Yorhaya la imputrescible - Elden Ring

Parte 27: Budin

Hace tiempo las tres mujeres habían llegado al lugar guiadas por el mapa, no se trataba de siquiera una de las tantas iglesias abandonadas, era solo una pequeña y humilde cabaña, esto en lugar de ser sospechoso era un poco más relajante para la caballero, la cual se encontraba en el interior batiendo unos trozos de pan, huevos y leche en un recipiente metálico mientras Lansseax cocinaba algo de carne afuera, la cual la propia Yorhaya le había proporcionado para asegurarse que no estuviera envenenada. Mientras batía su platillo, viejos recuerdos llegaban a la cabeza de la caballero.

(Flashbag)

En una tierra lejana, en una habitación similar a un comedor se encontraba cansado y lastimado un adolescente de pelo negro, su cuerpo era robusto y musculoso, denotaba una fuerza envidiable entre los seres humanos, pero era baja en comparación a la de los dragones o semi dioses, por una puerta entró una mujer con un plato de budín en mano, ante esta presencia el joven arranchó un trozo de la silla y amenazó a la mujer apuntándole con ella como si fuera un arma.

-¡¿Quién eres?! ¡¿Qué hago aquí?!.

-Te encontramos inconsciente en los calabozos del castillo de Carim –Sonrió la mujer dejando el plato en la mesa– Tratamos de sacarte de ahí, pero te resististe y hubo que noquearte.

-Mis compañeros ¡¿Dónde están mis compañeros?!.

-La mayoría están muertos o incapacitados por las torturas –Dijo la mujer haciendo que el adolescente gruña y trate de salir de la habitación caminando, pero ella se metió en su camino–.

-Déjame salir, no tengo tiempo que perder, debo vengarlos –Dijo el joven impaciente–.

-Ya veo ¿Sabes? Ahora que me fijo en ti, te pareces mucho al soberano de estas tierras –La manó del joven sujetó con fuerza el cuello de la mujer, amenazando con asfixiarla–.

-¡No vuelvas a hablar de eso!.

-Oh, ya veo, un pobre hijo maltratado y criado como un arma, haciendo una rebelión porque nunca conoció el amor de papi.

El agarre del joven sobre la mujer se intensificó, pero ella no tardó en defenderse y lanzarlo hacia la pared con suma facilidad, este no pudo levantarse, estaba muy debilitado por sus antiguas heridas, la mujer se alejó para acercarse al plato de comida y cortó el budín con un tenedor para luego volver con el adolescente para ofrecerle el trozo, el joven estaba reacio, así que ella empujó el postre en su boca y luego la forzó a mantenerla cerrada para que no escupa la comida, el joven no tuvo otra opción que tragarlo, toda su mente fue afectada por el extraño sabor que le hizo brotar lágrimas, era la primera vez que probaba el azúcar, pero había algo más, algo que él no distinguía.

-Déjame decirte algo, jovencito, se nota que eres muy fuerte, tanto que hasta ahora solo te has valido de eso y has pensado que sería suficiente para tu rebelión, pero lamentablemente las cosas no son así, los humanos puede fácilmente doblegar a bestias más fuertes que ellos, no eres muy diferente a un oso salvaje que se guía por puro instinto, un grupito de campesinos te podría doblegar –La mujer sonrió dándole la mano al joven– Pero, hay una opción, vuélvete mi alumno, solo así tendrás la fuerza suficiente para vengarte, lo único que te pido es tu lealtad a quien sigo.

-Yo... –El chico lo pensó un momento, la arrogancia que transmitía la mujer que enfermaba, pero había algo que lo hacía querer estar junto a ella, antes de darse cuenta ya había estrechado su mano con la de la mujer–.

-Bienvenido a las tropas del Árbol Hierático, soy Yorhaya ¿Y tú?.

-Edward.

Poder a cambio de fidelidad, este solo era el primer trato, la caballero pronto haría a lo largo más pactos iguales, ganando más alumnos, le prometería el poder para proteger a su hermana a un hermano mayor, y el poder para conseguir una vida digna a una hermana menor, y por último, le prometería a una niña de pelos negros y afligida por una extraña enfermedad el poder para ser alguien antes de morir, oh, la cuarta alumna, tan similar a Millicent ahora que ella lo pensaba.