VII. Tiempo

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Después del ensayo en el confesionario tenían una misa obligatoria, Wanda no podía pensar en nada ni en nadie más que no sea Natasha, después de compartir un buen rato de silencio y una mirada profunda, la rubia salió del lugar, la castaña fingió que le dieron una penitencia y se arrodilló junto a las demás a orar, lo que normalmente para ella eran horas de suplicio había pasado muy rápido, al salir de misa buscó a Natasha con la vista, se desesperó de ver que caminaba rápido, parecía que iba de vuelta al convento, se adelantó a ella, la tomó del brazo esperando que nadie las vea ni que se den cuenta, abrió la puerta de uno de los almacenes de la iglesia, revisó alrededor, nadie parecía tomarles atención, metió a Natasha dentro y cerró detrás suyo.

– Tenemos que hablar – Emitió Wanda recargándose en la puerta, no quería que Natasha escape, no la dejaría así

– No diré nada y tú tampoco lo harás, no hay nada que decirnos – Susurró viendo sus manos

La castaña sentía dolor de notar que para Natasha el simple hecho de verla a los ojos era un recordatorio constante de que le falló a lo más sagrado que tenía, no cometer pecado alguno, ella se había encargado de botar a la basura sus creencias con ese acto, había sido egoísta.

En realidad, Natasha sólo era víctima de sus propios deseos, no quería ver a Wanda porque sabía que conseguiría más y por más que lo quiera, no era correcto, ella debía ser una buena mujer, debía de serle fiel a sus valores, estaba a nada de convertirse en una monja, debía honrar al ser divino que le dio la vida, el cual no entendía porque había puesto a la castaña en su camino, si era una prueba por más que se aleje de ella, sentía que ya había fallado, pues hasta el pensamiento más impuro era un pecado y todo lo que pensó en esa habitación estaba segura de que la mandaría a quemarse eternamente.

– Entenderé que no me quieras hablar o ver jamás, pero no quiero que te sientas culpable, cúlpame a mí, di que soy un monstruo y lo peor del mundo, que debo ser un demonio que va detrás tuyo, haz de mí tu villana que lo que menos quiero es que tú misma sientas que estás en lo incorrecto o hiciste algo indebido, cúlpame, desquítate conmigo, di que me odias y me aborreces, que te da asco lo que soy y lo que te hice sentir...

Natasha tragó grueso, lo que decía Wanda era lo que debería de pensar, pero para nada era así, no fue culpa de la castaña que no sepa concentrarse, ni que su voz sea una tentación o que Wanda sepa describir tan bien lo que su cuerpo terrenal quería, no la odiaba, no la aborrecía no quería perderla, ni alejarse de ella sin intentar entender lo que le pasó ese día y tal vez lo que le había estado pasando toda la vida, se le hacía ridículo el pequeño pensamiento de alejarla.

– No deberíamos vernos más... – Aceptó – Ahora permiso, Wanda, que aún tengo cosas por hacer...

– ¿Sólo eso me dirás? – Emitió triste y ofendida

– No voy a insultarte si eso es lo que buscas... – Susurró sabiendo que Wanda quería tener un motivo para alejarse de ella, el que le diga que lo que hicieron fue una abominación, sería un camino fácil para ella, así se olvidaría por completo que alguna vez se conocieron, pero no lo haría, porque no era lo que sentía, le demostraría que si hay un dios que ama a todos, las personas debían hacer lo mismo

– ¿Te irás sin decirme nada? – Intentó conectar su mirada con la de ella

– No quiero seguir hablando, tampoco quería venir aquí contigo, pero no iba a armar un escándalo – Susurró

– ¿Debo tomarlo como que te gustó lo que pasó? – Preguntó queriendo presionarla a que le diga algo, debían odiarse, porque la otra salida era tan absurda que no podía ni pensarla

Hazme Pecar  | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora