Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.
Solo nos pertenecen los OC
La Pirata de los Cielos
Tom Sorvolo Ryddle, se encontraba en una situación muy complicada.
Por años, él había gobernado la Inglaterra Mágica, a través del miedo que generaba y del extenso capital, con el cual contaban sus Mortífagos Sangre Pura.
Mismos Mortífagos, que ahora estaban en el armario de Céline Potter.
Ella no le temía, ella conocía magias muy extrañas, no tenía miedo de contraatacar con el poder de una docena de Aurores entrenados y no precisamente, bajo el mando de Dumbledore.
Esa maldita mocosa, tenía su propia agenda y, según las palabras de Severus y Draco, la chica lo odiaba a él, con la misma pasión que odiaba a Dumbledore. Entonces, sólo dejaba la idea: ¿Céline Volkova, seguía a alguien o la seguían a ella? Según Severus, ella no escuchaba a Dumbledore, pero lo aterrorizó saber, que ella sabía sobre su pasado y rápidamente, borró de la mente de Severus, cualquier rastro, sobre su vida pasada.
Sobre la época en la cual él fue, Tom Sorvolo Ryddle.
En un estrecho sendero bañado por la luna, dos hombres aparecieron de la nada a escasos metros de distancia. Permanecieron inmóviles un instante, apuntándose mutuamente al pecho con sus respectivas varitas mágicas, hasta reconocerse. Entonces las guardaron bajo las capas y echaron a andar a buen paso en la misma dirección.
El lado izquierdo del sendero estaba bordeado por unas zarzas silvestres no muy crecidas, y el derecho, por un seto alto y muy cuidado. Al caminar, los dos hombres hacían ondear las largas capas alrededor de los tobillos.
Torcieron a la derecha y tomaron un ancho camino que partía del sendero. El alto seto describía también una curva y se prolongaba al otro lado de la impresionante verja de hierro forjado que cerraba el paso. Ninguno de los dos individuos se detuvo; sin mediar palabra, ambos alzaron el brazo izquierdo, como si saludaran, y atravesaron la verja igual que si las oscuras barras metálicas fueran de humo.
El seto de tejo amortiguaba el sonido de los pasos. De pronto, se oyó un susurro a la derecha; Yaxley volvió a sacar la varita mágica y apunto hacia allí por encima de la cabeza de su acompañante, pero el origen del ruido no era más que un pavo real completamente blanco que se paseaba ufano por encima del seto. -Lucius siempre ha sido un engreído. ¡Bah, Pavos Reales! -Yaxley se guardó la varita bajo la capa y soltó un resoplido de desdén.
Una magnifica mansión surgió de la oscuridad al final del camino; había luz en las ventanas de cristal emplomadas de la planta baja. En algún punto del oscuro jardín que se extendía más allá del seto borboteaba una fuente. Snape y Yaxley, cuyos pasos hacían crujir la grava, se acercaron presurosos a la puerta de entrada, que se abrió hacia dentro, aunque no se vio que nadie la abriera.
El amplio salón, débilmente iluminado, estaba decorado con suntuosidad y una espléndida alfombra cubría la mayor parte del suelo de piedra. La mirada de los pálidos personajes de los retratos que colgaban de las paredes siguió a los dos hombres, que andaban a grandes zancadas. Por fin, se detuvieron ante una maciza puerta de madera, titubearon un instante y, acto seguido, Snape hizo girar la manija de bronce.
El salón se hallaba repleto de la gente sentada alrededor de una mesa larga y ornamentada. Todos guardaban silencio. Los muebles de la estancia estaban arrinconados de cualquier manera contra las paredes, y la única fuente de luz era el gran fuego que ardía en la chimenea, bajo una elegante repisa de mármol coronada con un espejo de marco dorado. Snape y Yaxley vacilaron un momento en el umbral. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra, alzaron la vista para observar el elemento más extraño de la escena: una figura humana, al parecer inconsciente, colgaba cabeza abajo sobre la mesa y giraba despacio, como si pendiera de una cuerda invisible, reflejándose en el espejo y en la desnuda y pulida mesa.
Ninguna de las personas sentadas bajo esa singular figura le prestaba atención, excepto un joven pálido, situado casi debajo de ella, que parecía incapaz de mirarla cada poco.
