LIII. 1887 ~ Pieza 1

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Su pequeña niña ya tenía dos años, estaba aprendiendo a colorear, las figuras básicas, era una niña obediente y ordenada, James le decía constantemente a su esposa que creía que de pequeña era igual a Zaira.

– ¿Después quieres que juguemos en el jardín? – Preguntó Natasha acariciando el cabello de su pequeña que pintarrajeaba unas hojas, su papá era un hombre muy consentidor, desde el momento que vio que Zaira era lo suficientemente hábil para tomar un lápiz, mandó a pedir todo lo disponible para que pinte o dibuje

– ¡Sí! – Exclamó con emoción

Natasha sonrió de inmediato, haciendo figuras en el papel para que su pequeña las coloree, a veces ser madre era complicado, pero no se arrepentía ni un minuto de tener a su bebé, todo lo compensaba, escucharla decir "mamá" o verla caminar, correr, sentir sus pequeñas manos rodear su cuello cuando estaba cansada, no podía estar más encantada con la maternidad.

– Natasha... – Escuchó una tercera voz en la habitación

– ¿Sí? – Vio a Steve en la puerta muy preocupado, frunció el ceño levantándose de la silla y acercándose a él – ¿Qué ocurre?

– Bucky se cayó del caballo – Respondió nervioso

Natasha vio a su hija, agradeció ver a la ama de llaves entrar a la habitación, le encargó que la cuide y se fue corriendo con Steve al hospital de la ciudad; entraron a una de las habitaciones, ahí se encontraba James recostado en una camilla, esperaban por el doctor.

– Te dije que no le avises – Emitió el herido

– ¿Cómo no quieres que me entere? – Sollozó Natasha acercándose a su esposo, posó las manos en sus mejillas

– Estoy bien, Nat... sólo me caí – Limpió sus lágrimas con los pulgares – No me duele nada, Steve es un exagerado – Le restó importancia

– Ya veremos que dice el doctor – Señaló Steve

– Estás alterando más a mi mujer – Dijo James con molestia

Natasha estaba sentada en la silla de al lado tomando la mano de su esposo, sabía lo peligroso que era caerse de esa altura sobre todo cuando el caballo estaba en movimiento, sentía el pulgar de su esposo en su mejilla.

– Tranquila, Nat – Susurró James

El doctor llegó de vuelta con su portapapeles – Acabamos de salir de la sala de radiografía, el señor Barnes no tiene huesos rotos, sólo una laceración en la pierna que ya fue atendida y lesiones superficiales, se le recetarán analgésicos y se recomienda que descanse plenamente dos semanas dada su condición

– ¿Qué condición? – Natasha emitió confundida

– Bueno, su esposo tiene problemas respiratorios, no son graves, pero está en constante evaluación, por eso una caída así para él es de preocuparse – Explicó el doctor ante un gesto nada amigable de James – Bueno, puede irse a casa, descanse, señor Barnes – Emitió el doctor antes de retirarse

– Hora de irnos – James se sentó con dolor en la camilla

– ¿Por qué nunca me dijiste esto? – Preguntó Natasha ayudando a su esposo a ponerse la ropa

– Porque es una estupidez, cuando era pequeño me faltaba el aire a veces, no tengo ataques así desde los quince, deja de mirarme como un blandengue, Natasha, que soy tu marido – Dijo con seriedad, Natasha nunca lo había visto así

– Porque eres mi esposo me preocupo – Lo tomó del mentón con brusquedad cuando le evadió la mirada – Porque tenemos una hija, me preocupo, por los demás bebés que tengamos, me preocupo por ti, no te miro como si fueras menos, esta clase de cosas debes de decírmelas

Hazme Pecar  | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora