Capítulo 55: La Tercera Prueba.

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Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.

Solo nos pertenecen los OC.


La Pirata de los Cielos

— ¡MALDITA SEA! —Rugió Dumbledore, furioso, mientras que sufría de un ataque de Magia Accidental: Magia comandada por sus sentimientos; lo cual causó, la destrucción de la oficina. — ¡¿CÓMOES POSIBLE, QUE ESA MALDITA MOSCOSA PIRATA, ESTÉ INCLUSO POR DELANTE DELCAMPEÓN DE HOGWARTS?! —Intentó calmarse, mientras se pasaba, una mano por el cabello y luego por la larga barba. Solo entonces, vio que, en su ataque de ira, había quemado libros irremplazables y milenarios, había destruido el escritorio, su magia había roto cartas de fanáticos, recortes de periódicos de triunfos antiguos. Sus ojos se abrieron con horror, antes de gritar... — ¡NOOOOOO! —Logró calmarse y se pasó una mano por el cabello. —Necesito... tener a la Orden, lista para la Tercera Prueba e ir a salvar a Céline. Claramente, va a ser secuestrada, solo que... —se detuvo y palideció, al recordar lo más importante: De acuerdo con sus hechizos, Céline había estado siguiendo a Crouch Jr. eso lo hizo palidecer. — ¿Céline sabe, quien es realmente?, ¿Cómo lo ha descubierto? —Dumbledore se puso de pie y corrió hacía el segundo piso, hacía el Salón de Defensa Contralas Artes Oscuras, para evitar que Céline arruinara el retorno de Voldemort.

Solo con Voldemort aquí, él volvería a ser importante y su palabra política, volvería a tener un auténtico peso, luego de casi catorce años.


Segundo piso, salón de Defensa Contra las Artes Oscuras.

Moody se giró, solo para ver una rodilla, golpearlo en el rostro y tirarlo al suelo. Intentó mirar y recibió una patada en el costado, lanzándolo al suelo, intentó volver a mirar y comenzó a ser golpeado en el rostro, repetidamente y sin descanso, hasta hacerlo vomitar sangre por la boca.

Volvió a intentar mirar, solo para sentir como el hechizo de grilletes: Atrapado, lo capturaba al suelo. Entonces, vio a Céline Volkova, sonriéndole triunfante. —Hola Profesor. Ahora,¿Qué te parece, si hablamos sobre esta forma tuya, detrás de una máscara delprofesor Moody? —Le apuntó con la pistola. —Orquesta de Balas: Bala Omnidireccional —Y Moody comenzó a gritar,cuando cinco balas, salieron de la pistola y comenzaron a atravesar su cuerpo,una y otra vez. Céline no se inmutó, elevó la pistola al aire. —Orquesta de Balas: Bala Silenciadora —Yle disparó a Moody, quien dejó de gritar. Cargó su arma nuevamente. —Orquesta de Balas: Bala Re-Abastecedora deSangre —Y Moody fue rodeado por un aura roja. —Orquesta de Balas: Bala Sanadora —disparóuna cuarta vez y las heridas se fueron cerrando, el dolor se fue mitigando...pero Céline en ningún momento, había deshecho el hechizo de la BalaOmnidireccional, así que fue herido nuevamente. Céline finalmente, hizo quetodo se detuviera y cuatro balas, cayeron al suelo. Moody seguía consciente,pero en ese momento, Moody cambió físicamente y viendo que estaba a punto de ser asesinado, por una simple colegiala, entre lagrimas, el hombre disfrazado de Moody, le contó todo. Ella se encargó de alimentar al Moody original, mientras mantenía al otro retenido y le indicó, que siguiera alimentando al original, hasta recuperara sus fuerzas.


Día de la Tercera Prueba.

— ¡Damas ycaballeros, va a dar comienzo la tercera y última prueba del Torneo de los tresmagos! Permítanme que les recuerde el estado de las puntuaciones: empatados enel primer puesto, con ochenta y cinco puntos cada uno... ¡los hermanos AlexPotter y Céline Volkova, Potter representando al colegio Hogwarts y Volkovarepresentando a la academia Pryrus! —Los aplausos y vítores provocaron quealgunos pájaros salieran revoloteando del bosque prohibido y se perdieran en elcielo cada vez más oscuro—. En tercer lugar, con ochenta puntos, ¡el señorViktor Krum, del Instituto Durmstrang! —Más aplausos—. Y, en cuarto lugar, ¡laseñorita Fleur Delacour, de la Academia Beauxbatons! —Céline pudo distinguir aduras penas, en medio de las tribunas, a la señora Weasley, Bill, Ron yHermione, que aplaudían a Fleur por cortesía. Los saludó con la mano, y ellosle devolvieron el saludo, sonriéndole. James y Lily, además de Sirius, Remus,Aleksandra y Susanna, le sonreían. — ¡Entonces... cuando sople el silbato,entrarán Alex y Céline! —dijo Bagman—. Tres... dos... uno... —Dio un fuertepitido, y Alex y Céline penetraron rápidamente en el laberinto. Los altísimossetos arrojaban en el camino sombras negras y, ya fuera a causa de su altura ysu espesor, o porque estaban encantados, el bramido de la multitud se apagó encuanto traspasaron la entrada. Harry se sentía casi corno si volviera a estarsumergido. Sacó la varita, susurró «¡Lumos!», y oyó a Céline que hacía lo mismodetrás de él. Después de unos cincuenta metros, llegaron a una bifurcación. Semiraron el uno al otro. —Hasta luego —dijo Alex, y tiró por el de la izquierda,mientras Céline cogía el de la derecha. Alex oyó por segunda vez el silbato deBagman: Krum acababa de entrar en el laberinto. Alex se apresuró. El camino quehabía escogido parecía completamente desierto. Giró a la derecha y corrió,sosteniendo la varita por encima de la cabeza para tratar de ver lo más lejosposible. Pero seguía sin haber nada a la vista. Se escuchó por tercera vez, distante, el silbato de Ludo Bagman. Ya estaban todos los campeones dentro del laberinto. Alex miraba atrás a cada rato. Sentía la ya conocida sensación de que alguien lo vigilaba. El laberinto se volvía más oscuro a cada minuto, conforme el cielo se oscurecía. Llegó a una segunda bifurcación. — ¡Oriéntame! —le susurró a su varita, poniéndola horizontalmente sobre la palma de la mano. La varita giró y señaló hacia la derecha, a pleno seto. Eso era el norte, y sabía que tenía que ir hacia el noroeste para llegar al centro del laberinto. La mejor opción era tomar la calle de la izquierda, y girar a la derecha en cuanto pudiera. También aquella calle estaba vacía, y cuando encontró un desvío a la derecha y lo cogió, volvió a hallar su camino libre de obstáculos. No sabía por qué, pero aquella ausencia de problemas lo desconcertaba. ¿No tendría que haberse encontrado ya con algo? Parecía que el laberinto le estuviera tendiendo una trampa para que se sintiera seguro y confiado. Luego oyó moverse algo justo tras él. Levantó la varita, lista para el ataque, pero el haz de luz que salía de ella se proyectó solamente en Céline, que acababa de salir de una calle que había a mano derecha.

La Pirata de los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora