Pasó una semana sin tener noticias del muchacho y, a pesar de la curiosidad y de la angustia que le provocaba el no saber, no se animó a volver a su domicilio. El hombre de la planta baja la había asustado bastante. Sin embargo, llamó varias veces al teléfono sin tener ninguna clase de éxito, hasta que al tercer día el número dejó de comunicar, parecía que habían cortado la línea.
Normalmente sus días eran monótonos y aburridos, sin embargo esa semana no pudo controlar su ansiedad y, por primera vez, las pastillas no la ayudaron en lo absoluto. Estaba tratando de ocupar su tiempo, cociendo el botón de un viejo pantalón, cuando su las neuronas de su cerebro hicieron cortocircuito... Un recuerdo, que no era un eco, salió a la superficie. Alex le había dicho que conocía a Ángela del colegio.
—¡Demonios! —Largó al sentir la aguja en el dedo gordo. La sangre brotó de inmediato, manchando el pantalón color crema.
Furiosa, Ava lanzó la prenda encima de la mesa, mientras se lamía la herida. ¡Cómo era posible que no pudiera pensar como la gente normal! ¡Cómo había podido olvidar semejante detalle! La respuesta apareció clara y pura: porque Ángela no existía. En su mente apareció esto como un cartel de neón. No obstante, su corazón comenzó a latir fuerte como contradiciendo su pensamiento... ¿Y si Ángela sí había existido?
—¡No, no puede haber existido! —La mujer se oponía a tal idea. Sus parientes... ¡Su propia hermana que tanto la había ayudado siempre! ¿Le mentían? No era posible, jamás le haría algo así. Quizás a Enrique lo consideraba capaz, siendo muy mala, ¡pero no a ella!
Aurora era su salvadora, había estado a su lado en los momentos más difíciles de su vida. A pesar de todo el caos que Ava sabía que representaba para ella, siempre había estado presente para sacarla de situaciones extremas. Incluso oponiéndose a las decisiones de su marido egoísta. Jamás podría hacerle tanto daño. Además, ¿con qué fin? No se lo explicaba.
Entonces, a pesar de su resistencia, recordó la última vez que vio a Aurora, cuando hablaron sobre Alex. Su conducta había sido muy extraña y errática, al igual que la de su marido y esa llamada misteriosa en plena noche, que ella había negado al día siguiente, le había añadido un condimento de misterio. ¿Su hermana sabía sobre Ángela? ¿Qué era lo que sabía?... Algo extraño entró en su corazón, algo que la pinchaba y le producía dolor y rabia. ¿Realmente sus familiares podrían haber sido capaces de ocultar la desaparición de una sobrina con tantas mentiras? Era abominable, cruel y ¡criminal! Porque eso significaba una montaña de mentiras más y su enfermedad era una de ellas.
Ava tomó entonces una decisión drástica, iba a tratar de descubrir la verdad. Iba a tratar de probar no la existencia de su hija sino la inocencia de Aurora. Podía culparse a sí misma de inventar todo, porque estaba muy enferma. Sin embargo, no podía perdonarse el pensar tan mal de su propia hermana. Las lágrimas cayeron como un torrente de sus ojos.
La mujer salió del comedor precipitadamente, busco en su tocador un viejo anotador y una lapicera. La medicación le provocaba cierta desconexión y el acto simple de pensar a veces le costaba mucho, un método efectivo sería anotarlo todo. Y eso hizo.
La inocencia de Aurora y Enrique estaba respaldada por un montón de hechos que le parecieron irrefutables. En primer lugar estaban los psiquiatras que la habían atendido. En el caso de su culpabilidad había sólo un hecho que no podía explicar: el bolso robado que fue devuelto. No había nada más. No existían fotos ni ninguna prueba contundente de que Ángela hubiera existido alguna vez.
Trazó un plan, primero iría al colegio que "recordaba" que su hija había asistido. Allí preguntaría por Alexander Cardozo, seguramente tenían una dirección de algún familiar donde poder ubicarlo. Cuando llevara a cabo aquello, se aclararían muchas cosas y, quizás, no necesitaría más para probar que el chico mentía.
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Ecos de la memoria
Misteri / ThrillerUna madre, desesperada por encontrar a su hija desaparecida, descubre de pronto que aquella nunca existió. Sus familiares intentan explicarle la realidad: sus alucinaciones, su enfermedad que ha empeorado por la falta de tratamiento. Sin embargo, ob...