XI. Cobijo

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Tenía la mano de Wanda agarrada con fuerza, cerraba los ojos mientras sentía una aguja pasar por su piel, le había dolido que el doctor le limpie las heridas, pero nada se comparaba a sentir como unía las partes de su piel fraccionadas, quería lucir tranquila, notaba como Wanda la veía con los ojos cristalizados, ella era muy emocional, así que trataba de lucir calmada para que no se preocupe.

Veía a Natasha apretar sus labios y cerrar los ojos mientras se abrazaba a la almohada con la que cubría sus pechos, sentía como apretaba su mano, se moría por estar más cerca de ella besando su rostro y acariciando sus mejillas para consolarla, pero no podía, era tan irreal el mundo en el que no podía consolar como era debido a la persona que quería sólo porque no era bien visto.

– Vendré a revisarte en dos semanas para quitarte los puntos... Wanda te va a vendar ahora, se quedará a cambiar tus vendas y cuidar que tus heridas no se infecten – Dijo el doctor

– Gracias – Sonrió Natasha tímidamente

– Natasha, eres una niña muy inteligente, no te hagas más daño a ti misma, Dios no querría que te hieras, porque eres parte de su creación y te ama como eres, hay maneras no dañinas en las que puedes aliviar cualquier culpa que sientas – Emitió tratando de darle algún consuelo, era triste saber que una chica tan joven se sienta culpable y por una entidad inexistente crea que deba castigarse a sí misma, no podía luchar contra su creencia directamente, pero sí tal vez influir que nada malo le suceda a largo plazo, era la segunda vez que iba a visitarla, era preocupante que así sea

– Sí, doctor, no volveré a hacer algo así, muchas gracias – Agachó la mirada

– Bien, por hoy, Natasha debe descansar, debes limpiarle las heridas cada tres horas y cambiar sus vendas, seguro tu mamá llega en un rato con vendas recién lavadas para ella y se lleva las que le quites; también te traerá ropa limpia y ya que no quieres ir a casa, Agnes está preparando un baño para ti

– Yo me encargo de Natasha, gracias por todo, papá – Sonrió Wanda ligeramente

Acompañó a su padre a la puerta de la habitación, para despedirse y cerrar con seguro, sabía que a Natasha no le gustaba ser expuesta, sabía que las palabras que le dirigió su padre a la joven novicia eran solo una manera de apelar a que no haga cosas más graves, lo agradecía y sabía que para Natasha había sido de mucho consuelo escuchar que dios no querría su mal.

– Te pondré las vendas y volveremos a recostarnos en la cama hasta que tengas hambre ¿De acuerdo? – Habló bajo acercándose a Natasha

– Sí, gracias – Sonrió ligeramente sintiendo el cuidado con el que Wanda le ponía las vendas de vuelta, sentía la espalda escocerle, le dolía, debía esperar que todo sea mejor

Al terminar abrochó el vestido de Natasha y la recostó de lado en su cama poniéndose enfrente de ella con una sonrisa, sin pensarlo, la tomó de las mejillas y empezó a besar su rostro.

– Eres muy valiente, Nat... – Susurró Wanda queriendo darle consuelo por lo que le había pasado – Vas a mejorarte realmente rápido, yo estaré aquí todo el tiempo que sea necesario, no me separaré ni un minuto... – Juntó su frente a la de ella

– Sabes que no tienes porqué quedarte cuando esté más repuesta, no quisiera que pierdas tu normalidad cotidiana por cuidarme – La vio a los ojos

– No importa, nada importa, sólo que estés bien – Suspiró no queriendo decirle que las infecciones eran realmente difíciles de curar, casi que una herida mal tratada podía significar la muerte, ella no arriesgaría a Natasha, no le pasaría algo así, estaba ahí para evitarlo

Hazme Pecar  | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora