Capítulo 8: La llegada de los Extranjeros.

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Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.

Solo nos pertenecen los OC.


La Pirata de los Cielos

Albus Dumbledore se acercó a Cornelius Fudge, teniendo que tener la visión de Dolores Umbridge, recibiéndolo en recepción y tener que intercambiar palabras con esa mujer de baja estatura, vestida con una horrorosa túnica rosa, cabello castaño rizado y rostro de sapo.

Ella escuchó la petición de Dumbledore e ingresó en la oficina. —Señor Ministro —dijo Dolores, desde la puerta, solo abriéndola un poco. —El Director Dumbledore, pide hablar con usted.

—Déjalo pasar, Dolores —dijo Cornelius Fudge.

El anciano puso los ojos en blanco. —Me asombra que el país todavía siga a flote, con personas como Bulstrode y ahora con Fudge al mando. —pensó, mientras esquivaba a Dolores, una vez que Fudge aceptó dejarlo entrar. Tras pasar de la puerta, le recibió un hombre poco corpulento, de cabello negro arrugado. Vestido con un traje de raya diplomática, corbata roja y botas púrpura. Sobre el perchero, descansaba el sombrero de hongo color verde lima y la capa de viaje. —Gracias por aceptar recibirme, Cornelius. Sé que tu tiempo es limitado y estás hasta las cejas de trabajo.

—Te escucho, Albus —reconoció Cornelius.

Albus suspiró y entrecruzó sus dedos. —Luego de cobrar muchos favores, realizar varios y viajar por casi todos los países posibles, en busca de ciertas respuestas: Parece ser que son los Inefables, quienes pueden darnos la respuesta. —Fudge no contestó. Solo imitó a Albus, entrecruzando sus dedos y mirándolo fijamente —el pueblo está alcanzando la voz, Cornelius. Están convencidos de que Céline Potter está viva y quieren que la encontremos y la devolvamos a los Potter, sana y salva.

— ¿Y cómo haremos eso, exactamente? —preguntó Cornelius. Nada de lo que él dijera, calmaba al público en ese tema. Creía que estaba a punto de sufrir un Golpe de Estado. —Nadie sabe en dónde está. Todos vimos tu recuerdo en el Pensadero y se ve fácilmente, en las fotos del Profeta.

Ah, sí. Las fotos del Profeta y el Pensadero... Esa fue una mala decisión de Dumbledore, al intentar calmar los ánimos de todos: Enseñar como la primogénita de la Casa Potter, se transformó en un Obscurial, por culpa de sus familiares Muggles, quienes casi la mataron y presentarse allí mismo, junto a la Orden del Fénix, con Magos adultos, listos para atacar a una niña asustada, quién carecía de conocimientos sobre la magia y lo que le estaba pasando, fue una muy mala decisión.

—Una persona en Egipto, me aseguró que el Departamento de Misterios. —especificó Dumbledore —Nuestro Departamento de Misterios, ha pasado la última década, creando un portal hacía otras realidades y dimensiones paralelas.

—Es mentira.

—Si acaso fuera real entonces pasarías a la historia, como el Ministro de Magia en funciones que estuvo allí, cuando contactamos con otra dimensión —manipuló Albus, los ojos de Fudge brillaron — ¿Y si ellos también poseyeran magia y tuviéramos un intercambio de Magos? ¿Lo imaginas, Cornelius?


Dicho y hecho: 48 horas después, Albus Dumbledore, Minerva McGonagall, Severus Snape, Alastor Moody, James y Lily Potter, estaban junto a Fudge, en el Departamento de Misterios, en la Sala del Portal.

Una sala iluminada con velas de cera dorada y faroles de llamas blancas, con varios asientos y en el centro, en una plataforma elevada, un arco de oro y plata, cuyo centro brillaba con algo parecido a una bruma plateada.

Los seis magos, cruzaron el portal y pronto se encontraban en un auténtico túnel de gusano, sin poder explicarse lo que veían:

Un hombre vestido como un Pretoriano Romano y una mujer con una toga que demostraba su altísimo estatus social, eran acompañados por una enorme multitud en un éxodo, lejos de una ciudad que se incendiaba a sus espaldas.

—Esos malditos Chupasangre —gruñó la mujer, mientras sentía la mano del hombre en su hombro, quién no dijo ni una palabra. — ¿Qué haremos ahora, Marco?

—Encontrar otro hogar —dijo él —antes de caer, Claudio me habló sobre la Cueva de los Sueños y no estamos muy lejos.

— ¿La cueva de los Deseos? —preguntó un anciano.

El hombre asintió y siguió caminando. Solo con su porte, dijo: "Quien quiera seguirme, que lo haga" y así el Éxodo continuo, mientras el hombre enseñaba las notas de Claudio, hasta llegar a una cueva, cuyo interior brillaba como la plata. Fueron ingresando en la cueva, solo para salir en un bosque frondoso, que no era lógicamente posible.

Vieron al Éxodo del Pretoriano, llegaron a unas tierras a las cuales, la ciudad de Roma: Buroum Capitolina, sería fundada.

La visión cambio:

Vieron a un capitán Pirata, quién salvaba las vidas de los ciudadanos de una ciudad portuaria... Y luego otra ciudad portuaria y muchos compañeros piratas, eran puestos bajo su protección, mientras saqueaban pueblo tras pueblo y hacían lo que querían, hasta ser guiados a unas aguas cuyos fondos brillaban con luces plateadas y cobrizas, solo para ser engullidos por una ola alta y reapareciendo sanos y salvos, en lo que después sería Søgvinder. El reino de la magia blanca.

Fue prácticamente lo mismo con Astraksa... Pero en los Vikingos y la magia oscura. Los clanes del Cuervo, el Oso y el Lobo, fueron los que se salvaron de la caída de su cultura. Abrazaron la magia oscura.

Más o menos, fue lo mismo con los fundadores de: Goldenwood Forajidos de aquello que la historia americana suele llamar "el Lejano Oeste".

Ashridge domesticó a muchas bestias. Los Amerindios, lo habían estado haciendo desde siempre y con la llegada de tantos pueblos aborígenes de Sudamérica, quienes vieron sus culturas ser destruidas, ellos se repartieron sus propios conocimientos y evolucionaron desde allí.

Y finalmente: Taras-Muth, era un reino de fuerzas oscuras, aún más oscuras y más peligrosas que Astraksa. Era un reino en dónde se había perdido el límite entre la tecnología a vapor (del siglo XIX) y la magia rúnica. Se decía que no quedaban humanos (ni no-mágicos, ni mágicos) en esas tierras, sino algún otro tipo de entes.


Cuando aterrizaron en el suelo, rápidamente comenzaron a usar hechizos para ser invisibles, mientras corrían a ocultarse de grandes máquinas vehiculares. Veían edificios gigantescos de metal sólido y humo que salía desde las fábricas.

"Dumbledore —susurró Lily — ¿Qué hacemos?"

"Lo mismo que los ellos —susurró Dumbledore, lanzado un hechizo de investigación a un vehículo que pasaba por allí —un intrincado sistema que fusiona magia para funcionar, como combustible y está en absoluta armonía con la tecnología, a base de runas" —lanzó seis esferas de luces doradas y seis motocicletas aparecieron.

Snape tomó de la cabeza de un conductor de una de aquellas motocicletas, los medios para conducir y luego repartió el conocimiento entre todos.

Cada uno tomó una motocicleta y partieron en medio de Taras-Muth, en busca de Céline Potter.

Abandonaron Taras-Muth, luego de una semana y pasaron la frontera marítima, hacía Ashridge, con Minerva dándoles a las motocicletas, la capacidad de ir por agua.

Al llegar a la única ciudad de Ashridge, vieron cómo eran sobrevolados por un dragón cuya piel brillaba. Se miraron entre ellos y se elevaron en las motos, rápidamente viendo... ¿Un barco pirata?

— ¡Atención todos! —dijo Dumbledore sonriente y sacando su collar circular de oro, con aquél Rubí central que brillaba fuertemente. —En ese barco, está Céline Potter.


9: Convencerla de venir a Hogwarts.

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