Aurora:

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A la mañana siguiente, el sonido del celular despertó a Ava. Esta intentó hallarlo, estirando la mano y palpando la mesita de luz, sin embargo allí no había nada. Con profundo fastidio, ya que notó que apenas amanecía, se levantó. Puso una bata en sus hombros y siguió el sonido en la semi oscuridad, lo encontró en la mesa del comedor.

—Hola —atendió de mal humor.

—¡Ava! Hola, hola.

Era Aurora.

—¿Pasa algo?

—No, ¿por qué?

—Porque son las seis de la mañana —replicó, molesta.

Su hermana parecía bien despierta, como si no hubiera dormido la noche anterior.

—¿Estabas ocupada? ¿O yendo a buscar trabajo? —preguntó esta con un tono malicioso.

Ava suspiró ruidosamente, tratando de calmar el impulso de insultarla, e intentó despejar su mente.

—¿Qué quieres? —replicó, mientras se sentaba en una silla y se tapaba mejor con la bata. A esa hora el departamento estaba un poco fresco.

—Charlar, ¿tiene algo de malo? Veo que ya te olvidaste de tu hermana. —Aurora parecía molesta. Y agregó, antes de que Ava pudiera responder—. Ayer me viste salir de la farmacia y ni siquiera me preguntaste si estaba enferma.

Era cierto, inmersa en sus propios problemas y temerosa que descubriera sus verdaderos motivos por encontrarse en aquel lugar, había pasado por alto ese detalle.

—Bueno, perdón —se disculpó a regañadientes y agregó—: Pero son las seis de la mañana y no comprendo...

—No estoy enferma, gracias —la interrumpió, enojada.

La conducta totalmente irrazonable y fuera de lugar de su hermana la desconcertó. Ava no entendía por qué le había llamado a esa hora para largarle reproches. Era algo que nunca antes había hecho... Excepto esa última llamada a la madrugada que, según ella, jamás hizo... Algo andaba mal con Aurora, pensó. Dejó de lado sus sentimientos de odio hacia ella y pensó si realmente le importaba que estuviera mal. Realmente, no, concluyó.

Sin embargo, preguntó por pura cortesía y para aplacar el mal humor de la mujer:

—¿Te ocurre algo?

—No, para nada. ¿Por qué? —preguntó. Su voz sonaba... ¿asustada?

¿Qué demonios?, pensó Ava. No parecía su hermana sino alguna loca drogada que llamaba al azar. Esta siempre había sido la "cuerda", la más responsable de las dos, y no supo cómo actuar. El silencio se prolongó medio minuto.

—No entiendo qué... —Se decidió a hablar, sin embargo Aurora la interrumpió, molesta.

—Nunca entiendes nada.

—¡Bien, quieres charlar, charlemos! —Replicó enojada y siguió, en el mismo tono—. ¿Estás enferma? ¿Recuperándote de alguna enfermedad? ¿Alergias, tos, moco, algo de eso?

—Dije que estaba bien, gracias. Fui por Enrique, él tiene gripe. Tuvo toda la noche fiebre y se comporta como un chiquillo. No dormí nada. ¡Gritaba que se iba a morir! —añadió, largando luego una absurda carcajada.

El cambio de humor fue tan brusco que dejó otra vez desconcertada a Ava.

—Espero que se mejore pronto —dijo esta, por pura fórmula y sin desearlo. "Ojalá le de lepra", pensó en cambio.

—Yo también, no aguanto otra noche como esta. Encima me puse a ver televisión y... —empezó a decir, pero calló de repente. Unos segundos después agregó—. ¿Has visto las noticias?

Ecos de la memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora