VIII. Querer

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– Nat... – Tomó su mano quitándole el artefacto con el que se había hecho daño, lo tiró lejos y la vio a los ojos – Escucha... – La rubia estaba apenada y muy adolorida, lo sentía todo en cámara lenta – Yo no vendré más contigo, no hablaremos más, no pasará nada más, pero no te hagas daño, por favor... – Tenía los ojos empañados y no sentía que era su lugar llorar

– Hice esto por ti, por nosotras... – Susurró confundida, todo a su alrededor empezaba a oscurecerse, pero ya no sentía dolor

– ¿A qué te refieres? – Preguntó preocupada tomando las sábanas para tratar de presionar las heridas y evitar el sangrado

– No quiero dejar de verte, Wanda – Alzó el rostro hacia ella mientras sentía como la tenía detenida – Así que recordé lo que dijiste de la confesión y cometer todos los pecados para sólo decirlos y que tu alma sea libre, pensé que si te seguía viendo y me castigaba podría obtener lo mismo, porque ya estaría pagando por este pegado en tierra

– Obviamente que yo lo decía como una broma, no una recomendación – Emitió enojada con la situación, no era culpa de Natasha que crea cosas estúpidas, si no de la misma gente idiota que había implantado tales creencias sin sentido, estaba enojada porque Natasha sólo era una de las víctimas de estas personas, quitó la sábana de la espalda de la rubia, hizo que ella se apoyara sobre su hombro para tener una mejor visión, notó que mayormente eran laceraciones menores, sólo tres o cuatro profundas, que ya no sagraban tanto, continuó aplicando presión, pensando en cómo hacer lo siguiente

– Yo no quiero dejar de verte, Wanda, no te vayas de mi lado – Susurró con la voz débil apenas y sosteniéndose a ella con las manos

– Claro que no, mi Natasha... – Besó su sien queriendo darle calma – Yo no voy a alejarme de ti – Quería curarla con sus pocos conocimientos antes de hablar a profundidad de lo que hizo y tal vez acordar que si se seguía hiriendo lo mejor sería no estar juntas – Iré por el botiquín de emergencia que papá dejó aquí

– No me dejes sola – Pidió aferrándose a su vestido

– Vuelvo rápido, mi Nat – Besó su mejilla soltándola, se levantó rápido y abrió la puerta

Salió intentando hacer el menor ruido posible, intentó recordar dónde estaba el botiquín de emergencia, fue al comedor, lo encontró, lo tomó rápido, aprovechó en lavarse las manos y volvió con Natasha, se arrodilló al piso cerrando la puerta, se puso detrás de la rubia y con la sábana ya arruinada continuó limpiando la sangre de su espalda con cuidado, abrió el botiquín.

– Nat, esto va a doler un poco... pero necesito que estés quieta ¿De acuerdo? – Besó su hombro no importándole que ya su vestido estaba lleno de sangre

– Está bien... – Tenía las piernas heladas de estar en el piso arrodillada, no había tenido el valor de pegarse, después de hacerlo una vez, sólo se quedó viendo el suelo sin prestarle atención a su entorno, hasta que llegó Wanda y para eso ya habría corrido mucha sangre, sólo recordaba el dolor del impacto y después que su espalda se sentía caliente

Wanda con mucho cuidado derramó alcohol en un poco de algodón, escuchó a Natasha sisear y limpió sus heridas, una a una mientras acariciaba su hombro, quería consolarla, el dolor físico era poco al que tenía el fallarle a una figura ficticia que lo único que hizo ahora era dañarla, jamás entendería ese enceguecimiento.

– Voy a bajar la parte delantera de tu vestido, no voy a ver nada, sólo necesito rodear la venda en tu cuerpo ¿De acuerdo? – Dijo la castaña con un tono bajo, vio a Natasha voltear el rostro hacia ella

Hazme Pecar  | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora