lejos del hombre. JiMin seguía sin levantar la vista, hasta que YoonGi tomó su barbilla con delicadeza, había un corte en su labio, un pomúlo inflamado y temblaba de miedo.

Ordenó que lo llevaran al palacio, y se retiró dirigiendo una mirada a los mayores que no daba opciones a réplicas. JiMin fue curado por el médico, en ese momento el padre de NamJoon ejecutaba esa labor. Su madre cuestionó su actuar y YoonGi confesó su amor por JiMin. JiMin nunca más se volvió a preocupar de ser golpeado por nadie. De hecho, su madre fue quien sugerió que JiMin aprendiera el comportamiento de un príncipe de Egipto, su madre le entregó a JiMin el calor maternal que nunca había sentido.

Con paciencia, le hizo saber de sus intenciones, aunque para Egipto enteró, JiMin ya se había casado con él desde el momento en que entró en el palacio.

YoonGi lo comenzó a llamar sol, cada habitación había tomado vida desde su llegada al palacio, la soledad y la tristeza había sido albergada desde la muerte de su hermana, pero JiMin les había entregado alegría a sus corazones, nadie intentó agredirlo o dañarlo, estaba prohibido tocarle un solo cabello sin su consentimiento, su personalidad alegre no se perdió, inclusó brilló más al ser tratado con cariño, SeokJin fue quien estaba a cargo de su cuidado, pero sugirió que necesitaba la compañía de alguien de su edad, así fue como TaeHyung llegó al palacio, conviritiéndose en el amigo de JiMin, su compañero de juegos y travesuras. A YoonGi le causaba gracia que la mayor travesura de JiMin había sido entrar a la cocina y hacer su propia comida o más bien tomar un poco para ir a comer con TaeHyung a su lugar secreto, nadie sospechó su paradero y todos lo buscaban como locos en el palacio.

Y la única vez en que JiMin volvió a llorar, fue con la muerte de la reina, su madre falleció luego de días llenos de dolor, había sido una infección y JiMin se negaba a apartarse del lado de su madre, YoonGi era el único que podía apartarlo por su bien, para evitar el contagio. JiMin le suplicaba volver, que la reina lo necesitaría, su llanto fue doloroso de escuchar, lloraba hasta caer dormido y darse cuenta que nadie lo dejaría ver a la madre de YoonGi.

Por eso nadie le decía que no, nadie soportaba verlo triste.

- Ven, mi sol- YoonGi extendió sus brazos, JiMin fue con él, sonriendo.

- Me siento feliz...- le dice, pasando sus brazos por su cuello. JiMin esta sentado en su regazo, sonriendo lindamente.

- También lo estoy, eres mi esposo ante todo Egipto- JiMin le besa delicadamente, YoonGi corresponde el contacto, rodeando la cintura de su sol, con su otra mano, acarició su mejilla y besó su rostro con delicadeza.

JiMin se deja hacer, y su pulso se acelera al ser recostado sobre el lecho, sabe que debe cumplir con su papel de esposo, y de alguna manera le da miedo.

- No temas mi sol...- YoonGi parece leer sus pensamientos, cuando solo acaricia su cuerpo, la curva de su cintura encaja perfectamente en su mano, y se siente pequeño, sin embargo, no es la sensación de debilidad, es más bien sentirse protegido y amado.

JiMin asiente en silencio, y deja que YoonGi bese sus labios de nuevo, le gusta porque no está forzando su contacto, el movimiento es dulce y suave, como temiendo asustarlo...

Y entonces, JiMin sabe que no hay vuelta atrás...

El Amante del Dios del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora