XV. Viejos conocidos

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Hace rato que veía a su novia, era la reunión del sábado, estaban estudiando unos versículos, la historia de David y Goliat para ser más exactos, claro que veía y escuchaba que Wanda estaba junto a un nuevo integrante entre risas y susurros, ni siquiera notaba que la estaba viendo.

A pesar de todos sus esfuerzos y las veces que carraspeó la garganta, ella no fue notada, la reunión terminó, ya era hora de volver al convento, estuvo cruzada de brazos y callada todo el camino en el que el papá de Wanda las acompañaba, él se encontraba a unos metros delante de ellas, eso les daba ligera privacidad, para tomarse de las manos o darse besos en la mejilla, pues a esa hora el pueblo estaba vacío.

– ¿Qué te sucede? – Preguntó Wanda después que intentó tomarle la mano a su novia y ella la retiró, desde hace rato que sólo le respondía con monosílabos, no sabía ni por qué la trataba así

– Nada – Se encogió de hombros volteándole el rostro

Wanda frunció el ceño, tomó a Natasha del brazo y se acercó a su oído – Te amo, pero yo no voy a esperar a saber lo que te sucede, necesito que me digas porque yo la mente no sé leer aún – Le dejó un beso en la mejilla y se alejó

Natasha sintió un calor recorrer su cuerpo, pero le enojaba el que no la haya visto toda la reunión, sólo se la pasó secreteándose con ese tipo, así que prefería no dar su brazo a torcer al menos no aún, Wanda se quedó viéndola esperando alguna respuesta, si estuvieran entre cuatro paredes la acorralaría hasta que le hable, no le gustaba que estén así, ella ni sabía lo que había hecho mal o le había incomodado a su novia.

Al llegar al convento Natasha se despidió educadamente y entró al lugar, claro que no le dio un beso en la mejilla a Wanda, quien volvió a casa confundida y enojada.

...

La puerta de su habitación se abrió de repente, alzó la vista del collar que tenía entre manos ni siquiera alcanzó a saludar, cuando sintió los labios de Natasha encima de los suyos, su espalda chocó contra el colchón sintiendo como la novicia subía encima suyo, sentía sus manos recorrerla con posesividad, sus besos eran rudos, bajó la boca a su cuello mordiendo con algo de fuerza, subió los brazos de Wanda arriba de su cabeza y la tomó de las muñecas mientras besaba su boca.

– ¿Eres mía, Wanda? – Dijo apartándose abruptamente viéndola a los ojos respirando con dificultad igual que su novia

– ¿Qué? – Emitió confundida, Natasha no se comportaba así

– Si eres mía, Wanda – Repitió besando su boca y su mejilla

– Claro que sí – Mordió su labio inferior se sentía aún más confundida, pero tener a su novia encima la hacía ceder a todo

– Entonces... deja de asistir a las reuniones, por favor – La vio a los ojos

– ¿Por qué? – Frunció el ceño

– Sólo hazlo, vida, por favor – Besó su cuello de la manera que le gustaba a su novia

– Nat... mi Nat... – Intentaba zafarse de su agarre y trataba de acercarse a besarla, pero no podía, sabía que ella ayudaba a sus padres con la mercadería, pero era tan delgada y con unos brazos muy finos que no creía que tenía tanta fuerza – Suéltame primero, no vamos a tener una conversación así – Intentó sonar seria

– ¿No te gusta? – Le sonrió de lado mordiendo con suavidad su cuello subiendo la boca a la de su novia para empezar a besarla

– Nat... para, por favor – Suspiró no queriendo corresponder sus besos, aunque no lo evitaba – Y suéltame, me gusta tenerte encima mío, pero no así, no cuando estás tan rara, ayer no me diste un beso para despedirte, me ignoraste todo el camino de vuelta y no vas a llegar a besarme y decirme que haga cosas sin explicación alguna

Hazme Pecar  | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora