Yorhaya la imputrescible - Elden Ring

Parte 8: Dualidad

Yorhaya y Millicent habían encontrado una pequeña cabaña de camino a su destino, parecía haber pertenecido a un artista, tenía un lienzo con una pintura que estaba sin acabar, probablemente el propietario se había ido por culpa del mal estado en el que Godrick había dejado el Necrolimbo, la caballero abrió las puertas del almacén del al lado de la humilde vivienda para revisarlo.

-Oh, pobre tipo, incluso tuvo que dejar su equipo aquí.

-¡¿Enserio?! –Millicent se acercó a ver, había varios lienzos y algunos pinceles y tintas dentro del almacén– ...Hey Maestra ¿Te puedes sentar?.

-¿Eh?.

-Quiero retratarte –Dijo Millicent tomando uno de los lienzos para cambiar el cuadro a medio pintar por este, luego rotó el soporte mirando a su maestra–.

-Oh ¿Es eso? Que ocurrente –Yorhaya se volteó mirando al costado y desenvainando hasta la mitad su espada– Bien, comienza.

-Derecho, maestra ¿Podrías sentarte ahí atrás? –Millicent apuntó hacia unas estructuras parecidas a escaleras en el almacén–.

-¿Segura? Este es mi mejor ángulo –Dijo Yorhaya sentándose en donde su alumna le indicó–.

-Me parece que tienes mejor ángulo aquí ¿Te puedes quitar el casco?.

-¿Segura? No sé si te guste lo que vas a ver.

-Descuida, no soy una gran pintora, te verás mal sin importar tu rostro.

-Bien, pero no te digas que no te lo advertí –Yorhaya se quitó el casco revelando sus pelos rubios y sus ojos purpuras, o bueno, su ojo purpura, el otro era casi blanco y con una marca roja rodeándolo, la pupila y el iris estaban opacas y camufladas con la esclerótica, era obvio que esa parte de su cara estaba siendo reclamada por la putrefacción–.

-Maestra, tú... –Millicent se acercó sin palabras a su maestra– ¿Estuviste infectada todo el tiempo?.

-Bueno, todos los imputrescibles estamos afligidos por ella.

-Pero ¿Por qué me diste la aguja a mí? ¿Por qué no la usaste en ti?.

-Bueno, tengo mis llamas y este amuleto que retrasan la putrefacción –Yorhaya sonrió revelando un objeto circular que siempre llevaba con ella, ella lo usaba como amuleto aunque los imputrescibles en su mayoría lo portaban en sus lanzas–.

-Pero, solo la retrasan, algún día morirás por ella.

-Bueno ¿Por qué crees que los imputrescibles luchamos como si la muerte no fuera nada? Sabemos que incluso morir devorados por ratas es mejor que morir por la podredumbre, no te preocupes por mí, moriré en batalla ante de ser alcanzada por la putrefacción.

-¡¿Por qué tiene que ser morir por la podredumbre o en la guerra?! Podías usarla en ti y tener una vida tranquila.

-Bueno, no quiero tener una vida tranquila, escucha, así como las aguas calmas se vuelven turbias, la inactividad lleva al estancamiento, soy una guerrero, no necesito tranquilidad.

-Pero maestra... Está bien... ¿Puedes desatarte el pelo también?.

Yorhaya obedeció mientras su alumna retrocedía hasta el lienzo y se disponía a pintar, la actividad duró bastante, la maestra de Millicent no era una buena modelo para nada, rompía mucho su postura para estirar las extremidades o rascarse, y era bastante poco expresiva, aunque aún si tuviera una buena modelo el acabado sería bastante malo, la joven pelirroja no era la mejor pintora y mucho menos con su mejor brazo faltándole, aun así Millicent no dudó en llamar a su maestra para que eche un ojo al terminar el trabajo.