—Casi llegan tarde, ustedes dos —Quien había hablado se sentaba justo enfrente de la chimenea, de modo que al principio los recién llegados sólo apreciaran su silueta. Sin embargo, al acercarse un poco más distinguieron su rostro en la penumbra, un rostro liso y sin una pizca de vello, serpentino, con dos rendijas a modo de orificios nasales y ojos rojos y refulgentes de pupilas verticales; su palidez era tan acusada que parecía emitir un resplandor nacarado. —En sus familias y en el mundo... debemos deshacernos de la úlcera que nos infecta hasta que solo los de Sangre Pura prevalezcan... —Gracias a la Capa de Invisibilidad de los Potter, que antes perteneció a Ignotus Peverell y que le fue entregada por la mismísima Muerte, Céline Volkova, no fue descubierta. Voldemort agitó su varita y algo envuelto en sábanas, apareció. Se movía, se agitaba de manera desesperada. — ¿Reconoces a nuestro huésped Severus? —Preguntó Voldemort.
Snape levantó los ojos hacia el rostro por encima de él. Todos los Mortífagos miraban al cautivo ahora, como si se les hubiera dado permiso de mostrar curiosidad. Mientras se revolvía para quedar de frente a fuego, la mujer dijo en una rota y aterrada voz. — ¡Severus!, ¡ayúdame!
—Ah, si... —dijo Snape mientras la prisionera se volteaba de nuevo.
— ¿Y tú Draco? —Preguntó Voldemort. Draco asintió apenas. Ahora que la mujer estaba consciente, parecía incapaz de mirarla más. —Pero tú no habrías tomado sus clases, —dijo Voldemort, mientras Draco se esforzaba, para no parecer horrorizado. -Para aquellos que no lo saben, nos acompaña esta noche Charity Burbage quien, hasta esta misma noche, enseñaba en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. La Profesora Burbage les enseñó a los niños de magos y brujas todo acerca de los Muggles... como es que no son tan diferentes de nosotros... —Uno de los Mortífagos pateó el piso. Charity Burbage se volteó para ver a Snape de nuevo.
—Severus... por favor... por favor...
—Silencio —dijo Voldemort, con otro movimiento de la varita de Malfoy y Charity se quedó en silencio como con una mordaza. -No contenta con corromper y ensuciar las mentes de nuestros hijos magos, la semana pasada la Profesora Burbage escribió una apasionada defensa de Sangre Sucias en el Profeta. Los Magos, dijo, deben aceptar a esos ladrones de conocimiento y magia. La falta de Sangre Puros es, dice la profesora Burbage, una circunstancia más deseable... nos quiere todo amistad con Muggles... o, sin duda hombres lobo... —Nadie rió esta vez. No había equivocación en el enojo y descontento en la voz de Voldemort. Por tercera vez, Charity intenta ver a Snape. Las lágrimas caían de sus ojos a su cabello. Snape la miró, impasible mientras ella intentaba verlo lentamente otra vez. — ¡Avada...! —Céline actuó en ese momento, pero no atacó a los Mortífagos, sino que usó en susurros, el maleficio "Mimble Wimble", pegando la lengua de Voldemort a su paladar y sin que el Maldición Asesina se concretara, la varita liberó una explosión de llamas verdes, que empujaron a los Mortífagos, las llamas lamieron sus capas y comenzaron a consumirlo todo, mientras que todos ellos gritaban y varios intentanban entenderlo, todo explotó de nuevo alrededor.
Céline arrojó el hechizo Fumos, todo se llenó de humo, el fuego consumió el suelo, Céline agarró a la maestra Burbage, mientras que el suelo debajo de los Mortífagos, cedía y los Inferi eran asesinados por las llamas de la Maldición interrumpida, los Mortífagos gritaban mientras se quemaban por las llamas esmeralda, que lo estaban consumiendo todo o murieron empalados en la caída.
Severus Snape vio a Céline Volkova, gracias a la luz de la luna llena, agarrando a Charity en brazos y de alguna forma, desenfundó la espada, una medialuna mágica negra, fue hacía él y al esquivarla, gritó de dolor, cuando la mitad de su pie, fue cercenado.
Cuando levantó la mirada, Céline ya no estaba.Se volvió y comenzó a usar muchísimos encantamientos e incluso maldiciones, hasta apagar las llamas. Perdieron a una docena de Mortífagos y reclutas, una decena de Inferus.
Se Desapareció, para contarle esto a Dumbledore y sobre el discurso de Voldemort, pues este último, parecía que lanzaría un ataque contra Hogwarts.
ESTÁS LEYENDO
La Pirata de los Cielos
FanfictionSi Albus Dumbledore, hubiera sido humilde y no hubiera intentado manipular dos profecías (una consciente de su existencia, pero no la otra), entonces, el resultado podría haber sido otro: Él permitió que su arrogancia, le superara. Y todo se arruinó...