Aquella noche, Ava volvió a soñar con el psiquiatra. En su mente figuraba como un monstruo de macabra sonrisa, parecida a la de un payaso, pero no era felicidad lo que transmitía su rostro sino arrogancia. Era la sonrisa de un demente. En sus sueños aparecía en el momento menos esperado y comenzaba a acecharla, a perseguirla, a cazarla como a un animal asustado. La mujer corría y corría por eternos pasillos, hasta que se encontraba de frente con una pared blanca, similar a las del hospital. Al darse la vuelta, el monstruo estaba allí frente a ella, alto como un edificio, y no había escapatoria posible.
Despertó de repente, el sudor cubría todo su cuerpo y estaba mojada. Ava, aterrorizada aún, buscó el rostro del hombre en la oscuridad. Pasó un largo minuto hasta que se dio cuenta de que había sido víctima de una pesadilla. Fue hacia el baño y se sentó en el inodoro. Aún su pulso no se normalizaba. Trató de tranquilizarse, no obstante los recuerdos vinieron a importunarla.
El doctor Marfil era, sin duda, un monstruo sonriente que aparecía de vez en cuando por la habitación de las pacientes y exigía ver a Ava en su despacho a solas, o mandaba a alguien a buscarla, generalmente al enfermero Estévez. Siempre se negaba, sin embargo no siempre estaba segura de que su intención era comunicada por el sonido de su voz. La doble dosis de medicamentos la tenía bastante atontada y cada vez más le costaba pensar y reaccionar. Además de que no siempre recordaba lo ocurrido sino hasta varios días después.
Ava sabía que cualquiera habría podido darse cuenta de los manejos del médico, no obstante allí no parecía importar mucho lo que dijeran los pacientes o las apariencias de las cosas. Bastaba la contradicción del hombre para que se tomara por ley todo lo que decía. Se había quedado sin amigos. Incluso la única paciente con la que siempre hablaba fue trasladada a otro lugar. Una noche había tenido un ataque de paranoia y había atacado al enfermero Estévez con un tenedor que tenía escondido debajo del colchón de la cama. Nadie supo por qué lo hizo, sin embargo su amiga siempre sospechó que las sesiones con el enfermero eran algo más.
La mujer fue víctima de su médico incontables veces, ni siquiera ella recordaba cuántas o podía armar el rompecabezas de recuerdos fragmentados más allá de la primera vez. Podrían haber sido sólo dos o cinco o diez. Su internación, prevista al principio solo por seis meses, se prologó uno más. Marfil no iba a dejarla ir ahora que podía divertirse con ella con total impunidad.
Ava volvió a la habitación y se acostó, necesitaba dormir, estaba tan cansada que se obligó a despejar su mente del infierno que era su pasado. Sin embargo, apenas logrado su cometido, sintió un golpe fuerte en una pared cercana. El sobresalto hizo que cayera de la cama y se golpeara con fuerza la mejilla.
—¡Que estúpida! —pensó en voz alta. Llevó su mano al rostro y sintió cómo la sangre le corría por él. Repitió molesta—: ¡Estúpida! ¡Estúpida!
En el baño consiguió una curita y se la aplicó, probablemente al día siguiente se le hincharía el pómulo. Luego pensó en el doctor Marfil.
Siguiendo un impulso, miró por la ventana hacia el estacionamiento. "No, no está ahí", se dijo y comenzó a calmarse. Oyó otra vez el ruido en la pared y pudo precisar que era el vecino que se había levantado sólo Dios sabía por qué. Entonces se enojó consigo misma. Debía sacar al médico de su mente, había pasado mucho tiempo desde que salió de ese horrible lugar, tenía que seguir adelante. Lo había logrado por un tiempo, hasta que había aparecido en esa maldita fiesta de cumpleaños. "No debía haber ido", se lamentó.
De pronto, el teléfono comenzó a sonar.
—¡Demonios! —exclamó, dando un respingo del susto. ¿Quién será a esta hora? Pensó.
Ava fue hacia el comedor y atendió.
—A...v...a.
—¿Sí? —la voz sonaba tan extraña que se asustó.
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Ecos de la memoria
Mystery / ThrillerUna madre, desesperada por encontrar a su hija desaparecida, descubre de pronto que aquella nunca existió. Sus familiares intentan explicarle la realidad: sus alucinaciones, su enfermedad que ha empeorado por la falta de tratamiento. Sin embargo, ob...